ruina
Somos negligentes fabricando ruinas, de entusiasmo sublimado en su inflamación, no crecimiento, ruinoso, ruin cuando abunda la propaganda ruidosa, somos ineficientes a la hora de asentar cimientos para las ruinas que permitan a nuestros descendientes vivir del turismo y especular acerca de nuestras virtudes o nuestro origen extraterrestre, atlante, lemur, reptiliano, somos incluso ineptos para descubrir, preservar o incluso inventar ruinas de un pasado glorioso, no tenemos un pasado glorioso, no tenemos un pasado, el futuro, en cambio, es una ruina perfecta, pero sin megabloques, a lo sumo algunos restos de ladrillos enyuyados, el escudo de un liceo, unos libros húmedos dando alojamiento a una biodiversidad indeseada y pujante.
resta
Uno solo resta cuando piensa que va a seguir siendo uno, cuando ve que las cuentas son solo razones o juego. No aprenden a restar los que pierden todo, son sustraídos, son restos.
resaca
Lo que queda, traído, fertilidad involuntaria mezclada con dolor de cabeza, memoria confusa, cuando se hubo movido el mar con su noche y el viento de espuma amarilla, quedó resaca, quedó desperdigado de sí un individuo esparcido en la linde de dos mundos, medio muerto, algo vivo, una suciedad desordenada cuya sintaxis puede ser un surco o nada.
reloj
Silencio organizado en los estantes, un orden que se rompe a cada paso de mis ojos que persiguen los instantes, un reloj va sin tiempo y sin atrasos.
Una tarde ordené la biblioteca, que ocupaba el baño y las almohadas, yo soy uno que de caótico peca pero esa tarde no se escapó nada.
Luego del trabajo, vino una paz sin tiempo, trillo cerrado en sí mismo, instante de retorno contumaz
y entonces, el reloj de la cocina, que estaba detenido en un abismo, volvió a bailar el vals de la rutina.
resiliencia
Colóquese a un ser humano en una relación familiar, obsérvese cómo se deforma, se aplasta, pierde la calma, se cansa, no llega a fin de mes ni de semana, apréciese como se marchita en el curso del día, en la cerrazón de la noche, en la obligación incumplible, póngase en el lugar del individuo a la hora de llegar a casa y nunca llegar, póngase incómodo mientras hace pero no alcanza a la hora del informativo después del cual es condenado a una novela que chilla, fíjese y verá que el tipo, alguna vez en el día, sonríe y ve que hay sol.
Texto: Fernández de Palleja | Ilustración: Alejandro Vázquez.