El presidente Joe Biden ha prometido una investigación completa sobre cómo un joven de 20 años casi logró asesinar al expresidente Donald Trump. Esta será una “revisión independiente”, según sea necesaria, porque el Servicio Secreto de Estados Unidos no puede juzgarse a sí mismo. También se llevarán a cabo audiencias en el Congreso. Ambas formas de investigación requerirán un relato serio de todo lo que sucedió o no sucedió. La agencia tenía una tarea (proteger a una figura política importante de daños físicos) y fracasó.
Hay cinco preguntas que deberían guiar estas revisiones.
1. ¿Por qué la posición del tirador estaba fuera del perímetro de seguridad?
El edificio utilizado por el tirador parece muy cerca del podio de Trump, y la línea de visión de un posible asesino desde la azotea era sorprendentemente clara. Por lo general, se establecen perímetros de seguridad para contener a la multitud. Cualquiera que se encuentre dentro del perímetro estará sujeto a un escrutinio adicional, incluida (como fue el caso el sábado) la detección de armas. Existen amenazas fuera del perímetro de seguridad. De alguna manera, un francotirador con un arma tipo AR logró acercarse a 150 metros del personaje protegido. Los investigadores y el público deben comprender las calificaciones del agente que eligió el perímetro en ese lugar, incluso si era un agente local del Servicio Secreto de Pittsburgh o un miembro de la fuerza presidencial (los agentes locales conocen mejor el terreno; los miembros del personal presidencial tienen mucha más práctica).
2. ¿Cómo se entendió y enfrentó la amenaza del tirador?
El Servicio Secreto desplegó contra francotiradores en el evento. Ese equipo neutralizó al tirador. Pero también debe significar que la agencia entendió que un tirador podría posiblemente apuntar al expresidente. “El despliegue es una prueba de que conocían la probabilidad de una amenaza grave en la manifestación del sábado”, me dijo Jonathan Wackrow, exagente del Servicio Secreto del personal presidencial del presidente Barack Obama. “Entonces, ¿por qué no intentar eliminarlo antes de que llegue adonde está?”.
Los planes de seguridad para eventos que involucran a un presidente o expresidente generalmente involucran una combinación de agencias federales, estatales y locales. Si la investigación confirma que, como dijeron los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley a Associated Press, al menos un oficial local se retiró después de que el sospechoso le apuntara con un arma, entonces tal vez debería reconsiderarse esta dependencia de los equipos locales.
3. ¿Quién dijo qué a quién?
Los informes iniciales sugieren que la Policía local al menos consideró sospechoso al atacante, aunque no entró en el perímetro de seguridad. Los participantes en la manifestación también intentaron alertar a la Policía. Que ningún oficial detuviera a una persona que despertó sospechas o la siguiera es una enorme falla de comunicación. La conciencia situacional es uno de los aspectos más entrenados de cualquier plan de seguridad, pero en este caso simplemente parecía no existir.
4. ¿Por qué los agentes parecían moverse tan lentamente?
Después de los disparos, parecieron pasar segundos antes de que los agentes intervinieran. Trump logró tener tiempo suficiente para dirigirse a la multitud con un gesto desafiante de puño, lo que plantea la pregunta de si los agentes siguieron protocolos básicos para protegerlo de cualquier amenaza adicional. Durante mucho tiempo ha habido rumores, reforzados por el testimonio en la investigación del Congreso del 6 de enero, de que los miembros del Servicio Secreto eran demasiado cercanos a Trump. Si bien se podría esperar que los agentes que albergan lealtad personal hacia el expresidente lo protejan vigorosamente, también podrían estar más inclinados a aceptar excepciones a reglas que muchos de sus protegidos encuentran asfixiantes.
5. ¿Qué tipo de agencia quiere ser el Servicio Secreto?
El Servicio Secreto se creó en 1865 para combatir la falsificación generalizada. Actualmente, su misión se divide en servicios de protección e investigaciones financieras, en muchos casos de delitos cibernéticos y bancarios. Esta última función es un legado de su puesto original en el Departamento del Tesoro, pero toda la agencia ha sido transferida al Departamento de Seguridad Nacional. Trump, cuando era presidente, jugó con la idea de revertir la transferencia; la verdadera pregunta, sin embargo, no es a qué departamento pertenece el Servicio Secreto, sino su doble misión. Quizás debería transferir sus funciones de investigación financiera a otra agencia y centrarse exclusivamente en defender a presidentes, expresidentes y otros protegidos importantes de agresores que buscarían alterar el curso de la política por la fuerza.
Este artículo fue publicado originalmente en El Atlántico y luego en Outras Palavras. Traducción: Antonio Martins.