La Laguna del Diario, además de una reserva de agua dulce, es un espacio donde diversas especies animales se encuentran para alimentarse y tener a sus crías. Este lugar de playas tranquilas es también un ambiente expuesto a impactos ante los cuales no ha sido protegido.
Cuando se está por llegar a Punta del Este, mirando a la izquierda de la carretera, uno se encuentra de repente con un espejo de agua rodeado de juncos y plantas acuáticas. Esta pequeña laguna, conocida como “del Diario”, tiene una superficie de cuatro hectáreas y se encuentra separada de la bahía de Maldonado apenas por un tramo de unos 50 metros, espacio por el que corre la ruta Interbalnearia.
Un dato histórico interesante es que junto a la laguna se construyó la ciudad de Maldonado en su primera ubicación. En 1755 la ciudad se trasladó a su lugar definitivo. De ese entonces le viene el nombre, ya que en sus orillas pastaban los animales de los primeros pobladores de la ciudad y los caballos de “uso diario” en la zona.
Lamentablemente, hoy la laguna muestra un fuerte deterioro ambiental, causado por el crecimiento inmobiliario del lugar, la contaminación provocada por aguas servidas y problemas de saneamiento, sumados a productos químicos utilizados en parques y chacras marítimas. Esto lleva a la eutrofización del agua, es decir, un aporte excesivo de nutrientes, que genera un crecimiento desbordante de la vegetación, la cual debe ser retirada por embarcaciones especialmente acondicionadas.
En ciertas zonas la laguna ha sufrido, además, el relleno artificial con escombros por parte de algunos propietarios, para ganar metros al agua y tener más terreno para ventas inmobiliarias o emprendimientos empresariales.
A pesar del impacto ambiental que ha experimentado, este cuerpo de agua aún es un lugar de reunión de una gran variedad de especies animales, en particular de aves, que se acercan a alimentarse y criar a sus hijos protegidas por la seguridad de la vegetación de la orilla. La presencia permanente de agua genera un sinfín de recursos de alimentación en forma de insectos, plantas, frutos, peces y renacuajos, que a su vez atraen a muchos animales en búsqueda de comida.
Caraos, cuervillos, garzas y jacanas recorren el borde de la laguna buscando alimento. A veces se pueden ver grandes grupos de gallaretas flotando juntas mientras picotean tallos acuáticos. En un hueco entre plantas vimos a una polla de agua sumergiéndose y salpicando para darse un baño, buscando refrescarse y probablemente combatir parásitos de su plumaje. Estas aves encuentran en la laguna su alimento, principalmente plantas, que complementan con insectos acuáticos y moluscos. También entre las plantas y los juncos arman su nido, una plataforma sencilla sobre la que pueden poner hasta cinco huevos.
Esta es una especie común y fácil de ver, pero si se tiene paciencia y suerte, este paisaje nos puede obsequiar la presencia de algún ave más difícil de encontrar. Cada tanto, abriéndose tímidamente paso entre los juncos, se puede ver pasar al burrito común, de cuerpo pequeño, moviéndose lentamente mientras busca semillas, tallos y algunos insectos y arañas. Se destaca por las bandas blancas y negras en los costados, diseño que es similar en machos y hembras.
Más lejos del agua, trepando por ramas y juncos, se puede ver, dando saltitos entre los tallos, algún naranjero, una cachirla o un pico de plata, y cada tanto algún federal, poniéndole color a la cortina vegetal.
Las zonas de mayor densidad de plantas, de difícil acceso, son el refugio ideal para carpinchos y nutrias, que sólo se dejan ver en contadas ocasiones. Quien se acerque demasiado a la cortina vegetal seguramente llegue a escuchar el fuerte ladrido con el que el carpincho alerta a sus compañeros de grupo cuando hay peligro, y un segundo después la zambullida para sumergirse en la seguridad del agua.
En primavera comienza a llegar un buen número de gavilanes caracoleros, que anidan entre los juncos, y se los puede ver posados en las ramas de los árboles de la orilla, extrayendo la pulpa de adentro de los caparazones de caracoles acuáticos.
Para esta tarea cuentan con un pico largo y curvo especialmente adaptado. Cuando vuelven los fríos, tras haber criado a sus pichones, regresan al norte, buscando climas más agradables.
Apenas comienza a oscurecer, se empieza a escuchar el canto de ranas y sapos brotando de entre los tallos. La abundancia de insectos para comer y la presencia del agua para completar su ciclo reproductivo hacen que los anfibios sean una presencia constante en la laguna, y en los meses de primavera y verano es frecuente ver a machos y hembras entrelazados en el abrazo reproductivo.
Hay varios lugares donde uno puede acercarse a la laguna, pequeñas playas en las que se puede pasar el día, poner una reposera y comer algo mientras se disfruta el entorno, se escucha cantos de aves y se ve pasar los pájaros y las horas volando entre los juncos. Hay mucho para mirar y mucha naturaleza en este pequeño y singular paisaje.
Sin embargo, la gran riqueza de flora y fauna que se mueve en torno a la laguna, y su propia importancia paisajística, no le han ganado ningún estatus que favorezca su conservación: no está declarada como protegida, ni cuenta en los hechos con guardaparques ni otro tipo de personal dedicado a su cuidado.
La laguna es un importante punto de cría de muchas especies, reserva de agua dulce de la zona, un lugar de paseo y recreación y un ecosistema con una muy rica biodiversidad, que debería ser protegido y cuidado con un plan de trabajo dirigido y constante. Si falta la adecuada protección por parte de las autoridades, y los intereses particulares, orientados sólo a la ganancia, se imponen sobre las iniciativas de preservación de algunos vecinos, el futuro puede volverse muy incierto para la Laguna del Diario y su fauna.
Marcelo Casacuberta - Archivo de De la Raíz Films.