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Drag queen y divulgadora científica

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Mario investiga nanomateriales y cuando difunde sus hallazgos se transforma en Sassy Science.

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Piernas largas, cabello abultado, ropa pegada al cuerpo, tacones altos —altísimos— y una barba brillosa, boscosa, casi marciana. Se llama Mario Peláez pero su identidad drag es la de Sassy Science, la primera drag queen divulgadora científica. ¿Llegó la hora de la drag science?

Su historia irrumpe en plena discusión por los lugares de la mujer en la ciencia y, además, por los espacios que ocupa el colectivo LGTBIQ dentro del ámbito de la divulgación académica. Su presencia misma cuestiona los espacios que ocupan pero más, mucho más, los que falta ganar y tomar por asalto. Un navajazo llamativamente discursivo y brillosamente sistémico: su discurso es drag, pero también es científico.

Física y estéticamente Sassy Science recuerda a Conchita Wurst, la popularísima drag queen ganadora de la edición 2014 de Eurovisión, autodefinida como “una mujer barbuda creada como una declaración de la tolerancia y la aceptación”. O, incluso, aunque menos famosa, resuena a Hellvetika. “Me inspiro en ella, que es una drag queen canadiense con barba”, sostiene. Y sigue: “No hay muchas drag queen con barba”.

La comparación es inevitable pero, a diferencia de Conchita o Hellvetika, en sus presentaciones públicas Sassy no deja nada de su piel al descubierto, salvo su frente y sus cachetes. ¿El resto? Pelo y estilo. “Soy muy peluda”, dijo por ahí mientras se presentaba públicamente en el congreso bienal EuroScience Open Forum en Toulouse, Francia.

La especialidad científica de Sassy es el grafeno, también bautizado como “el material del futuro” o, en su versión más ambiciosa, como “el material de Dios”, debido a sus prometedoras propiedades. En lo formal, el grafeno es una sustancia compuesta por carbono puro, con átomos organizados en un patrón regular hexagonal, similar al grafito. ¿Qué cosa? Un material complejo y casi transparente. De hecho, una lámina de un átomo de espesor es unas 200 veces más resistente que el acero más fuerte. Eso estudia Sassy, ese es el objeto de idas y vueltas de su tesis doctoral. “Espero terminarla este año”, sacude vía telefónica.

Entretanto, Mario es un joven estudiante de doctorado que cursa en el Instituto de Nanociencia de Aragón, en España. Y la mismísima existencia de Sassy Science, su alter ego chillón, con el que obtuvo atención de la prensa mundial y llegó para quedarse, responde a un proyecto de divulgación surgido a propósito del taller de comunicación que recibió en Enabling Excellence, una red internacional de formación para doctorandos en nanociencias y nanotecnología. Su identidad drag nació como un gesto, se convirtió en una herramienta y sobrevive por la pasión.

Las redes sociales terminaron por darle dimensión a la labor divulgativa de Sassy Science. Así las cosas, el gancho pop con el que atiende sus cuentas de Instagram, Twitter y Youtube termina siendo crucial a la hora de encontrar audiencias que potencialmente podrían transformarse en masivas. Lo drag desestructura, rompe con la estética de lo preestablecido y, fundamentalmente, tira abajo aquello que “se supone” debería ser alguien del mundo científico. Ahí su lucha, allí su activismo.

—¿Cuáles son los principales prejuicios que encontrás en el mundo de la ciencia?

—Más que prejuicios activos veo su representación en la proporción de esos colectivos en el mundo de la ciencia, que es buena y algún tipo de motivo tiene que haber. No hay la misma cantidad de hombres que de mujeres o personas del colectivo LGBTIQ en la ciencia. Eso es algo para discutir.

—¿Cuáles pensás que son esos motivos?

—Desde el hecho de que se nos pueda considerar menos profesionales por ser LGBTIQ, de presentarnos de determinada forma, hasta la mirada de gente más conservadora que piensa: “Esto así no funciona”. La verdad es que hay un espectro de prejuicios muy grande en el mundo de la ciencia, y sobre todo para con el colectivo LGBTIQ.

—Hay una sensación, en función de la cantidad de divulgadores científicos y también del consumo que hay, de que los millennials se encuentran interesados en consumir material de divulgación. ¿Qué pensás que hay que tener para divulgar ciencia?

—Yo vengo un poco de la parte contraria. Creo que como científicos tenemos que aprender a divulgar, más que nada porque tenemos que aprender a comunicarnos. Dentro de la ciencia, en algún momento vamos a tener que presentar nuestro trabajo ante el gran público.

