Más de 700.000 personas se manifestaron este martes en París y en muchas ciudades francesas en una nueva jornada de protestas populares contra la reforma jubilatoria presentada por el presidente Emmanuel Macron. Entre otros puntos que generan controversia, en caso de ser aprobada, la nueva legislación elevará la edad de retiro de 62 a 64 años, y en la mayor parte de los casos se exigirán 43 años de aportes para poder acceder a una jubilación completa.
Si bien la manifestación del martes tuvo una convocatoria menor a la que tuvieron las dos primeras, realizadas los días 19 y 31 de enero, el tema está en la calle y las movilizaciones no cesarán. En ese sentido, las principales centrales sindicales francesas ya convocaron a una nueva jornada de movilizaciones para el sábado, de acuerdo a lo que informó el diario parisino Le Figaro. Este martes, si bien las manifestaciones fueron en general pacíficas, se registraron algunos incidentes en la capital y también en Rennes, capital de la región de Bretaña, en el noroeste del país, donde cerca de 20 personas fueron detenidas por la Policía.
Estas nuevas manifestaciones se dieron un día después de que el proyecto del Ejecutivo ingresara para ser debatido en la Asamblea Nacional, un gran desafío para el gobierno de Macron, que no cuenta con mayoría en el Parlamento.
Según informaron medios locales y agencias internacionales, las movilizaciones del martes generaron interrupciones prolongadas en el funcionamiento del transporte público, hicieron imposible la asistencia a escuelas y también la distribución de algunos insumos.
“Esta reforma cambiará la vida de varias generaciones. Si el gobierno sigue adelante obstinadamente, intensificaremos nuestra protesta con acciones más largas y duras”, aseveró Phillippe Martínez, líder sindical de la CGT, durante la manifestación que se realizó por las calles de París.
Junto a Martínez también habló Laurent Berger, de la CFDT, una central sindical que históricamente ha tenido una postura menos combativa. Pese a ello, Berger declaró que las propuestas del gobierno para aumentar las pensiones más bajas son insuficientes.
“Estas concesiones son sólo parches. Aumentar la jubilación legal a 64 años es el núcleo de esta reforma y es profundamente injusto. Es una burla a la democracia que el gobierno haga oídos sordos a la protesta”, agregó Berger.
El debate en la Asamblea tuvo un comienzo tenso. La cuestión no es sencilla, porque los representantes del partido de gobierno necesitan convencer a los opositores conservadores para que respalden su propuesta, pero ellos quieren concesiones para los trabajadores jóvenes, algo para lo que la primera ministra, Elisabeth Borne, mostró predisposición, aunque persisten las diferencias.
Radicalmente diferente es la postura de los sectores de izquierda, quienes buscan trancar por todos los medios la aprobación de la reforma. Los portavoces de la coalición izquierdista Nupes, que lidera Jean-Luc Mélenchon, tildaron de “impopular” la reforma.
“70% de la población se opone a ella”, expresó Manuel Bompard, diputado y coordinador de la Francia Insumisa. Por su parte, el referente del Partido Socialista Olivier Faure advirtió que el gobierno “no puede mantenerse mucho tiempo contra su propio pueblo”.
El proyecto de reforma apunta a que los franceses trabajen dos años más para poder jubilarse, algo que serviría para mantener el presupuesto de uno de los sistemas jubilatorios más fuertes del mundo. Esta modificación permitiría un ahorro bruto de más de 17.000 millones de euros al año para 2030.
“El actual sistema de pensiones genera pérdidas, y si nos preocupamos por el sistema, debemos salvarlo”, argumentó el ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, en una entrevista radial.