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Gajos sueltos: sobre Pequeñas bestias, de Brandon Taylor

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El escritor estadounidense ganó con este volumen de cuentos el Story Prize 2022.

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En general en las personas hay dos configuraciones y dos planos que, a veces, se superponen. Una cosa es lo que pensamos, lo que ideamos, lo que proyectamos e incluso lo que creemos que ocurrirá; después están los cuerpos. Hay toda una tensión y una danza en el encuentro de dos psiquis a través de sus cuerpos.

Es tremendamente difícil hacer coincidir expectativas con realidad. En el encuentro de dos cuerpos han ocurrido un millón de supuestos antes.

Un ejemplo lateral, pero útil: el otro día un amigo me contó que su pareja tramaba todas las discusiones, con sus respuestas y posibles salidas, aun antes de entablar el diálogo. Me pareció lo más normal del mundo. Pasamos la vida tratando de acomodar lo que depende de la relación con otras personas, otros deseos, otras emociones, batallas y conflictos. La estrategia es una forma más de la vida.

Pequeñas bestias es una suma de relatos; cuentos hilvanados por una historia fragmentada en otros, dispersos a lo largo del libro. Y es, además del libro que le valió a su autor, Brandon Taylor, el Story Prize en 2022, una configuración que presupone que los cuerpos y las cabezas cargan con pesos, historias, nudos y conflictos.

A veces todo se resuelve con un abrazo. No por la metáfora del abrazo sanador, porque un abrazo, un contacto, también puede ser desgarrador, pero sí por la idea de un roce que te saque de tanta especulación mental. Y qué pasaría si, y qué pasaría si... y pasó.

Pequeñas bestias comienza con Lionel, un joven afroestadounidense universitario cuya carrera académica está medio alicaída y que va a una cena de agasajo de un colega pero se arrepiente casi inmediatamente. Su especialidad sería la de no ser visto, pero conoce a Sophie y Charles, una pareja de bailarines que tienen una relación abierta y que, rápidamente, lo absorben. Habrá cinco cuentos o apariciones más de este triángulo inconcluso.

Uno de los elementos centrales de los relatos de Taylor -de ahí su potencia conectiva, su potencia narrativa y, por qué no, su potencia seductora- es la soledad. La soledad deseada, pero también la que no. Vivimos en sociedades en las que estamos frente a una gran tensión subterránea que nos empuja en dos sentidos contrapuestos: la realización individual, la glorificación de las capacidades autónomas, el famoso yo me arreglo solito (esto es viejo, los Vivitos y Coleando cantaban hace 30 años: “Yo no me arreglo solito, necesito a los demás”) y la idea de completitud en términos de amor, pareja, bienestar.

Una pregunta emerge, entre tantas otras: ¿existe acaso algo como la media naranja? ¿Y si son tres gajos? ¿Y si no hay tal cosa como completar porque somos puro agujero? Obviamente, emergen respuestas que no van por el lado del amor de pareja, porque la amistad, las relaciones familiares e incluso las relaciones sexuales fallidas devenidas amistad también aparecen aquí.

Y si algo aparece es el deseo: correspondido o no, reprimido o no, incluso aquel al servicio del deseo ajeno. Lo dicho: con este libro Taylor ganó el Story Prize y antes, en 2020, había ganado el Booker Prize con Real Life, con una historia de universitarios afro queer: un modo de representarse a sí mismo en esas historias yanquis tan típicas en las que no suelen ser protagonistas.

Un libro que es como la gota que horada la piedra. De a poco. Va entrando. Va golpeando. Y deja huella. Una marquita en algún lado.

Lo que han destacado de su literatura es la capacidad de posar la mirada en lo cotidiano, en lo sencillo, en lo que no parece la gran historia, para describir la tensión del mundo: un Chéjov afroestadounidense de clase media en el siglo XXI. Ojo, porque digo esto con el mayor de los cuidados: pensando la literatura como sondeo del alma humana. Como capacidad de ubicar en aquello que tiene múltiples círculos de dificultad: lo afro, lo queer, lo clase media universitaria, aquello que realmente hace iguales a los que habitan el mundo: el deseo, la imposibilidad de entender el deseo ajeno, la manipulación en pos del deseo propio y, a veces, la búsqueda casi desesperada de la ternura.

Pequeñas bestias. De Brandon Taylor. Argentina, Chai, 2022, 248 páginas. Traducido por Juan Nadalini.

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