Cultura Ingresá
Cultura

Difusión

Volver al cuerpo (antes de dejarlo)

11 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Una maestra de pueblo, una enferma terminal, una mujer con varios pendientes que decide filmar una película porno, es la protagonista de la obra que el argentino Mariano Tenconi Blanco trae a Montevideo con la energía del estreno caliente. Épica íntima para un “melodrama extravagante”, como acuerda en llamarlo el que es también autor de “La fiera”, repuesta en estos días.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

“A ver, basta un poquito, basta. Reunámonos dos segundos. Vamos a hablar. A ver. ¿Qué es la vida?”, interroga Liliana, sacada, en medio del rodaje de una porno que no fluye. “No me respondan, lo voy a responder yo. ¿Qué es la vida? No crean que divago y me voy de tema, no. La vida es lavar un vaso con un cigarrillo apagado adentro, la vida es bañar a tu papá porque se cagó encima, la vida es la rejilla que se trancó con hojas y basura y tenés que meter la mano hasta el fondo, y mojarte, y tocar algo asqueroso que no sabés si es mierda, tierra, o qué, y revolvés y revolvés hasta que el agua corre otra vez. Y ahí, ahí, ese segundo de mierda en que el agua hija de mil puta corre otra vez decís esto es la vida, esto es”. Con enunciados de este tenor se toca el tema de fondo en Todo tendría sentido si no existiera la muerte. Es algo así como lo que sostenía Cicerón, que “el filosofar no es otra cosa que prepararse para morir”, o será como los chistes de velorio, con la función de distender, en este caso las tres horas de función.

Mariano Tenconi Blanco nunca había hecho una obra tan larga. Y eso que en las sucesivas versiones la fue acortando. “La apuesta es grande porque a mí me gustaría que pase eso que pasa cuando vas al teatro, que no es reemplazable por nada. Que sea una gran experiencia, que en esas tres horas te pase de todo: que te rías, que te emociones, que te haga pensar”. Serán tres horas (con un intervalo, sepan los impacientes), de escenas breves, de personajes directos, de gente simple experimentando conductas inusuales, porque no queda mucho tiempo, y ser otro puede dar placer o aliviar la carga. “La duración”, explica Tenconi, “tiene que ver con que la obra trata de contar una parte de la vida de esta mujer. Entonces me parecía que la experiencia tenía que ser análoga, y por eso tenía que estar por encima del tiempo canónico o habitual del teatro rioplatense, que está cerca de la hora”.

Se juntan todos los días, mayormente en el Centro Cultural Rojas, y a veces en el Cultural San Martín. Van a estrenar, van a hacer algunas funciones y después vienen a Montevideo, donde estarán el 12 y el 13 de octubre en el Teatro Alianza, como parte del Festival Internacional de Artes Escénicas (FIDAE). Mientras tanto, los ensayos son “ re delirantes”, cuenta el autor-director (actor no, se dio cuenta enseguida de que lo suyo no iba por ahí). Tratan de ver bloques extensos. “En la primera pasada que hicimos, que duró tres horas cuarenta, a mí me pasó de todo: me encantó, después me pareció que estaba todo mal, me puse a hacer otra cosa, y miré y seguían actuando, todavía. Es muy extraño. Nos dimos cuenta de que era importante entender el ritmo global”.

Las lágrimas, la primera obra que escribiste, estaba ambientada en los 70 y esta otra en los 80, ¿no?

Sí, en realidad Las lágrimas tenía mucho que ver con los conflictos de los 70 vinculados a la dictadura militar, pero en un código muy irreverente. Y esta sucede en los 80, en un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires. No lo nombran nunca, porque me gustaba que pudiera ser cualquiera.

¿Qué es lo que te atrae de lo pueblerino? La fiera también remite a un ambiente del interior, una mujer-tigre de frontera, además.

En el caso de La fiera era un pueblo sumamente rural, un paraje, casi, y acá es una ciudad pequeña. En ambos casos es más que nada por las posibilidades de ficción que eso da. En La fiera me da muchas posibilidades de lenguaje, y también, desafortunadamente, a veces la cosa brutal está más presente en esos lugares. En algún punto, porque en otros es más brutal la ciudad. En esta obra la situación de la ciudad pequeña era muy generosa para algo que me interesa: lo que pasa en esa casa es un mundo con normas muy parecidas al nuestro, pero por otro lado es un mundo aparte. Esa mujer, con su hermana, con su hija, y los personajes que empiezan a aparecer, la mujer del videoclub y el actor porno, o sea que todo está un poco aludido y las referencias son del mundo externo, lo que podría ser el cine clásico, o referencias musicales también muy clásicas. Algo del pueblo me permitía una especie de visión reducida, más abarcable.

