El precioso volumen de tapa dura de Floreced mientras. Poesía del Romanticismo alemán procura reunir a las piezas “más emblemáticas y reconocibles” de este movimiento. Aquí nos encontramos con poemas de August Wilhelm von Schlegel, Ernst Moritz Arndt, Friedrich Hölderlin, Friedrich Schlegel, Novalis, Ludwig Tieck, Wilhelm Heinrich Wackenroder, FWJ Schelling, Philipp Otto Runge, Friedrich de la Motte Fouqué, Clemens Brentano, Karoline von Günderrode, Achim von Arnim, Bettina von Arnim, Justinus Kerner, Ludwig Uhland, Joseph von Eichendorff, Gustav Schwab, Wilhelm Müller y Heinrich Heine.
De algunos de los autores seleccionados se podrían conseguir poemarios en español, pero de la mayoría no, de modo que este resulta un gran aporte para conocerlos. Se podrá discutir –siempre se discute– la pertenencia de alguno de ellos al rótulo de románticos, pero más allá de eso, está claro que podemos ubicarlos en ese período en el que tradicionalmente situamos al Romanticismo, entre finales del siglo XVIII y mediados del XIX. La antología, además de las obras, incluye un prólogo, notas, pequeñas biografías de los poetas y un interesante capítulo titulado “Teorías”, que no es otra cosa que textos de varios autores a propósito de cuestiones que atañen al movimiento en cuestión.
La fantasía se eleva sobre los mares
No me gusta hablar de la utilidad de la poesía, quizá porque no me gusta la palabra “utilidad” aplicada a aquello que atañe al arte. Por eso me cuesta responder a una pregunta del tipo “para qué sirve este libro”, pero siempre he pensado que hay libros que son apropiados para ciertos lectores. Y en ese sentido, sí podríamos hablar de una “utilidad”. En primer lugar es bueno recordar que el romanticismo, además de ser un movimiento histórico, es también un estado del espíritu. La predominancia de los sentimientos por sobre la razón, la expansión del yo, la creatividad, la ensoñación, la melancolía, el gusto por los paisajes remotos o exóticos, el despegarse de determinadas normas, la comunión con la naturaleza, la nostalgia del infinito, todo eso tiene que ver con el Romanticismo histórico, pero también con una actitud frente a la vida, y ahí es donde muchos de nosotros nos podemos sentir reconfortados como lectores.
Más allá de eso, Floreced mientras es un excelente libro para aquellos que quieran acercarse al Romanticismo alemán como estudiantes, investigadores o docentes. La profusión de obras y de documentos es sumamente útil para abordar el tema e ilustrar con abundantes ejemplos las distintas características del movimiento. Por otra parte, el estudio del Romanticismo permite comprender todo lo que vino después, y de hecho el arte contemporáneo no sería comprensible sin el subjetivismo que le aportó este movimiento.
Novalis decía: “El mundo debe ser romantizado”, “así redescubriremos su sentido originario”. “Romantizo”, explica el autor de los inmortales Himnos a la noche (1800), “cuando doy a lo común un significado superior, a lo familiar una apariencia misteriosa, a lo conocido el valor de lo desconocido, a lo finito la apariencia de lo infinito”. Pero también el poeta puede actuar del modo contrario, señala Novalis, logrando que lo infinito, lo elevado, lo místico, reciban una “designación común”. Llama a este proceso “filosofía romántica. Lingua romana. Elevación y regresión cruzadas”.
En definitiva, lo que está diciendo Novalis es que no se trata sólo de que el hombre conquiste el universo, sino también de que el universo ingrese en el hombre. Para ello, es imprescindible asumir y llevar al límite la capacidad creadora del individuo. Esto se corresponde con una estética que sostiene que “el artista no puede usar ni el más mínimo elemento de la realidad tal y como en ella se encuentra, y que su obra ha de ser ideal en cada una de sus partes, sólo así tendrá realidad en su conjunto y concordará con la naturaleza”.
Uno de los bellos poemas que integran la antología (todo el libro es una belleza), escrito por August Wilhelm Schlegel, se titula, de modo ejemplar para lo que estamos señalando, “Mi opción”. Este soneto se refiere precisamente a una elección que marca el destino del espíritu: “Trabajos y cuidados habitan yermas playas / sin exceder jamás su estrecho círculo. / La fantasía, en cambio, se eleva sobre mares / lejanos convocando islas felices, tierras fabulosas”. La aventura está presente cuando expresa: “Alegremente suelto el amarre a mi bote / y el avanzar desvela los presagios; / las almas de canciones recién nacidas soplan / por mi vela y le hinchan sus ropajes”. Sobre el final, Schlegel redondea en estos términos la idea central del soneto: “Conduce así pues, dulce poesía, mi vida...”.
Floreced mientras. Poesía del romanticismo alemán. Edición bilingüe de Juan Andrés García Román. Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2017. 640 páginas.