Stefan Zweig. Godot; Buenos Aires, 2024. 250 páginas, 2.300 pesos.
Sólo Stefan Zweig podía escribir la biografía de ese animal político surgido de la fragua de la Revolución francesa, que produjo personajes como Danton, Robespierre o Napoleón, que fue Joseph Fouché. Suerte de operador político, intrigante, calculador y de una frialdad aterradora, se adelantó, gracias a su olfato político extraordinario y a una gran audacia, a los cambios de rumbo que se produjeron en ese vertiginoso momento histórico y sobrevivió a todos.
Desde sus comienzos como profesor en un colegio de curas, su carrera política despegó cuando fue elegido delegado de la convención dominada por los jacobinos, para la cual ejecutó la quema y el saqueo de iglesias, lo que le valió el apodo de “el carnicero de Lyon”, para luego conspirar contra Robespierre, una vez terminado el período del Terror. Ascendido a ministro de Policía durante el Directorio, creó, para su propio beneficio, la maquinaria de espionaje y delación con la que terminó sepultando a Napoleón, luego de que este lo nombrara duque de Otranto. Cuando la burguesía resultó la única ganadora de todas las contiendas, entendió que el nuevo dios era el dinero y se ofreció como intermediario entre los nuevos ricos y un Estado otra vez dirigido por la monarquía que él había votado llevar a la guillotina.
Figura demoníaca y fascinante que encuentra en el doble agente a su mejor representante, deslumbró a este extraordinario escritor, que lo sacó de las sombras de la historia para delicia de sus innumerables lectores en todo el mundo.