Las cámaras se apagaron, las semanas pasaron y el asentamiento Kennedy está más abandonado que nunca, aunque allí todavía residen cientos de familias a la espera de una mudanza, denuncian vecinos. El 21 de febrero, se inauguró el barrio al que llegaron las primeras 15 familias realojadas, en una ceremonia que contó con la presencia del presidente de la República, Luis Lacalle Pou, y el intendente de Maldonado, Enrique Antía.
Los que esperan están acorralados. Por los escombros de las casas desocupadas que derribaron las máquinas municipales en el centro del asentamiento, por ratas y pulgas que se reprodujeron a mansalva con las semanas, por la basura voluminosa -plásticos, hierros, maderas, latas, cables- que toman y descartan por doquier las personas que hurgan en busca de algo para vender. Acorralados por micro-narcos que se enfrentan a balazos, con una violencia que no veían desde hace años en el barrio.
Esas son algunas de las quejas que plantean quienes siguen en el asentamiento ante el equipo social de la ONG que trabaja en el realojo, a través de reuniones que se realizan en el centro comunal. Todo eso muestran los videos y las fotografías enviadas este lunes a la diaria. También hay audios, grabados cuerpo a tierra, desde el interior de las casas: suenan las balas de los narcos en el viento y contra las paredes y los techos de chapa.
El peor de los miedos
María José Correa quiso hablar. Así, con nombre y apellido, “porque no se aguanta más” y porque “la ONG no da ninguna respuesta”. Porque tiene 37 años y vive desde los 3 en el Kennedy y le prometieron mudarla en febrero y todavía está esperando. Teme que su familia, en la que hay una niña de cinco años, termine enferma por la presencia de las ratas y las pulgas que “se te suben hasta cuando vas al almacén”.
O peor aún, que en cualquier momento alguna de esas balas de las que se guarecen desde hace dos noches con colchones parados contra la pared, alcance a alguien de la casa. “Algunas familias que tenían boca fueron realojadas, pero dejaron su negocio en el barrio. Y otros también han venido para quedarse y disputar terreno. Hace dos o tres días que nadie duerme. Mi marido llamó a la Policía, les dijo que estaban en el fondo, y el patrullero siguió para otro lado. No nos dan pelota”, relata.
En medio, llega una vecina a buscar una bolsa de ropa para su niña, también de cinco años. “El viernes le prendieron fuego a la casa y se quedaron sin nada. Los estamos ayudando entre todos”, dice María. Y pone a su vecina, cuyo pedido de ayuda ha circulado en las redes sociales, al teléfono.
“Estamos en situación de calle, viviendo por unos días en una pieza prestada. Esperaron que saliera con la niña y prendieron fuego. La Policía no hace nada, no para nada”, dice la vecina, sin dar más detalles sobre los responsables, que también afectaron la casa de al lado. “Esto está horrible, mucho peor que antes, es tiro tras tiro y no sabemos cuándo una bala va alcanzar a nuestros gurises. Ya no pueden jugar en la calle. Ayer (por el domingo) mi niña estaba afuera a las 9 o 10 de la noche y tuve que entrarla de apuro por las balas. Vivo con miedo por ella”, se desahoga.
La peste
Cuenta María que, desde el inicio del realojo, los escombros de las casas abandonadas son como diques que desvían hacia más calles las aguas servidas de siempre; que los materiales abandonados obstruyen las cunetas que nadie limpia; que el agua potable escasea más que antes porque las máquinas de la demolición rompen los caños y nadie los repara.
Que los montículos de bloques y chapas y colchones podridos son vertederos a cielo abierto de basura domiciliaria, que muchos perros abandonados por las familias que se fueron la desparraman. Otros prefieren quemar sus desechos allí arriba: “Si antes de empezar el realojo eran una o dos columnas de humo negro, ahora son muchas más. No hay contenedores ni recolección y sólo los que tenemos auto podemos llevar nuestra basura”.
