La memoria es la capacidad por la cual la mente almacena y recuerda la información. Su pérdida puede ser consecuencia de la enfermedad de Alzheimer, pero también puede tener otras causas.
En 1998 mi abuela materna, Esther, sufrió un accidente en la piscina que le generó varios hematomas en la cabeza, que la pueden llevar a momentos de desorientación geográfica y emotiva, y le causó además una severa pérdida de la memoria, de la capacidad de recuperar sus recuerdos, su información sobre sí misma.
El archivo familiar me brindó fotos, poemas, diarios y cartas. Los mecanismos de la memoria y los materiales que encontré se convirtieron en detonadores de un proceso creativo: la reconstrucción de mis raíces y la interpretación contemporánea de la vida de mi abuela.
Por muchos años ella siguió a mi abuelo, decidió dejar de trabajar para casarse y ocuparse de sus hijos; se adecuó a lo que él consideraba justo y a su forma de ver el mundo dentro y fuera de su casa.
En este proyecto quiero resaltar las desigualdades de género que todavía existen. Busco crear un espacio de diálogo, un espejo a través del tiempo en el cual pueda reivindicar la masculinidad y la feminidad.
Nuestra memoria pertenece inseparablemente al olvido. Necesitamos olvidar para vivir, aprender y crear nuestros recuerdos.
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