El director de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Antón Leis, recibió a la diaria en el Centro de Formación de la Cooperación Española para hablar sobre el propósito de su visita a Montevideo. Contó que su llegada se dio en el marco del primer encuentro de una serie de cuatro que se van a realizar en América Latina y el Caribe en los próximos meses. Durante el 5 y el 6 de mayo se hicieron dos actividades en el Centro de Formación de la Cooperación Española que tuvieron la presencia de medios de prensa latinoamericanos y representantes de sociedades civiles, feministas, indígenas y LGTBI.
Según Leis, les pareció importante que el ciclo de encuentros empezara en Uruguay por la trayectoria democrática del país, que, “más allá de los vaivenes políticos”, siempre apostó por un sistema de cohesión social. El objetivo de estas actividades es generar espacios de diálogo para “escuchar, tomar nota y hacer documentos con conclusiones que nos ayuden a diseñar un nuevo programa de gobernabilidad y democracia”, planteó.
¿De qué se trata el programa “Por un nuevo contrato social: renovar la democracia para no dejar a nadie atrás”?
Por ahora no tenemos programa, lo que estamos haciendo aquí es desarrollarlo. El 25 de abril nuestro ministro de Asuntos Exteriores [José Manuel Albares] lanzó esta iniciativa que es una reflexión sobre la democracia y el contrato social en el momento pospandemia. No está pensada exclusivamente para América Latina ni para la cooperación, es una reflexión ante la preocupación que compartimos los españoles, uruguayos, europeos y latinoamericanos sobre el estado de las democracias en el mundo. Estamos llamando a una reflexión sobre lo que funciona, lo que no y cómo salimos de esto. Además, es una reflexión que va más allá de las instituciones formales y los sistemas oficiales, por eso estamos haciendo este primer encuentro aquí con sociedades civiles y medios de prensa.
Esta iniciativa va más allá de la cooperación, es una iniciativa de política exterior española para hablar de los problemas y los desafíos de las democracias de igual a igual. No es la visión de la cooperación española en las décadas del 80 y el 90, que fue muy útil compartiendo la experiencia de la transición democrática española; estamos en otro momento político, en un momento del mundo muy distinto. Por un lado, hay gente y movimientos políticos que cuestionan la democracia. Por el otro lado, hay un cuestionamiento por parte de la ciudadanía que en realidad es una demanda de más y mejor democracia, que nos exige a los poderes políticos y públicos de todos los sitios por respuestas a sus necesidades.
Hay una percepción que se puede ver en el Latinobarómetro y en encuestas en todo el mundo de que la democracia muchas veces no le funciona a la gente; la idea es acercarla, renovarla, ver qué hay que cambiar e incluir. La cuestión de la fiscalidad: ¿quién paga qué? La cuestión de los servicios públicos: ¿son los sistemas democráticos incluyentes?, ¿representan a las personas? La participación de las mujeres, los indígenas y los afrodescendientes. Esa es la reflexión que queremos abrir.
Dijiste que ese nuevo contrato social es algo que está en construcción y se está dialogando ahora. Pero ¿ya tienen pensado cuáles son las ideas más importantes?
El contrato social tiene que definirlo cada sociedad, no hay una solución única. Lo que hace la cooperación española no es, en estos momentos, proponer nada. La idea es crear un espacio físico, que es el de los Centro de Formación de la Cooperación Española, y luego un espacio intelectual para la reflexión. Queremos escuchar y comparar las demandas de estos distintos actores políticos, sociales y económicos. Nuevos y viejos. Y ver si desde el punto de vista de la cooperación estamos acertando con nuestros programas. Estamos tratando de mejorar.
Hay debates en todas las sociedades: ¿qué ha funcionado con la pandemia y qué no?, ¿tenemos que reforzar los servicios sociales?, si es así, ¿tenemos que recaudar más impuestos?, ¿quién los paga? Las sociedades se están fragmentando y la idea es ver qué nos une en este mundo de intereses complejos. Yo creo que hay elementos para mejorar la eficacia de las instituciones, la cuestión es ver hasta dónde las instituciones representan a los pueblos que tienen que representar. Y luego, enlazar lo que es el diseño institucional con la cuestión de la cohesión social. Se trata de crear un círculo virtuoso en el que se genere una confianza en las instituciones por parte de los ciudadanos y que eso derive en una mayor voluntad de pagar impuestos y recibir servicios de calidad. Creo que el momento es este, pospandémico.
En la invitación al evento se destacó la preocupación por la crisis en las democracias de América Latina, ¿cuáles son las principales amenazas que generan esta crisis?
No sé si llamarlo crisis, me parece más un cuestionamiento. Hay fuerzas que impugnan la democracia, los valores de España y de la cooperación española buscan defenderla. Pero la actitud no debe ser únicamente defensiva, al contrario: ante una crítica más legítima, que la vemos en el Latinobarómetro, por ejemplo, tenemos que crear las condiciones para mejorarla. No podemos conformarnos simplemente con defender las instituciones. Hay que acercar el funcionamiento de los sistemas democráticos a las preocupaciones de las personas.
