Entrada la noche, el sitio del Consejo Electoral Supremo de Nicaragua continuaba caído, como lo estuvo durante casi toda la jornada electoral celebrada este domingo en el país centroamericano.
Si bien los resultados oficiales no habían sido difundidos, se daba por descontada la reelección del presidente Daniel Ortega, de 75 años, quien acompañado de su esposa Rosario Murillo, candidata a vicepresidenta, seguirá gobernando al país.
Ortega permanece en el gobierno en forma ininterrumpida desde 2006, y antes había gobernado de 1985 a 1990. Al finalizar su segundo mandato, en 2012, el líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) optó por la reelección y volvió a hacerlo en 2017, esta vez gracias a un fallo judicial que le permitió eludir la prohibición de postularse a una tercera candidatura consecutiva. Al año siguiente, en 2018, hubo masivas manifestaciones populares contra el gobierno, que tuvieron como respuesta una durísima represión por parte de las fuerzas de seguridad, lo que colocó al gobierno en el foco internacional. Miles de nicaragüenses debieron exiliarse y a partir de ese momento la calidad democrática del país no hizo otra cosa que deteriorarse y perder credibilidad a nivel internacional.
La jornada electoral en Nicaragua —a falta de incertidumbre acerca de los resultados porque los candidatos que podían presentarle algún tipo de disputa a Ortega fueron detenidos a partir del mes de junio, por lo que quedaron por fuera de los comicios— tenían como principal punto de interés el nivel de asistencia de la población a los centros de votación.
Algo más de cuatro millones y medio de nicaragüenses estaban convocados para sufragar en las elecciones en las que estaban en juego la presidencia del país, además de la renovación total de los cargos de la Asamblea Nacional, el órgano unicameral legislativo que integran 92 legisladores y también 20 escaños para el Parlamento Centroamericano.
Respecto a la participación, a falta de datos oficiales, la información variaba enormemente dependiendo de quién difundiera los datos. Mientras las organizaciones opositoras aseguraban que la asistencia fue muy baja, los medios oficialistas alentaban a la participación y remarcaban el alto nivel de involucramiento de la población en las elecciones. Paralelamente, Urnas Abiertas, una entidad de supervisión opositora al gobierno, denunció que durante la jornada electoral se produjeron al menos 200 hechos de violencia en el marco de los comicios en varias partes del país, según informó el portal local El Confidencial.
Sin misiones internacionales de observadores como sucede en la enorme mayoría de los procesos electorales que se realizan en el mundo, este domingo en Nicaragua hubo apenas acompañantes electorales de sectores políticos extranjeros afines al gobierno de Ortega. Así, mientras el presidente venezolano Nicolás Maduro calificó como una “jornada de paz” la elección y los acompañantes que llegaron desde Rusia a Managua y otras ciudades destacaron el “buen nivel de organización y transparencia”, exiliados nicaragüenses se manifestaron en varios países denunciando los comicios como una “farsa”.
Pero lo que se piense fuera de fronteras parece no interesarle demasiado a Ortega y sus funcionarios. En ese sentido, según informó Efe, el canciller nicaragüense, Denis Moncada, afirmó este domingo después de votar que el gobierno no teme a que la comunidad internacional desconozca las elecciones. “No vamos a intimidarnos con sus amenazas, con sus medidas unilaterales, con sus sanciones, con sus amenazas de desconocimiento de elecciones”, declaró el canciller Moncada en referencia a la comunidad internacional, principalmente a Estados Unidos y la Unión Europea (UE), según informó la agencia Efe.
El propio Ortega durante la jornada electoral envió un mensaje a través de una cadena nacional de radio y televisión en la que calificó las votaciones como “una señal y un compromiso de la mayoría por la paz”. Durante su intervención el mandatario defendió el proceso electoral, cuestionado por la falta de competencia, el encarcelamiento de opositores y la represión generalizada contra la sociedad civil, medios independientes y sacerdotes críticos.
Ortega también aprovechó la ocasión para criticar a la oposición, a la que acusó de haber promovido un golpe de Estado en 2018 con el apoyo de Estados Unidos. “Se jactaron filmando la destrucción, los asesinatos, defendiendo los tranques públicamente, no tenían vergüenza, ni dignidad alguna, ni amor a las familias y la patria”, expresó el exlíder guerrillero.
“El voto no mata a nadie, no causa herida alguna en ninguna persona, el voto no llama al terrorismo, a la guerra, a hacer tranques en la patria y que se paralice la economía. No podemos olvidar a quienes sembraron el terror”, agregó Ortega.