El Parlamento uruguayo discute actualmente un proyecto de ley que otorga prisión domiciliaria a los presos mayores de 65 años, que beneficiaría directamente a los militares encarcelados en Domingo Arena por violaciones a los derechos humanos en la última dictadura cívico-militar. El líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, y otros dirigentes de este sector político sostienen públicamente que los represores han sido injustamente encarcelados. El autodenominado Foro de Montevideo, que tiene como cara visible a la escritora Mercedes Vigil, columnista de la revista del Centro Militar El Soldado, va más allá y le solicitó directamente al presidente Luis Lacalle la liberación de los represores, a quienes considera “presos políticos”.
Estos discursos no son nuevos, ni siquiera son originales en la región; lo novedoso es que hoy se expresan sin tapujos. En Argentina, Victoria Villarruel, número dos de la lista de diputados nacionales de La Libertad Avanza, grupo político encabezado por Javier Milei, también utiliza el término “presos políticos” para referirse a los represores. Villarruel fue además impulsora del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, que propone poner el foco en las víctimas de la guerrilla en su país. En la misma línea, en Uruguay, este año Cabildo Abierto presentó un proyecto para reparar a las víctimas de grupos armados entre 1962 y 1976.
Villarruel justifica la dictadura, y lo mismo hizo días atrás el candidato presidencial chileno del Partido Republicano, José Antonio Kast. Esta semana, Kast dijo públicamente que en la dictadura de Augusto Pinochet se hicieron elecciones y que “no se encerró a los opositores políticos” como sucede en Cuba, Nicaragua y Venezuela. La dictadura chilena fue responsable de más de 3.000 asesinatos y desapariciones, y las víctimas de torturas y prisión superan las 35.000, según el último informe oficial difundido en 2011.
En Brasil, el presidente Jair Bolsonaro ha homenajeado en más de una ocasión a figuras de la dictadura de ese país y propuso en 2019 conmemorar el golpe de Estado de 1964. Ante las críticas, cambió el término pero no el concepto. “No es conmemorar. Es rememorar, revisar lo que está equivocado, lo que está bien, y usar eso para el bien de Brasil en el futuro”, dijo a la prensa. “¿Dónde se ha visto en el mundo que una dictadura le entregue el poder de forma pacífica a la oposición? Sólo en Brasil. Entonces, no hubo dictadura”, manifestó en entrevista a la televisión Bandeirantes, según recogió el canal France 24, y añadió: “No quiero decir que fue una maravilla. Ningún régimen lo es. ¿Qué matrimonio es una maravilla? De vez en cuando hay problemitas. Son raras las parejas que no tienen un problema”.