Creo que en todo el mundo, incluso antes de la pandemia, había una ola de descontento que en cada país tomó un rumbo diferente; hay intentos de canalizar ese descontento hacia algo distinto. La preocupación que tratamos de resolver desde la cooperación, y que tenemos que resolver todos, es que ante ese cuestionamiento y la triple crisis que genera la covid-19, económica, social y sanitaria, no se genere una cuarta crisis, que podría tener consecuencias probablemente más devastadoras que las anteriores. Sería una crisis de los sistemas políticos, una desestabilización y una mayor polarización. Para eso hay que integrar las lecciones aprendidas de la crisis y es lo que queremos hacer con este proyecto.
¿Cómo esperás que evolucione la situación de la democracia ahora que estamos “saliendo” de la pandemia?
Estamos en un período de crisis sucesivas. Está la pandemia y en Europa tenemos otra crisis nueva, la guerra, injusta e ilegítima, que está teniendo repercusiones económicas. De hecho, desde la Agencia Española de Cooperación, que es también la agencia humanitaria de España, hemos hecho un esfuerzo sin precedentes con la respuesta a Ucrania. La guerra está teniendo consecuencias en la economía mundial y la seguridad alimentaria en muchos países; tanto Ucrania como Rusia son grandes productores de trigo, por ejemplo. Vivimos períodos difíciles, pero estos períodos también son grandes oportunidades; si uno mira históricamente, en estos momentos de grandes crisis es cuando se han producido los cambios más importantes. Ese es el debate al que tenemos que dar respuesta con esa reflexión sobre el futuro de la democracia, que probablemente no dé lugar a cambios drásticos, pero es necesario un mejor acomodo de demandas sociales que cada vez están más fragmentadas, hay que conectarlas. El riesgo es que con toda esa dispersión no se redunde en cambios estructurales. Esa es la idea de estos debates, sobre todo los que estamos teniendo con la sociedad civil; ponerlos en contacto y decir: ¿qué cambios?, ¿qué necesitan las democracias?, ¿qué espera la gente de su gobierno?, ¿cómo podemos ayudar las cooperaciones? El papel de las cooperaciones siempre será modesto, estamos en el asiento del pasajero.
¿Cómo la cooperación de los países y específicamente la española puede ayudar con la actual situación de la democracia? Mencionaste el diálogo como una herramienta, ¿se ha pensado en otras acciones?
Hay distintos instrumentos, creo que los países van a salir de esta crisis muy endeudados. Hay una necesidad de financiación y desde la cooperación financiera será importante trabajar con los países. Luego hay que ayudarlos, como hemos hecho en muchos ámbitos, con el intercambio de experiencias, con algunas prácticas de conocimientos técnicos. Tenemos el programa indígena, que está desde hace más de 30 años, en el que trabajamos muchísimo con el empoderamiento político y económico de los pueblos indígenas. Luego hay un elemento que en Uruguay es muy interesante, que es la cuestión de la cooperación triangular. En este caso, el trabajo de España y Uruguay con otros países sobre problemáticas o temáticas que sean de interés común para los tres. Nosotros no vemos la cooperación como una situación en la que uno tiene un problema y vengo a ayudarle, es más bien sentarse juntos y hacer un diagnóstico compartido de desafíos comunes: el cambio climático, las desigualdades, las brechas de género, las pandemias, la salud. No son desafíos que un país pueda resolver solo, los tenemos en España y en Uruguay. La idea de la cooperación es movilizar recursos financieros y técnicos para hacerles frente. Tenemos mucho interés en trabajar con Uruguay en varios de esos temas, que es una referencia en derechos humanos y cohesión social, temas por los que nos preguntan en otros países. Acabo de volver de Chile y hay interés por parte de las autoridades de desarrollar más los mecanismos de protección y cohesión social, tienen interés en España, pero también en lo que pueda hacer un país más cercano física e históricamente como Uruguay.
¿Por qué se eligió a Uruguay como sede del primer evento?
Uruguay es un país con el que compartimos muchos valores, tenemos una excelente relación en todos los ámbitos. La idea del viaje es participar en este seminario y nos parecía importante hacerlo en Uruguay. La infraestructura está aquí, tenemos un centro de formación. Traer actores de la sociedad civil y de medios de prensa, justo después del evento de la Unesco en Punta del Este sobre libertad de prensa, nos parece importante. Hemos traído a gente que viene de países en donde ser periodista o activista social puede costar caro; afortunadamente no es el caso de este país, en ese sentido nos parecía el lugar adecuado para hacerlo.
Nosotros hace años que no tenemos presencia en Brasil, Chile y Argentina, tenemos aquí en Montevideo una oficina que se ocupa de la cooperación con todo el Cono Sur. Queremos reforzar eso, vamos a fusionar el centro de formación con la oficina de cooperación con dos objetivos: que Montevideo sea el centro de la cooperación con estos países que son muy importantes para nosotros y al mismo tiempo integrar mejor todo lo que es cooperación triangular, bilateral, subregional. Hay distintas temáticas que sabemos que interesan a los gobiernos de la región: igualdad de género, cambio climático, sostenibilidad medioambiental y cohesión social, y algunas iniciativas específicas en algunos ámbitos, como el hidrógeno verde. Hemos venido a Montevideo a dar un nuevo impulso a la cooperación con el Cono Sur. La cooperación española tiene un compromiso clarísimo con América Latina, lo ha tenido históricamente y con una presidencia española en la Unión Europea en el año 2023 es también la oportunidad para volver a ser ese puente. Nosotros nos vemos como un puente entre América Latina y Europa desde el ámbito de la cooperación.