Tras cinco años de esperar autorizaciones oficiales para investigar el mundo subacuático de la bahía de Maldonado, el doctor Rodrigo Torres logró desarrollar junto a sus estudiantes de la sede fernandina del Centro Universitario Regional Este (CURE) varias líneas de investigación para conocer más sobre la arqueología y paleontología en tres sitios de Punta del Este.
Torres, docente adjunto y coordinador del Laboratorio de Arqueología Subacuática y Conservación de Bienes Culturales, que es parte del Centro de Investigaciones del Patrimonio Costero (Cipac) del CURE, ofreció junto a los estudiantes Matías Dourteau y Sebastián Tito los resultados parciales de las campañas realizadas entre diciembre de 2023 y abril de 2024.
Por un lado, se centraron en los restos del barco de guerra británico Agamemnon y de la fragata española Salvador, cuya búsqueda y rescate generaron múltiples desacuerdos y litigios en las últimas décadas entre gobiernos y particulares “cazatesoros”. Por otro, en los hallazgos de fósiles de megafauna realizados por lugareños en la zona de la parada 1 de la playa Mansa, hasta ahora inexplorados.
Nuevas tecnologías para antiguos hallazgos
En marzo de este año, el equipo del CURE recibió a representantes del astillero donde fue construido el Agamemnon, quienes se sumaron a la investigación. El trabajo permitió elaborar una “fotografía tridimensional de altísima resolución” de los restos del barco de guerra.
En la imagen se observan partes de la nave, balas de cañón y los tablones de madera que formaron parte de su construcción. “Este sitio fue tremendamente impactado por los cazatesoros, por eso del alhajamiento del barco no se puede ver ya casi nada”, lamentó Torres durante la presentación, que se llevó a cabo en el museo Mazzoni de Maldonado.
También mostró imágenes recogidas mediante un sonar de barrido lateral que les permitió “ver el esqueleto del Salvador, mapearlo y dejar una constancia de sus medidas y la profundidad a la que se encuentra”. El científico resaltó la importancia de esta técnica, ya que “genera un precedente que permite ver cómo es erosionada la zona con el paso del tiempo”.
Por otra parte, sueñan con concretar en Punta del Este un museo digital sobre la ruta de las embarcaciones coloniales, que empezó a tomar forma en 2020, pero se frustró poco después. El equipo de Maldonado miró entonces a Colonia, donde, con apoyo de la Unesco, logró concretar su Museo Marítimo Virtual como una alternativa a los espacios museológicos tradicionales.
Fósiles de megafauna en la parada 1
El tercer enfoque, uno de los puntos más atractivos para el numeroso público presente en el museo –donde llamó la atención la ausencia de autoridades de la Intendencia de Maldonado–, fue la investigación a partir de hallazgos de fósiles de megafauna en la parada 1 de la playa Mansa, presentada por Sebastián Tito.
Trozos de fósiles han sido recolectados, mayormente, por lugareños con el correr de los años entre la parada 1 y la zona de La Pastora. La investigación se acotó a la parada 1 y, entre otros objetivos, apunta a determinar desde qué zona de la bahía fueron arrastrados por la corriente. Es decir: encontrar la fuente.
Los fósiles “corresponden a animales de megafauna terrestres, extintos en el último período glacial, y datan de hace 10.000 años”, dijo Tito, quien prepara su tesina sobre paleontología subacuática. Entre otras especies, mencionó “osos perezosos que pesaban más de tres toneladas y gliptodontes” –a los que comparó con “tatúes del tamaño de un auto”– que, según sus datos, “vivían hace miles de años en esta bahía”, cuando la isla Gorriti era “un cerro”.
Ahora los expertos buscan determinar por qué los materiales prehistóricos y arqueológicos aparecen en ese punto de la playa Mansa. Por eso empezaron a mapear la parte subacuática con sensores de geofísica que, según Torres, se están aplicando por primera vez en Uruguay para estudiar la paleontología subacuática.
“Estamos aprendiendo sobre la dinámica de las olas y de las corrientes. El objetivo principal es encontrar los fósiles en contexto, ubicados en la roca, la fuente de donde salen”, agregó el docente. “No terminamos de entender si estaban originalmente en rocas o capas geológicas que fueron erosionadas y llevadas a la playa”, comentó.
Investigación justo a tiempo
Con todo, el equipo aclaró que, por el momento, cuenta con datos preliminares y que está procesando otros resultados con vistas a publicarlos en documentos de divulgación científica (conocidos como papers) y páginas web de la especialidad. “La mejor manera de preservar es dar a conocer”, dijo Torres.
Para los expertos, es importante que la bahía de Maldonado sea considerada “por su gran interés paleontológico y arqueológico” y que exista una particular atención a posibles impactos negativos. “Se sabe muy poco sobre las dinámicas de la bahía de Maldonado. El único grupo que la estudia permanentemente es el Cipac. Es importante que el país empiece a solicitar estudios de impacto arqueológico también en las obras subacuáticas”, añadió el científico brasileño.
Buscan, por ejemplo, crear insumos actualizados para cuando se defina el proyecto de ampliación del puerto de Punta del Este que anunciaron el Ministerio de Transporte y Obras Públicas y la Intendencia de Maldonado meses atrás. Por otro lado, a principios de agosto el ministro de Turismo, Eduardo Sanguinetti, confirmó que avanza un proyecto para construir una terminal de cruceros en Punta del Este, “que podría ubicarse en la parada 26 de la playa Mansa o hacia Piedras del Chileno”.
En cualquier caso, Torres consideró que deben estar “preparados” para que los organismos estatales intervinientes en los proyectos les soliciten estudios de impacto arqueológico. Comentó que en los procesos de dragado suelen aparecer restos que las empresas no reportan o desechan. Por eso, Torres remarcó que el Estado uruguayo necesita un protocolo que asegure los estudios de impacto arqueológico y patrimonial en el ambiente subacuático.