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Carla Bezerra.

Foto: Ernesto Ryan

Para la directora de Participación Digital del gobierno de Brasil, fortalecer la democracia es clave para frenar a la extrema derecha

8 minutos de lectura
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La jerarca sostuvo que la participación ciudadana digital permite reforzar la confianza en las instituciones.

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La polarización y la desinformación alimentadas por la extrema derecha en América Latina representan auténticos desafíos para la democracia. Por esta razón, universidades, gobiernos y organizaciones sociales de la región están desarrollando herramientas de participación ciudadana digital que ayuden a defender la democracia, dijo a la diaria la directora de Participación Digital del gobierno de Brasil, Carla Bezerra.

“Uno de los retos que estamos enfrentando, no sólo en Brasil, en toda América Latina y el mundo, es el avance de la extrema derecha con valores antidemocráticos, con discursos de odio y amplia difusión de noticias falsas”, explicó la especialista, y consideró que los mecanismos de participación digital son una respuesta a estos ataques.

“La extrema derecha avanza donde hay falta de confianza en las instituciones. La participación ciudadana permite retomar la confianza, porque cuando el gobierno está escuchando a las personas y los ciudadanos ven que sus opiniones son tomadas en serio, se fortalece la democracia y el gobierno está más cerca de los ciudadanos”, afirmó.

Bezerra participa en estos días en el seminario “Participación y democracia en el mundo digital”, que se realiza hasta hoy en la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República (Udelar), y al que asisten destacados panelistas nacionales e internacionales. En la ocasión se lanzará el libro Participación ciudadana digital, producido por Participa y el Laboratorio de Participación y Tecnologías de la Udelar.

La experta en políticas públicas y gestión gubernamental forma parte del encuentro para exponer la experiencia de su país al frente de la plataforma Brasil Participativo, que ha llegado a 1,5 millones de ciudadanos y ha ayudado a que el 76% de lo propuesto por la población haya sido aprobado en el Congreso.

Basados en esta experiencia, gobiernos y organizaciones están desarrollando herramientas de participación digital que promuevan el diálogo y la mediación, buscando que las diversas opiniones converjan en espacios comunes. “Sin embargo, estos esfuerzos deben ir acompañados de un compromiso firme con la inclusión y la transparencia, asegurando que las voces de los ciudadanos realmente influyan en las políticas públicas”, advirtió.

La jerarca brasileña consideró que este tipo de propuestas implica un cambio en la forma de concebir las políticas públicas. “En vez de que las propuestas vengan solamente desde el Poder Ejecutivo, nacen de la base de la sociedad. La idea es que todas las políticas públicas deben ser hechas con participación ciudadana”, agregó.

¿Cuál es el principal objetivo del libro que se va a presentar en este encuentro y cómo espera que impacte en la discusión sobre la participación y el gobierno abierto en América Latina?

El libro busca ser una guía y ha sido creado por la Universidad de la República de Uruguay. Yo asisto a este encuentro para presentar la experiencia de Brasil Participativo, que es ejemplo concreto de la participación digital que el libro propone cuando establece una guía para que gobiernos locales o nacionales puedan implementar también esta experiencia. Brasil Participativo ha sido desarrollado con la misma tecnología que la Plataforma de Participación Ciudadana, que también fue creada por el equipo de Gabriel Kaplún, que es Decidim (un software de participación para organizaciones e instituciones cívicas, públicas o privadas).

Es una tecnología desarrollada en Barcelona y que hoy es usada por 400 intendencias, gobiernos nacionales en todo el mundo, también ONG. Con esta tecnología, interactúan tres millones de usuarios en todo el mundo y un millón y medio están en Brasil con esta plataforma. Entonces es una experiencia que ha logrado un éxito grande en un año y medio más o menos.

Hemos conseguido la participación ciudadana en planes como el Plan Plurianual, el del clima y también en conferencias. En Brasil hay una costumbre de hacer conferencias grandes presenciales y ahora lo hacemos conectando lo digital y lo presencial.

¿Qué lecciones obtuvo Brasil con esta experiencia?

El año pasado tuvimos el lanzamiento del Plan Plurianual Participativo, con el cual hemos logrado un millón y medio de participantes que han votado cuáles van a ser las prioridades del gobierno para los próximos cuatro años.