¿Cómo diste con el nombre Gino Potente, tan adecuado?

Me apareció ese nombre tan ridículo y gracioso como suelen tener los actores y las actrices porno, y me vino así, como de la nada. De hecho, me pasó con la obra, con Todo tendría sentido si no existiera la muerte, dos cosas extrañas respecto de la génesis en general. La obra no es autobiográfica, pero sí, como todo artista, las experiencia de vida te marcan y hacen que elijas un camino en lugar de otro. Mi abuela, que era uruguaya, de Salto, que fue quien me crió, tuvo una enfermedad que nos demandó cuidarla mucho, sobre todo a mi hermano y a mí. Esa tristeza que fue acompañar un proceso de enfermedad tan duro, todo el que lo atravesó lo sabe, me quedó como una suerte de herida difícil de organizar, porque además la extraño mucho, a siete años de su fallecimiento. Entonces, sentía que la escritura me podía ayudar, y por otro lado, la idea de una mujer que se está por morir y decide, como última voluntad, escribir una película pornográfica, apareció en un vuelo a México, yendo a un festival de teatro en 2012. Me vino esa idea, ese plot, así, entero. Después lo fui estructurando.

En el Sportivo Teatral, de Ricardo Bartís, no fue uno de los alumnos históricos, como Andrea Nussembaum o Agustín Rittano, que integran este elenco junto con la imponente Maruja Bustamante. Pero Tenconi tiene un vínculo de mucho agradecimiento con él: “Porque aprendí muchísimo, pero la relación de maestro-alumno la tengo con Tantanian, que fue mi maestro de dramaturgia y después fui su asistente de dirección”. Es a Alejandro Tantanian a quien le pide consejo, ahora que a él un grupo de adolescentes lo escucha los jueves en el Centro Cultural Recoleta, donde da clases de dramaturgia. “Me doy cuenta claramente de los preconceptos estando con ellos. Se cree que los adolescentes consumen algo re nuevo, algo que nadie conoce. Y no, las más de las veces lo que escuchan es Pink Floyd, los Beatles, porque es lo que todos escuchábamos con 14 años. Por otro lado, empiezo a sostener la teoría de que no hay obras para adolescentes porque todas son para adolescentes. Me acuerdo que a esa edad descubrí a Kubrick. Entonces, ¿qué tienen que ver? Y... los clásicos, tiene que empezar por eso. Manejo materiales que me parecen poderosos y se recontra copan”.

El texto original de Todo tendría sentido... data de 2013, aunque atravesó procesos. En 2015 le dieron el prestigioso Germán Rozenmacher, un premio para la nueva dramaturgia, que han ganado colegas como Federico León y Mariano Pensotti. Implicaba una suma de dinero y la traducción al portugués, francés e inglés. Devino la llave de Tenconi para postularse a una residencia artística. Así fue que el melodrama de provincia terminó siendo semimontado en la Universidad de Iowa y luego en Nueva York.

Difusión

¿Cómo es ver el texto en otro contexto?

Estuvo muy bueno, porque los directores en Nueva York eran muy inteligentes, y me advirtieron de algunos problemas. Sobre todo, la gran duda que tenían —porque ese pedazo no lo montaron— era cómo se hace el momento en que actúan la película pornográfica. Y fue lo que más me costó. Lo demás corría bastante. En Nueva York el director les pidió que no lo hicieran muy melodramático, porque para ellos es muy latino esa suerte de ritmo. Entonces la hacían más realista y funcionaba re bien. Sin embargo, acá están más arriba los actores, mucho más enérgicos, al borde. Me encanta lo que hacen, aparte de que los conozco mucho y tenemos afinidad, fue muy fácil el diálogo. Pero sí sabían que el porno era un problema y en las charlas me preguntaban “para vos, ¿cómo se monta?”. Yo decía “no tengo idea, cuando llegue a Buenos Aires lo voy a ver”. Probé mil cosas y creo que encontramos cómo es. Hay algo del desnudo en cine que puede ser lindo y cuidado y erótico, y en teatro es muy expuesto y a mí a veces como espectador me genera más vergüenza ajena o incomodidad que seducción. Por otro lado, elegí los mejores actores que pude, con mucha reputación en el teatro independiente de Buenos Aires. Han trabajado con Bartís, con Pensotti, con Feldman, con todos, y yo sabía que ese tipo de actores no van a andar desnudos, son más cuidadosos con esas cosas. Y me parece bien. Igual tuve mucha entrega de ellos para probar de todo. Finalmente, estamos eligiendo el camino que creemos que es el mejor, fuera de todo preconcepto, de todo temor respecto de qué mostrar y qué no.

