Después de meses de negociaciones, una alianza encabezada por la ultraderecha de Geert Wilders y conformada también por organizaciones políticas conservadoras encontró un candidato común para el cargo de primer ministro de Países Bajos.
Esta coalición, que cuenta con la mayoría parlamentaria para designar al nuevo jefe de gobierno, anunció que el elegido es el exdirector de Inteligencia y Seguridad Dick Schoof.
Antes de ocupar ese cargo, Schoof fue coordinador nacional para la Lucha contra el Terrorismo (NCTV, por sus siglas en neerlandés) y director del Servicio de Inmigración y Naturalización. Wilders se declaró “feliz y orgulloso” de haber encontrado un candidato “con buena experiencia en los temas correctos” y que “no pertenece a ningún partido”.
Si bien tiene un pasado como socialdemócrata, tanto los integrantes de la nueva coalición de gobierno como los propios socialdemócratas destacaron que Schoof ya tomó distancia de esa línea política y que nunca ocupó cargos en nombre de ese partido.
La seguridad y las advertencias contra la inmigración, asuntos en los que trabajó Schoof, son temas centrales en el discurso de Wilders, marcado por el rechazo a los extranjeros y en especial a los musulmanes, a tal punto que llegó a proponer la prohibición del Corán, las escuelas islámicas y las mezquitas. Según informó la BBC, en su campaña para las elecciones de noviembre de 2023 Wilders dijo que esos planes quedarían en el freezer por ahora.
Sin embargo, en su acuerdo con los partidos de derecha se incluye un “cambio radical” en la política de asilo para que sea la “más estricta” en la historia de Países Bajos, con restricciones a los derechos de quienes acceden a la condición de refugiados y una política activa de deportaciones.
“Mis planes para Países Bajos son los que acordaron los líderes” de la coalición, dijo Schoof en una conferencia de prensa. Agregó que su gobierno buscará impulsar las “cuestiones sociales” en sintonía con “las preocupaciones de todos los neerlandeses”.
Schoof agregó que el actual primer ministro, el liberal Mark Rutte, que ocupa el cargo en forma interina desde hace diez meses, es una “inspiración” para él, pero aclaró que gobernará a su manera. Consultado sobre la influencia que tendrá Wilders sobre su gestión, respondió: “Sólo habrá un primer ministro, y ese seré yo”.
Algunos sectores políticos repudiaron la elección de Schoof. Según informó la agencia Efe, Thierry Baudet, líder de una organización de extrema derecha, Foro para la Democracia, criticó que “Países Bajos votó por Geert Wilders, y obtenemos a un exfuncionario del Partido Socialdemócrata que ha estado espiando a la gente durante años”.
Si bien el Partido por la Libertad de Wilders fue el más votado en las elecciones, quedó muy lejos del número de diputados necesarios para designar un primer ministro. Por esa razón negoció con otras organizaciones políticas para que le dieran la mayoría parlamentaria y finalmente llegó este mes a un acuerdo con la candidata liberal Dilan Yesilgöz, el democratacristiano Pieter Omtzigt y la líder del partido que representa a los intereses de los productores rurales, Caroline van der Plasm, para formar gobierno. Parte del acuerdo consistió en que Wilders no fuera el primer ministro.
También desde la izquierda, partidos minoritarios cuestionaron la elección de Schoof, y señalaron que cuando ocupó su cargo en el NCTV, entre 2013 y 2018, ese organismo fue acusado de crear cuentas falsas en redes sociales para hacer seguimiento de ciudadanos.
El partido antirracismo DENK afirmó que, durante su gestión, el Servicio General de Inteligencia y Seguridad vigiló de forma ilegal mezquitas y organizaciones islámicas y que el NCTV consideró a los musulmanes una “potencial amenaza” para la seguridad.
De acuerdo con Efe, otros cuestionamientos resultan más problemáticos para el próximo Ejecutivo. Un diario neerlandés, Volkskrant, informó que un análisis del Ministerio del Interior sobre la viabilidad de las políticas acordadas por la coalición que respalda a Schoof concluyó que algunas son ilegales o incluso inconstitucionales.
Así ocurre, por ejemplo, con una iniciativa para regular la “educación formal e informal”, de las que buscan excluir cualquier influencia islámica. Lo mismo sucede con una propuesta que busca restringir la capacidad de las organizaciones civiles de presentar acciones judiciales contra el Estado por “razones idealistas”, como la lucha contra el cambio climático.