Una vez más la noche del sábado estuvo signada por multitudinarias movilizaciones en las principales ciudades israelíes en contra de la coalición de gobierno ultraderechista que lidera el primer ministro Benjamin Netanyahu.
A pesar de que el líder del Likud había declarado en su mensaje tras una enorme manifestación espontánea que se dio el domingo pasado que la reforma judicial que pretende impulsar sería detenida, muchos sectores siguen movilizados porque el primer ministro no dio marcha atrás con la medida, sino que simplemente, ante la enorme presión popular, la pospuso.
Ahora el Parlamento israelí (Knésset) está en un período acordado sin sesiones por cuatro semanas que coinciden con el inicio de la celebración de Pésaj, la Pascua judía.
Pero la legislación que podría poner en marcha la controvertida reforma, que en caso de ser aprobada le daría al Poder Legislativo un mayor control sobre el Judicial, está prácticamente encaminada, por lo que puede ser aprobada en una última votación que puede convocarse con 24 horas de antelación.
Pero si bien el Parlamento está sin sesionar, el gobierno continúa su trabajo y el domingo medios israelíes informaron que el Ejecutivo de Netanyahu y sus aliados religiosos y los extremistas de derecha decidieron recortar los presupuestos de todos los ministerios para permitir la creación de la Guardia Nacional, una fuerza represiva que básicamente tendrá como misión combatir la criminalidad de la población árabe.
Itamar Ben-Gvir, el ministro extremista a cargo de la cartera de Seguridad Nacional, quiere que esa fuerza esté a su cargo y fue una de las condiciones que negoció con Netanyahu hace exactamente una semana. Cuando el país se encontraba viviendo una jornada de paro general con masivas movilizaciones en la mayor parte de las ciudades israelíes, Ben-Gvir aceptó la tregua propuesta por Netanyahu de detener la reforma judicial para ganar tiempo, a cambio de que se le permita la creación de esta Guardia Nacional. Si en ese momento Netanyahu no hubiera cedido, Ben-Gvir hubiera retirado de la coalición a su partido, Otzmá Yehudit (La Fuerza Judía), lo que habría hecho caer al gobierno.
La tregua determinada por Netanyahu impidió un paro general indefinido que había concertado la Federación General de Trabajadores de la Tierra de Israel –la principal central obrera del país–, conocida como Histadrut (por su acrónimo en hebreo) con gremiales que agrupan entidades patronales de varios sectores.
Pero la conflictividad y el clima de incertidumbre siguen latentes.
Luego de la reanudación de la actividad parlamentaria se prevé que la crisis se agudice, porque una posibilidad muy latente es que la Knésset apruebe leyes, la Suprema Corte las declare ilegales y el gobierno decida hacer caso omiso a las máximas autoridades del Poder Judicial. Esto sin dudas agudizará las tensiones, porque ya altos funcionarios, entre los que se encuentran funcionarios policiales de alto rango, manifestaron que obedecerán a lo que diga la Corte Suprema y no el gobierno a través de su mayoría parlamentaria.
Mientras tanto, siguen ocurriendo prácticamente a diario hechos de violencia. El diario Haaretz informó que en la noche del viernes las fuerzas de seguridad israelíes asesinaron a un joven beduino en las cercanías de la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén este.
La versión policial dice que Mohammad Khalid Alasibi, la persona asesinada, tomó por la fuerza el arma de un oficial y disparó contra la policía fronteriza, pero testigos y familiares acusan a las fuerzas de haberlo asesinado sin razón alguna.