Estás rodeando el asunto. ¿Hay algún juego de niveles o es así, crudo y directo?

Todo lo resolvemos con la actuación, la obra no tiene video ni nada. Es escenografía, luces, vestuario, más que nada era encontrar el tono, cómo hacerlo, que tampoco fuera de esas obras que se hacen las hot, que no me interesaba, porque hay algo de esas mujeres haciendo una película que es una cosa más patética. Yo investigué mucho sobre la pornografía feminista y hay una artista que es bárbara, que se llama Erika Lust, una nórdica que vive en Barcelona, y las películas son buenísimas. Pero bueno, esta mujer del videoclub a fines de los 80 no es Erika Lust... Buscábamos la forma en la que estuviera buena la ficción que actúan y que se contara el porno de manera teatral pero que se contara. Finalmente, lo filman y sucede, y hay sexo oral y el garche y todo eso.

Vos abordás temas sexuales que bordean con la muerte, con moribundos o asesinatos, temas dolorosos, y uno puede reírse o tener rabia con obras como La fiera. Una colega describió tu estilo como guarro poético. ¿Te va ese rótulo?

No sé. Sí siento que junto cosas de dos signos diferentes, como lo sexual y la muerte, o una historia de justicia, que además si uno la relaciona con la realidad, nos conmueve a todos, en La fiera, respecto de ese lenguaje tan corrido que utiliza el personaje. En el caso de Todo tendría sentido si no existiera la muerte, es un melodrama extravagante. No sé si me siento tan guarro, ponele. En esta obra tampoco el sexo puntualmente es el tema, sino más bien parecería la pulsión de muerte de esta mujer joven y una suerte de deuda pendiente que ella tiene respecto de su derrotero sexual, bastante insatisfactorio. Ella decide retirarse de ese lugar, que también en algún punto es “bueno, si lo que no tiene más resto es el cuerpo, pidámosle un poco antes de irnos”. También leí mucho sobre la relación entre el sexo y la muerte, vinculado a que ella elige la acción que está hecha para dar vida como una forma de despedida. Hay un link. Está muy orgullosa de haber cumplido los roles de madre y maestra de una manera eficaz, parecería ser, entonces hay algo del sexo que tiene un aire de liberación para ella.

Las dos cosas son un límite que se traspasa, ¿no?

Sí, otra cosa muy linda es la idea del viaje iniciático o de novela de iniciación cuando alguien está muriendo. Uno, de una forma más chica, lo hace mucho, como decir “tuve que esperar a que tal cosa para que tal otra”. Es un movimiento que uno hace a veces. Y después, me generan mucha solidaridad los personajes que encuentran en la ficción la forma de cambiar la realidad. Ella encuentra en su película una salvación, hasta una suerte de resurrección. Como yo, que soy de una familia trabajadora, estudié Ciencias Económicas, y fui el primer Tenconi graduado en la familia. Pero no me gustaba mucho esa vida y encontré en el teatro no digo que un lecho de rosas. Mis obras son pura ficción, pero seguramente las cosas que me movilizan forma parte.

José Miguel Onaindia, el director del FIDAE, habló de que esta edición en particular iba a tener una relación fuerte con el enfoque de género. En tus obras hay muchas heroínas o antiheroínas. Y reponen La fiera, así que vas a tener dos obras en el mismo festival.

De hecho, nunca estuve en el FIBA y tampoco en el FIDAE, así que me pone re feliz estar en Uruguay como plaza teatral, porque admiro a muchos artistas, como Santiago Sanguinetti, Gabriel Calderón, Rogelio Gracia, Leandro Núnez. También de otras generaciones: he visto varios trabajos en el Solís de la Comedia, que tiene unos actores bárbaros. Lo que pasa es que Uruguay me interesa mucho, además, porque tengo este vínculo familiar, de que mi abuela era uruguaya y mi mamá también. Tengo un Uruguay de ficción, porque era el que estaba congelado en la imaginación de mi abuela. Obvio que no existe porque el tiempo pasa.

¿En qué condiciones se fueron?

