Un estudio presentado este miércoles por cinco entidades pertenecientes a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) llegó a la conclusión de que “el mundo está retrocediendo en sus esfuerzos por acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la desnutrición para 2030, un objetivo establecido por la Organización de las Naciones Unidas en 2015”.
El informe titulado Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo, elaborado conjuntamente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef, por su sigla en inglés), destacó también el avance de la pobreza extrema y el crecimiento creciente de la desnutrición crónica.
Según el estudio, consignado en el portal oficial de la ONU, la cantidad de personas afectadas por el hambre en el mundo llegó el año pasado a 828 millones –9,8% de la población mundial–, un aumento de 150 millones desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, a comienzos de 2020.
El texto lamenta las proyecciones para 2030, que indican que aproximadamente 670 millones de personas –8% de la población mundial– todavía convivirá con el hambre, incluso estimando una recuperación económica global.
El estudio detalla que en 2021 unos 2300 millones de personas padecieron inseguridad alimentaria a nivel moderado o grave, 350 millones más que al principio de la pandemia; y casi 924 millones –11,7% de la población mundial– la enfrentaron en niveles severos, un incremento de 207 millones en sólo dos años.
Si se diferencia por género, las cifras detalladas indican que casi 32% de las mujeres sufrió inseguridad alimentaria, contra 27,6% de los hombres afectados por la misma situación. Los números representan una brecha de género de 4 puntos porcentuales, cuando en 2020 la diferencia era de 3 puntos.
Los organismos de la ONU también expresaron en su informe que cerca de 3.100 millones de personas no pudieron consumir una dieta saludable en 2020, 112 millones más que en 2019, lo que refleja los efectos de los aumentos de los precios de los alimentos en vastas regiones del mundo derivados de los impactos económicos de la pandemia de coronavirus y las medidas implementadas para contenerla.
Además, casi 45 millones de niños menores de cinco años presentaron emaciación, un adelgazamiento patológico que es la forma más letal de desnutrición porque aumenta hasta 12 veces el riesgo de muerte. En el estudio se detalla también que, debido a la escasez crónica de nutrientes esenciales, 149 millones de menores de cinco años tenían retraso en el crecimiento y el desarrollo.
Los organismos explicaron que actualmente existe una crisis alimentaria debido a la afectación de las cadenas de suministro por los cada vez más frecuentes eventos climáticos extremos, sobre todo en los países de renta baja. Además, a ello se suma la guerra en Ucrania, que involucra a dos de los mayores productores mundiales de cereales básicos, semillas oleaginosas y fertilizantes. El conflicto bélico está alterando las cadenas de suministro internacionales y elevando los precios de los cereales, los fertilizantes, la energía y los productos preparados, entre ellos la fórmula terapéutica que se utiliza para alimentar a los niños que sufren desnutrición severa.
En cuanto a la discriminación por regiones, el estado del hambre y la nutrición en América Latina y el Caribe no es mejor que en el resto del mundo. De acuerdo con el informe, entre 2020 y 2021, cuatro millones de personas se sumaron al conjunto de personas con hambre en la región. El retroceso se produce después de un aumento ya desalentador de nueve millones de personas entre 2019 y 2020. Con respecto a las personas desnutridas, el número se ubicó en 56,5 millones en 2021, 8,6% de la población total de la región.
El representante de la FAO para la región, el mexicano Julio Berdegué, calificó la situación de “extremadamente grave”. “En sólo dos años, 13 millones de personas han caído en el hambre. Y cuatro de cada diez viven con inseguridad alimentaria, mientras que todavía tenemos que prepararnos para los impactos de la crisis alimentaria actual, incluida la guerra en Ucrania”, expresó.
Según el informe, en América Latina y el Caribe se concentra 7,4% de la población mundial que sufre hambre; más de la mitad de las personas en esta situación vive en Asia, y más de un tercio en África.
Los organismos resaltaron que el hambre prácticamente se duplicó en América del Sur desde 2015 y que, con más de 16%, el Caribe presenta la mayor proporción de población con hambre en la región. En América Central y del Sur, ese número alcanza a 8%.