Hay pocos grupos en la historia que hayan sufrido tantas oleadas de desposesión y desplazamiento en un período tan breve como el pueblo palestino. El 15 de mayo de 1948, más de 700.000 palestinos fueron expulsados de su patria y más de 500 aldeas palestinas fueron destruidas en lo que se conoce como la Nakba o “catástrofe”.
La Nakba no es un acontecimiento histórico fijo, sino un fenómeno continuo caracterizado por 75 años de ocupación, violencia colonial y desplazamiento. La Franja de Gaza, uno de los lugares más densamente poblados de la tierra, es el hogar de muchos de estos refugiados; algunos todavía tienen las llaves de sus antiguos hogares. Los últimos 15 días han sido especialmente difíciles; más de 7.000 palestinos han muerto por los bombardeos israelíes sobre mezquitas, escuelas, hospitales y edificios residenciales.
Desde 2007 Gaza está asfixiada económicamente por un asedio que impide la entrada de alimentos, medicinas y materiales de construcción. La tasa de desempleo es del 47%. Por eso muchos han aprovechado desde octubre de 2021 la oportunidad de acceder a permisos de trabajo para ganarse la vida como jornaleros en Israel. El proceso de solicitud de un permiso de trabajo es arduo e impredecible. Israel expide estos permisos mediante un sistema de cuotas, y muchos solicitantes son rechazados. Los que consiguen el permiso se enfrentan a retos diarios, como largas esperas en los pasos fronterizos, estrictos controles de seguridad y agotadores desplazamientos. Hay 19.000 palestinos de Gaza en esta situación.
Yasmin, sindicalista palestina, afirma que estos trabajadores hacen los trabajos más indeseables, peligrosos y físicamente exigentes: “Entras, trabajas y sales. No se te considera parte del país. Los permisos están condicionados a que los palestinos trabajen en industrias específicas en las que falta mano de obra israelí. Esas industrias incluyen la construcción, la agricultura y la manufactura. Los índices de lesiones graves son muy superiores a la media, pero la desesperación por mantener a tu familia hace que no puedas permitirte el lujo de elegir. Se trata de mano de obra intensiva con altos niveles de precariedad. En el sector de la construcción, por ejemplo, hay muchas muertes. Y existe una división interna del trabajo y una dinámica de poder en juego en la que los trabajadores palestinos son los peor pagados y los más explotados”.
Trabajadores desaparecidos
Cuando comenzó la última oleada de violencia, hace dos semanas, el paso fronterizo de Erez a Gaza estaba completamente cerrado. Miles de trabajadores palestinos quedaron varados en el lado israelí, lejos de sus familias y sin ninguna fuente de ingresos. Sus permisos de trabajo fueron revocados, dejando sus vidas en la incertidumbre.
“Algunos han desaparecido, otros están desamparados, otros han sido detenidos y otros han sido deportados a Cisjordania”, explica Shaher Saed, secretario general de la Federación General Palestina de Sindicatos (PGFTU). Saed y sus colegas de Ramala pasaron la semana pasada intentando apoyar a los palestinos de Gaza que fueron alejados de sus familias, se han quedado sin hogar y han sido desplazados internamente una vez más.
Muhammad Aruri, responsable de asuntos jurídicos del Sindicato General de Trabajadores Palestinos, explica que las familias palestinas están especialmente preocupadas por el estado de sus seres queridos desaparecidos. “Hay 5.000 de los que no tenemos ninguna información. No sabemos si están vivos o muertos”.
Localizar a estos trabajadores no es difícil para el Estado israelí. Como explica Yasmin, “todo el sistema de permisos es un sistema de vigilancia hecho de una manera específica para ayudar al Estado a localizar a personas en este tipo de escenarios. El último informe que he oído es que en estos momentos hay 4.000 trabajadores detenidos y siendo interrogados. El Estado no permite que estos trabajadores vuelvan con sus familias. Están detenidos e interrogados o están en Cisjordania teniendo que valerse por sí mismos”.
Es imposible saber cuántos trabajadores palestinos hay en Israel y cuántos están detenidos, ya que las autoridades israelíes no han respondido a las preguntas de las ONG. Se calcula que al menos 4.000 trabajadores palestinos de Gaza están retenidos actualmente por las autoridades israelíes en lugares indeterminados, con escasa o nula información sobre su estado, una situación jurídica poco clara y sin derecho a representación legal.
“En medio de esta horrible situación, el Ejército de ocupación israelí no dudó en infligir todo tipo de daños a los trabajadores, especialmente a los de Gaza que trabajan en Israel”, afirma Saeed. “Se les impidió regresar a sus hogares, se les expulsó de sus lugares de trabajo y se les trasladó a Cisjordania sin ningún tipo de refugio. Esto se hizo después de agredirlos físicamente y confiscarles sus pertenencias personales, como el dinero, los documentos de identidad y los permisos de entrada a Israel”.
Saeed afirma que la Federación General de Sindicatos Palestinos ha recibido miles de llamadas de familiares preocupados que han perdido el contacto con sus parientes: “Nos han informado que muchos de los trabajadores están detenidos en el campo militar de Anatout, en el norte de la Jerusalén ocupada, en condiciones degradantes e inhumanas. La Federación exige que se libere a nuestros trabajadores y se tomen medidas para garantizar su regreso seguro con sus familias. Hacemos un llamamiento y pedimos a nuestros colegas y compañeros de los sindicatos internacionales apoyo y solidaridad con los trabajadores para eliminar la injusticia contra ellos. Exigimos que la Cruz Roja internacional realice una visita inmediata al centro de detención de Anatout para comprobar las condiciones de nuestros trabajadores”.
Al parecer, algunos trabajadores fueron abandonados en los puestos de control de Cisjordania, fueron a ciudades cercanas y se refugiaron allí. Muchos trabajadores de Israel huyeron y trataron de dirigirse a Cisjordania, temiendo por su seguridad. La detención de trabajadores palestinos podría ser ilegal, y organizaciones israelíes de derechos humanos como Gisha han solicitado más información sobre su localización y estado.
Dependencia económica
En 2017, el gobierno israelí desclasificó miles de páginas de transcripciones de reuniones de 1967. Tras la guerra de los seis días, en la que Israel capturó la Franja de Gaza, los Altos del Golán, la península del Sinaí y Cisjordania, se debatió mucho sobre qué hacer con estos nuevos territorios. Utilizando estos documentos, el doctor Omri Shafer Raviv llamó la atención sobre el modo en que los dirigentes israelíes trataron de ampliar su control sobre las poblaciones recién ocupadas introduciendo trabajadores palestinos en Israel.
Aunque el sistema de permisos de trabajo puede proporcionar un alivio económico temporal a los palestinos, ha creado un ciclo de dependencia con el que Israel puede acceder a una oferta barata de mano de obra y ejercer un mayor control sobre los palestinos. Unido a un asedio que impide el desarrollo económico sostenible, el acceso a los recursos y el comercio, los palestinos de Gaza están totalmente sometidos.
La movilidad de los trabajadores palestinos suele estar restringida en los puestos de control, donde se enfrentan a frecuentes interrogatorios y a menudo llegan tarde o pierden todos sus turnos, lo que les ocasiona importantes pérdidas económicas. Todo el comercio palestino pasa por las fronteras y los puestos de control israelíes. Esto supone unos costes logísticos mucho más elevados, que paralizan a las empresas palestinas y obligan a muchas a cerrar.
La pequeña proporción de trabajadores a los que se concede permiso de trabajo carecen de recursos legales o cobertura médica y trabajan en industrias con alto riesgo de accidentes. Con frecuencia son maltratados por empresarios que saben perfectamente que los trabajadores palestinos carecen de los derechos y protecciones más básicos.
Este artículo fue publicado originalmente en Jacobin.