—Te presentaste con tu identidad drag en un congreso de ciencia europeo muy importante. ¿Cuáles fueron las reacciones de los asistentes? ¿Y qué dijeron tus colegas al verte así?

—Había un compañero que conocía el proyecto y entonces no se sorprendió tanto. Yo fui presentando un proyecto, por lo que todos los días tenía que llevarlo adelante. Entonces, por las mañanas, iba sin maquillarme, y por las tardes iba montada de drag. Hubo reacciones para todos los gustos: desde gente que me miraba de lejos y se iba casi corriendo, hasta gente a la que le parecía una maravilla.

—¿Y el mundo drag qué opina de esto?

—Lógicamente, el mundo drag ha sido muchísimo más receptivo que el mundo científico. La gente que hace drag muchas veces incorpora parte de su vida personal dentro de su drag, de manera que para mucha gente es algo que tiene mucho sentido.

—¿Tenés alguna referencia visual para tu identidad drag?

—En cuanto a maquillaje me inspiro en Hellvetika, una drag queen canadiense que, como yo, tiene barba. No hay muchas drag queen con barba.

—Gran parte de tu trabajo de divulgación tiene que ver con mostrar la vida y el trabajo de mujeres en la ciencia. ¿Quién es tu científica favorita?

—Me fascina Jocelyn Bell, una astrofísica irlandesa que, para mí, es de lo más grande que hay. Es una señora de los pies a la cabeza. Por su trabajo se le dio el Nobel a su director de tesis, y ella siempre tuvo una actitud muy increíble. O sea, a él le dieron el Nobel, pero habían mandado todo el premio en dinero y ella usó ese dinero para dar becas a mujeres en la ciencia, con lo cual ella salió mejor parada todavía. Es muy reina.

—¿En qué se centran tus investigaciones?

—Yo estoy en el Instituto de Nanociencia de Aragón, básicamente estudiando materiales 2D y 1D, que son materiales muy, muy pequeños, no sólo en general sino en una dimensión concreta. Por así decirlo, el grafeno, que fue un material que la petó hace unos años, es uno de este tipo de materiales. Esto es como una red, como las mallas de las granjas. En cada uno de sus vértices hay una toma de carbono. Se descubrió en 2004 y diez años después sus descubridores se habían ganado el Nobel. Tiene muy buenas propiedades a nivel de resistencia térmica: 100 veces más que el aluminio más duro, y tiene unas propiedades eléctricas enormes. Entonces, en un momento salió en plan de “el material del futuro”, pero luego hay que meterse a fabricarlo, poder producirlo y que no quede todo en la teoría.

—Hablando de nanomateriales, ¿es cierto que usar tanto glitter es malo para la salud?

—Sí. Y tengo un video al respecto, que todavía no he podido sacar, en el que hablo acerca del glitter plástico, que es malo para el medioambiente y no deberíamos utilizarlo. Hay otro tipo de glitter que es biodegradable, porque está hecho a base de celulosa, que es igual de fabuloso pero no contamina.

—Tu presencia en congresos o conferencias causa sensación. ¿Qué es lo más loco que te pasó en una convención científica?

—En un congreso del Foro Europeo para la Ciencia, Tecnología e Innovación hubo dos momentos curiosos. En un momento un chico se me acerca y me dice: “Quiero que sepas que el editor en jefe de (no me acuerdo qué grupo de publicaciones que publica journals) es gay y que es súper defensor de estas causas, así que gracias por visibilizarlo”. Yo me quedé en plan como de: “Ay, no sé quién es”. Y el otro momento fue en la conferencia, en el que me dijeron que esa misma noche era la cena de gala y que me invitaban a asistir. Era en el espacio del museo, ahí en Toulouse. Y fue un poco improvisado, la verdad, pero asistir a esa cena de gala en full drag fue un momento interesante.

—¿Qué te gustaría que pase con tu carrera científica? ¿Y con tu carrera mediática?

—Lo más importante ahora para la ciencia es acabar mi tesis. Estoy en los últimos seis meses y comienzo a ver la luz al final del túnel, pero necesito acabarla ya. Y en cuanto a los medios, me gusta que esto se esté viendo cada vez más grande y se esté visibilizando. Ojalá más gente haga lo mismo que yo. He hablado con muchas personas en distintos ámbitos que quieren hacerlo, pero todavía no se sienten lo suficientemente empoderadas. Ojalá lo hagan, porque mientras más seamos, mejor.

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