Mi mamá estaba estudiando medicina cuando estaban los problemas de la dictadura, pero no se vino por causas políticas. Se vino porque la cosa no andaba bien y al toque se puso peor acá en Argentina, y mi abuela se vino con ella porque mi mamá estaba en pareja y se peleó, y se quedaron juntas acá desde el 74.

¿Cómo reaccionaron ellas con tu obra Montevideo es mi futuro eterno?

Esa fue la primera obra que estrené y estuve todo el año de enfermedad de mi abuela ensayándola. Algo de lo que me pasaba terminó por tomar la obra, porque la trama era un argentino con su abuela uruguaya, y como él se cree uruguayo se va a Uruguay a militar en el Movimiento Tupamaro como forma de asumir su uruguayidad. Y se supone que él forma parte, junto con otro, de lo de Dan Mitrione, se fugan y después los agarran. En ese caso, mezclo un poco la historia con la ficción. Fue extraño porque mi abuela se murió antes del estreno y a mi mamá la conmovía mucho la obra, pero bueno, es mi mamá.

¿Tu público se bifurca por géneros? ¿Qué pasa con las mujeres y tus obras, en las que tienen una presencia fuerte?

Obviamente a los hombres sensibles les conmovía lo que pasaba en La fiera, pero sí es cierto que a las mujeres, como lo sufren en carne propia, en general las devoluciones más apasionadas, podríamos decir, fueron de ellas. En el caso de otras obras, que también están alrededor del mundo femenino, es un poco más repartida la cosa. Por ejemplo, Quiero decir te amo, que monté hace un par de años, es una historia entre dos mujeres que finalmente deviene historia de amor. Y a los hombres los conmueve muchísimo, tanto como a las mujeres. En Todo tendría sentido... pienso que va a ser igual para hombres que para mujeres, porque cuenta un mundo de mujeres y el único varón que hay no es de lo mejorcito. Así y todo me parece que es bastante poderoso, y en la búsqueda en la que estamos es para que sea algo divertido, enérgico, muy imaginativo.


Destaques del FIDAE para mayores de 12

* Una mirada femenina extranjera (Uruguay y Brasil) Mediante un proceso de trabajo en territorio, dos mujeres —una uruguaya y otra brasilera— deciden lanzarse al recorrido del país de la otra. De ese intercambio nacen los textos Pelourinho, de Verónica Mato, y Noventa minutos, de Livia Gaudencio. El proyecto forma parte del programa de residencias artísticas Territorio Sur, de Implosivo Compañía de Artes Escénicas, y cuenta con el apoyo de Iberescena para creación en residencia 2017. Integran el elenco: Ximena Echevarría, Carla Moscatelli, Federica Presa, Bruno Pereyra y Germán Weinberg.

* Made in Ilva (Italia) Definido por la crítica como un trabajo maestro de teatro físico y un ejemplo de biomecánica contemporánea, en este unipersonal el actor interpreta a un obrero, arquetipo del trabajador contemporáneo que actúa enjaulado en estructuras metálicas, desarrollando acciones repetitivas y acrobáticas que lo llevan a la alienación. La dramaturgia interpone testimonios de trabajadores de la acería ILVA con fragmentos poéticos de la obra de L Di Ruscio y textos especialmente creados para la performance de la Compañía Instabili Vaganti, bajo la dirección de Anna Dora Dorno (también a cargo del canto original y voz en vivo, sobre música original de Riccardo Nanni). Actúa Nicola Pianzola.

* El baile (Francia y Argentina) Al inicio de este proyecto figura Le Bal, una obra sin palabras del director Jean-Claude Penchenat y la compañía del Théâtre du Campagnol, que se estrenó en enero de 1981 y que después Ettore Scola adaptó al cine. Mathilde Monnier y Alan Pauls inventan ahora un nuevo baile que se inscribe en la historia de Argentina del 78 hasta hoy. Fiel al espíritu original de la pieza, que pone en valor el trabajo colectivo en un lugar único y en ausencia de diálogos, esta creación es al mismo tiempo diferente. Se trata de hablar de la historia argentina de una manera sensible y subjetiva, a través de los vínculos entre el espacio, los movimientos y las situaciones.

Más información: cultura.mec.gub.uy/innovaportal/file/104104/fidae2017-dossier.pdf.

Texto: Macarena Langleib.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesó este artículo?
Suscribite y recibí en tu email la newsletter de Lento, periodismo narrativo y ficción de la diaria.
Suscribite
¿Te interesó este artículo?
Recibí en tu email la newsletter de Lento, periodismo narrativo y ficción de la diaria.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura