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El surtido es político

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La crisis está transformando al Mercado Popular de Substencia en un fenómeno masivo en Uruguay. Su forma de organización le permite ofrecer alimentos y artículos de primera necesidad a precios sensiblemente más bajos.

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Comenzó a funcionar hace tres años, pero en 2020 la crisis lo está transformando en un fenómeno masivo. El Mercado Popular de Subsistencia ofrece alimentos y artículos de primera necesidad a precios sensiblemente más bajos que los de los supermercados, mientras ayuda a reactivar emprendimientos cooperativos y autogestionados.

El Mercado Popular de Subsistencia “es una organización que busca enfrentar el abuso de los supermercados a través de la solidaridad y la lucha”. La propuesta es simple, efectiva y potente: si los supermercados, las grandes superficies y los intermediarios se quedan con un gran porcentaje de la plata de lo que compramos, es mejor hacer el surtido del mes colectivamente, apoyando emprendimientos cooperativos y autogestionados por sus trabajadores.

El Mercado Popular de Subsistencia, al que también se conoce por las siglas MPS, se fundó a fines de 2015 a partir de la Brigada José Artigas, conformada por personas voluntarias del Plan Juntos, la iniciativa de integración habitacional creada en el gobierno de José Mujica. Luego de fundar una bloquera que se sostenía con trabajo voluntario y que tenía como objetivo reducir el costo final de los bloques, desde la Brigada se comenzó a pensar en cómo hacer algo así con el surtido del mes.

—En ese momento la inflación estaba cerca del 10%, y veíamos que las empresas autogestionadas y los proyectos cooperativos no tenían entrada en las góndolas. Desde un primer momento pensamos que el consumo es un hecho político, y empezamos a ver cómo tratarlo. En un inicio nos organizamos en Malvín Norte, Bella Italia, Piedras Blancas, y salió la primera canasta, que era de cuatro productos básicos: dos kilos de yerba, dos de harina, dos de fideos y dos de aceite —cuenta Sebastián Vázquez, integrante del MPS desde sus inicios.

En enero de 2016 llegó la primera canasta y con ella, los primeros ajustes. Uno de los problemas era cómo organizar la logística para que cada familia pudiera elegir qué productos comprar, ya que no todo el mundo consume lo mismo ni de la misma manera. Desde ese momento el MPS no ha parado de crecer. En un plenario de 2017 y ya con muchas más familias, el MPS formalizó la independencia orgánica de la Brigada José Artigas. El crecimiento continuó en 2018 y 2019, pero fue en 2020 que la cantidad de integrantes y el volumen de compra aumentaron exponencialmente. “Desde hace tres meses el MPS viene creciendo de a 500.000 pesos por mes. Ahí hay dos cosas por analizar: una es la pandemia y todo este contexto, y lo otro es la inflación”, dice Vázquez. Por su parte, Verónica Anzalone, integrante de la comisión Comunicación del MPS, agrega que “la pandemia suscitó también la búsqueda de alternativas, mucha gente teniendo tiempo para salir de la rosca, salir de la compra efectista de pasar por un lugar y comprar un surtido”. Desde enero de 2019 hasta marzo de este año el pedido total del MPS se sostuvo por encima de los 500.000 pesos mensuales. En marzo aumentó a 700.000 pesos, en abril a 1.500.000, en mayo a 2.000.000, y se ubicó por encima de los 2.100.000 en junio, julio y agosto.

En la estructura del MPS cada casa es un núcleo, y junto con el resto de núcleos de la zona se forma el barrio. A mediados de mes, la comisión Compras del MPS envía a cada barrio la canasta, una lista, que en agosto fue de 332 productos, divididos en 42 categorías. Cada núcleo marca en una planilla las cantidades que quiere de cada producto, y le transfiere el dinero de su pedido al responsable de las finanzas del barrio, que va rotando. El barrio traslada a la estructura central del MPS el pedido total de los núcleos que lo componen. La comisión Compras del MPS reúne los pedidos de todos los barrios y contacta a los proveedores. El viernes siguiente llegan todos los productos a un polo central de logística en el que, durante dos jornadas, decenas de integrantes del MPS arman los pedidos para cada barrio. La comisión Logística organiza los fletes y los productos son trasladados al centro de acopio de cada barrio, donde se arman los pedidos de cada familia, y ahí los núcleos se llevan el surtido a sus casas. Toda la logística se organiza y ejecuta con trabajo voluntario de integrantes del MPS. Los fletes y los gastos operativos se pagan con un aporte de 15 pesos por cada 500 pesos gastados en el pedido por casa.

Actualmente el MPS está integrado por 1.100 núcleos, organizados en más de 47 barrios de Montevideo y Canelones. Cada mes se suman decenas de núcleos y se forman barrios nuevos. Algunos barrios han crecido tanto que se han tenido que subdividir para poder sostener la logística. La canasta abarca desde productos básicos, como yerba, harina, artículos de limpieza, aceite, arroz, café y fideos, hasta sorrentinos, barras de cereales, productos veganos, hummus, frizzante de maracuyá, sábanas, tabaco, copas menstruales y ropa. En total son 50 los proveedores del MPS, de los cuales 32 son cooperativas y emprendimientos autogestionados por sus trabajadores. En volumen de compra, de los 2.123.306 pesos del pedido de agosto, 1.148.126 pesos (58%) fueron a parar a estos actores de la economía solidaria.

Son las nueve de la mañana del sábado 20 de junio y el Sindicato de Artes Gráficas ya está en pleno movimiento. Decenas de personas de distintas edades y barrios están desde temprano llevando y trayendo cajas, fundas y paquetes de un lado para otro. El movimiento de personas y paquetes es permanente; parece estar todo muy aceitado. El día anterior se descargaron más de 100 toneladas de productos que trajeron los camiones de los distintos proveedores. El sindicato tiene un gran anfiteatro, y en la parte de abajo, los pasillos y las escaleras hay personas con una planilla por barrio. En el escenario funciona el “almacén”, donde están todos los productos. Los voluntarios y las voluntarias van yendo y viniendo hacia allí para armar los pedidos de cada barrio. Cada uno ayuda a armar cualquier pedido, no importa de qué barrio sea. Una vez que se completa el pedido y se chequea que no falte ni sobre nada, llega el camión que va para ese barrio y se arma una cadena humana para cargar todos los paquetes.

En el gimnasio del Programa Apex-Cerro el escenario es parecido. Ahí se arman los pedidos para todos los barrios del oeste de Montevideovideo, y también para Las Piedras, Ciudad del Plata y Libertad. La dinámica es igual que en el Sindicato de Artes Gráficas: el almacén, las cadenas, las planillas, los chequeos.

En el Club Atlético Dryco funciona el polo logístico del barrio Panadería Vidal, como se llama al núcleo que abarca parte de Reducto y Jacinto Vera. Es la primera vez que hacen la distribución en ese local: tuvieron que cambiar porque el anterior les quedó chico. A otra escala, el esquema logístico es igual que los anteriores: se monta el “almacén”, y en distintos rincones del club se arman los pedidos para cada familia. Lo mismo en el Sindicato de Porteros, en Parque Rodó. Desde julio el armado central pasó del local del Sindicato de Artes Gráficas al de AUTE, el sindicato de trabajadores de UTE.

—Lo importante es la autonomía de cada barrio, dentro del marco de los principios generales del MPS. El concepto de solidaridad que manejamos en el marco de la crisis es el que ejercemos con y para los trabajadores, y tiene que ver con la acción en el barrio a través de la olla, a través del merendero —cuenta Vázquez.

El grupo Panadería Vidal, por ejemplo, haciendo uso de su autonomía como núcleo barrial, desarrolla diferentes actividades. El 20 de mayo se plegó a la Marcha del Silencio, el 27 de junio realizó una movilización por el aniversario del inicio de la huelga general contra el golpe de Estado de 1973, el 24 de agosto organizó diversas actividades en el marco de la Marcha del Filtro, y además participa en la olla popular del Club Victoria.

—Los barrios tienen autonomía y, en el marco de la crisis, cada uno trabajó con las ollas y las organizaciones sociales de la zona, y después se fueron desarrollando las canastas solidarias, así como el vínculo y el apoyo a las ollas del barrio. Desde el MPS no hay una comisión Ollas, sino que cada barrio está organizándose para apoyar. Hay muchos barrios que le meten mucho pienso. Se reúnen, hacen documentos, propuestas, se movilizan —explica Anzalone.

