Hoski, escritor, poeta, músico y docente
»»Todo termina aquí, de Gustavo Espinosa (HUM): “La devoré apenas puse mis pies en Santa Teresa. Como en Las arañas de Marte, Espinosa hace énfasis en el pacto ficcional, en las relación emisor-receptor. De este modo, la novela está construida como una serie de relatos folletinescos sobre personajes locales escritos para un diario por el propio Espinosa, notas del archivo del diario y de sus lectores, letras de canciones y la voz, poética y explícitamente imaginada, de uno de los personajes. La novela hace reír porque, con oficio de ventrílocuo, el autor reconstruye diferentes voces que hacen a la lógica pueblerina (la larga introducción editorial del diario y su retórica, que sirve de prólogo) y porque en ese juego el material en el que pudo basar sus historias queda velado, como una guiñada visible cuyos destinatarios desconocemos. Y conmueve: la mano firme del escritor que trastoca la posible historia folclórica de dos marginales en un blues poderoso y psicodélico”.
»»Los ojos de una ciudad china, de Gabriel Peveroni (HUM): “Todo termina aquí me hizo pensar un poco en Los ojos de una ciudad china, de Gabriel Peveroni, una novela contemporánea: en ambas la estructura es espiralada y heterogénea, en ambas se confunden personajes anónimos, ficticios y verosímiles, con referencias pop históricas; en ambas hay un mundo cerrado del pasado, con sus mecanismos y lógicas propias. Linda comparación: la Shangái de Peveroni, el Treinta y Tres de Espinosa”.
»»El inglés, de Martín Bentancor (Estuario): “Para cerrar propongo una última escala: el Oeste de Canelones. Mientras sufría ansioso las fiestas anduve leyendo El inglés, una novela muy bien escrita que evoca, a partir de un velorio, una historia ocurrida casi un siglo atrás. En El inglés y en Todo termina aquí (los dos libros tienen comentarios de contratapa cruzados de uno y otro autor) hay un afán de dar cuenta de lo propio evitando el costumbrismo, conjugando en los planos del margen la refracción de los universales: el rock, la tecnología, la propia literatura. Espinosa y Bentancor retoman el valioso legado de Espínola. En el caso de Espinosa, continúa también la del docente que escribe. Ahora yo también debo hacer lo mismo mientras no vuelva a las aulas”.
Leonor Courtoisie, actriz, directora, autora teatral y una de las fundadoras de la editorial Salvadora recomienda textos que conoció durante su residencia en Colombia de “mujeres que escriben sobre mujeres y realizan una mirada crítica sobre sus universos”
»»Manteca de muerto, de Genny Cuervo (Secretaría de Cultura de Cali): “Dramaturgia con fuerte carácter visual, donde la magia y las plantas medicinales, las brujas y las niñas, la miseria y la agresión forman parte de un mismo panorama. Una cartografía de la violencia, de clases y de género, que retrata y expone aquello de lo que no se debe hablar y lo ubica, articulando cada fragmento, en un andamiaje que permite miradas disímiles. Lo literario y la teatralidad puestos en un mismo plano, aquel donde la realidad no supera la ficción, sino que van de la mano”.
»»Flores para Ethel Gilmour, 1940-2008: “Un homenaje realizado por la Universidad EAFIT y el Museo de Arte Moderno de Medellín, coordinado por Imelda Ramírez y María del Rosario Escobar, acerca de la vida y obra de la pintora estadounidense, radicada por 30 años en Medellín, Ethel Gilmour. Imágenes de su obra, fotografías de archivo personal y testimonios de una historia de amor se intersectan con el entorno bélico de la ciudad. Una extranjera que no exotiza, sino que utiliza el día a día y lo estampa, mezclando la flora autóctona con armas y los elementos de cocina con militares, denominando cada pieza con poesía, a veces irónica, y resignificando cada obra como parte de una narración o poesía visual de lo cotidiano. Pintura pop que podría tildarse de ingenua pero sostiene una dura crítica del entorno”.