María está indignada, pero más su marido, que vocifera frases desde atrás. Que cuente esto y aquello, que no se olvide de mencionar tal cosa. Que no hay campañas para desratizar ni fumigaciones, por ejemplo. Apenas la deja hablar, pero ella continúa: “Somos muchos los vecinos que reclamamos a la ONG, pero no dicen por qué se atrasó el realojo, ni hay planes para ayudarnos con todo esto horrible que estamos viviendo. Mientras siguen las publicidades de la IDM que hablan de empatía y romantizan el realojo, acá seguimos nosotros”.
Alejandro Lussich: "Retomaremos con más fuerza"
El director general de Vivienda, Desarrollo Barrial y Salud de la IDM, Alejandro Lussich, admitió que el proceso de realojo está retrasado debido a “un inconveniente” que se generó por “la rotura en la línea de media tensión de UTE”, días después de iniciada la mudanza colectiva.
En diálogo con la diaria dijo que este lunes “se solucionó” y que, si las condiciones del tiempo lo permiten, a partir de mañana retomarán las mudanzas “con más fuerza”.
Desde el 21 de febrero se trasladaron 39 familias. “Se trabajó en el realojo durante tres días: 21, 22 y 23 de febrero. Luego hubo que suspender por este problema de UTE. Estaba previsto un ritmo de realojo de 10 a 12 por día, pero trataremos de aumentar la cantidad a más de 15, para poder llegar más rápido” en el cronograma anunciado, informó.
En cuanto a la acumulación de escombros de las viviendas demolidas, dijo que es una estrategia de la IDM que no tiene marcha atrás. Que fue una decisión que funcionó muy bien en otros realojos, como el de El Placer o el San Antonio II, para impedir que los predios liberados fueran nuevamente ocupados.
“En esta ocasión, como estamos realojando por manzana, habrá menos vecinos afectados porque no tendrán escombros linderos, sino cruzando la calle. Entendemos que eso va a mitigar bastante”, consideró. En cuanto a por qué el realojo comenzó desde el centro del asentamiento y no por los extremos, dijo que “fue una decisión técnica”.
El plan es avanzar desde el centro hacia el norte del asentamiento y dejar para el final la primera manzana sobre la avenida San Pablo, “que es la más complicada porque tiene más hacinamiento y es más difícil la demolición”.
De todos modos, considerando que las 100 viviendas que falta construir en el nuevo barrio “van volando”, estimó que para fines de abril realojarán a más familias de las 375 que preveían para esa fecha.
Consultado sobre los problemas de higiene que genera la acumulación de escombros, dijo que “se pueden trabajar” los planes de desratización o fumigaciones que reclaman los vecinos, en coordinación con el área de Aseo Urbano de la IDM. En contrapartida, destacó que se realizan tareas para controlar la cantidad de mascotas abandonadas por los dueños que se realojaron.
A su juicio, los “inconvenientes” que viven los vecinos son mientras esperan el realojo serán “subsanados” cuando pasen a residir en el nuevo barrio. “Entretanto, que planteen sus reclamos a la fundación que hace el trabajo de campo. Todavía no me los han trasladado, pero me pondré sobre el tema”, prometió.
Sobre el incremento en la inseguridad, debido al enfrentamiento entre quienes regentean bocas de drogas en el asentamiento, Lussich dijo que están coordinando con la Policía y que ésta trabaja con la Fiscalía, pero no ofreció detalles. “Lo que puedo decir es que le estamos prestando atención al tema, no me parece conveniente andar adelantando acciones que puede llegar a tomar la policía o la justicia en ese sentido”, concluyó.
Por otro lado, estimó que después de Semana de Turismo estará funcionando la Policlínica de la Administración de los Servicios de Salud del Estado en el nuevo barrio. Y dijo que se trabaja con la Administración Nacional de Educación Pública para ampliar la escuela 112 -"que quedó chica"- y ubicar en escuelas cercanas a los niños que van llegando.