Independencia y solidaridad de clase, trabajo voluntario, combate a la riqueza, autogestión, apoyo a la producción nacional y feminismo son algunos de los principios ideológicos que se definieron en el Plenario de 2017, sobre los que se mueve el MPS. En la propia concepción de esta iniciativa se hace énfasis en la importancia de su rol político, se insiste mucho en que no es una cooperativa de consumo, sino una organización política y social.

—En la etapa de progresismo en la que surgió el MPS los trabajadores habíamos conseguido mejores condiciones de trabajo, mejores salarios, y, por otro lado, en ese mismo período se dieron beneficios fiscales y demás para la instalación de empresas multinacionales que terminamos pagando nosotros. La proyección en ese momento era poder pelearla como una cuestión nacional, popular, y poder denunciar el robo de las grandes empresas y las grandes superficies —opina Vázquez.

—Ahora estamos participando en la Intersocial. Que los pedidos se armen en el Sindicato de Artes Gráficas (o ahora en AUTE) y en el Polo Tecnológico del Cerro habla también del tipo de vínculos que nos interesa desarrollar, además de la necesidad de los espacios y la logística, que naturalmente nos hace articular. Muchos de los barrios arman sus pedidos en sindicatos, los sindicatos se interesan por el MPS, se establecen vínculos a nivel de base —dice Anzalone.

—El MPS es una organización política. Tomamos postura en diferentes cuestiones: el año pasado salimos a recolectar firmas contra la ley de riego, formamos parte de la campaña contra la reforma “Vivir sin miedo”, participamos en actividades contra la ley de urgente consideración.

Son varios los desafíos que tiene por delante el MPS. En lo que tiene que ver con el crecimiento y su demanda en cuanto a lo logístico, Vázquez afirma: “Sabíamos que esto en un momento u otro iba a crecer mucho; está prevista la estructura para este crecimiento. Implica nuevos desafíos, conseguir nuevos locales, nuevos polos”.

El crecimiento de estos últimos meses se dio de manera más fuerte en los barrios del sur de Montevideo. Uno de los desafíos, según Anzalone, es desarrollar el MPS fuera del centro montevideano.

—El asunto ahora es cómo llegarles a los que están más jodidos, los que no tienen un sueldo mensual establecido, los que cobran ayudas sociales. Los pobres siempre vivimos en crisis, nunca se sale de la crisis. El que vive en un asentamiento está siempre pedaleando para poder salir. Por otro lado, queremos seguir salteando a las distribuidoras y comprar directo a los fabricantes. Este crecimiento te da más poder de compra, podés llegar y decir: “Yo ya no te compro los 40 litros de aceite que te compraba en 2016, te estoy comprando 700 litros”. Esto implica que el poder popular puede regular los precios de los productos básicos —dice Vázquez.

Además de abaratar el consumo (se estima que en promedio los precios de la canasta del MPS son 35% más baratos que los de las góndolas de los supermercados) y construir organización política y social, el volumen de compra está generando coletazos positivos hacia los emprendimientos autogestionados y cooperativos que proveen al MPS. Anzalone explica que “los emprendimientos pueden proyectar sostenerse a base de la compra del MPS. En el entorno de esos emprendimientos y cooperativas con las que trabajamos empiezan a desarrollarse oportunidades y puestos de trabajo a partir del pedido del MPS”. La quesería de la Cooperativa Agraria Cololó, proveedora del MPS de varios productos lácteos, se mantiene por la compra que le hace el MPS, asegura Vázquez. “Son cinco fuentes de trabajo que estaban por desaparecer y el MPS ha ayudado a generar proyección y estabilidad en la cooperativa. Hay un ingreso casi fijo asegurado, que además crece todos los meses”.

En el actual escenario de crisis económica, Vázquez está convencido de que lo único que va a crecer es la economía popular: “Porque van a crecer el desempleo, la pobreza, y ahí aparece la economía popular como un crecimiento positivo: no sólo el MPS, también el trueque, la feria”.

Para ingresar al MPS hay que contactarse a través de la web www.mps.org.uy o Facebook. Allí se conecta con el núcleo barrial correspondiente, se hace una charla explicativa, y luego se puede participar en el pedido.

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