El plan plurianual es una de las piezas de gestión. Primero hay que aprobar este plan que elige las prioridades y después anualmente se debe aprobar el presupuesto según estos objetivos.

La idea era hacer una gran consulta a las personas y después realizar un análisis técnico. Posteriormente, el 76% de lo que ha sido votado por la población ha sido incorporado en la ley, entonces podemos decir que fue un gran suceso ya que todas las prioridades más importantes están en consonancia con lo que ha sido aprobado en el Congreso. Por tanto, lo que había elegido la gente se hizo realidad.

Este es un ejemplo concreto de participación ciudadana efectiva. Algo semejante sucedió ahora con la conferencia de la juventud, en la que se eligen delegados. Allí introdujimos una etapa digital en la que la persona podía hacer la propuesta y si lograba tener la iniciativa más votada, también elegía a un delegado.

Sobre 1.000 delegados, más o menos 60 fueron elegidos directamente desde la plataforma digital y participaron en la etapa nacional, donde llevaron sus propuestas para ser discutidas. Ahora estamos desarrollando un plan para enfrentar los cambios climáticos que el gobierno brasileño va a presentar el año próximo. Esta propuesta también está siendo elaborada con participación ciudadana.

¿Se puede decir que esto representa un cambio en la forma de concebir las políticas públicas?

Sí, esa es la idea. En vez de que las propuestas vengan solamente desde el Poder Ejecutivo, nacen de la base de la sociedad. Brasil tiene esa larga tradición de participación con conferencias, consejos y presupuestos participativos, aunque siempre se han desarrollado a nivel local y nunca a nivel nacional. La idea es que todas las políticas públicas deben ser hechas con participación ciudadana.

El objetivo es que la plataforma digital de Brasil sea ese punto de encuentro, donde las cosas que ya ocurren presencialmente sean potenciadas a través de la participación de todos los ciudadanos por medio de las herramientas digitales.

“Existe el reto de involucrar de verdad a los ciudadanos. No pueden convertirse en procesos en los que uno consulta y después nadie sabe lo que en verdad se ha decidido. Además, es importante que los gobiernos hagan una devolución, mostrando a los ciudadanos los resultados”.

América Latina es la región más desigual del mundo y existen brechas en el acceso a la tecnología por parte de los sectores más vulnerables. ¿Cómo se puede reducir las desigualdades a través de la tecnología?

Esta es una preocupación que tenemos siempre. Pero una cosa que me gusta decir es que, en general, lo digital amplía las posibilidades, porque estar presencialmente tiene costos de transporte y por lo general en Brasil sólo participa la gente que vive en la capital. Es muy difícil que la gente del interior venga, y gracias a lo digital cada vez más ciudadanos pueden acceder y opinar.

Sin embargo, sabemos que eso no incluye a todos porque también están los excluidos digitalmente, que viven en regiones más lejanas y no tienen acceso porque carecen de un plan de datos. Esa es nuestra preocupación actualmente. Nos preguntamos cómo incluir a las poblaciones indígenas y a los pueblos y comunidades tradicionales que muchas veces no acceden a la tecnología. Estamos pensando ampliar ese acceso utilizando un plan de datos y haciendo talleres en localidades donde se necesita alfabetización digital.

Es una preocupación para nosotros, pero sabemos que aunque lo digital no resuelve todos los problemas, trae algunas soluciones para ampliar la participación.

¿Cree que este es uno de los principales desafíos que tiene la región para promover una mejor democracia y un mayor gobierno abierto?

Ese es uno de los desafíos. Otro de los retos que estamos enfrentando, no sólo en Brasil, en toda América Latina y el mundo, es el avance de la extrema derecha con valores antidemocráticos, con discursos de odio y amplia participación con noticias falsas.

Desarrollar mecanismos de participación digital en un ambiente así es muy desafiante. En las redes sociales muchas veces tenemos un aumento de la polarización, donde el mensaje más radical y más falso obtiene más relevancia por los algoritmos. Frente a este escenario, estamos desarrollando herramientas que buscan que la gente encuentre discursos de mediación, que diferentes opiniones puedan converger. Para ello estamos generando una comprensión común, de convergencia, de mediación, y eso es muy desafiante, porque tenemos que hacer movilizaciones online, llamar a las personas en la red para que vengan a nuestro espacio de participación. Es muy desafiante, de verdad.

¿Se puede entender que estos mecanismos de participación son una respuesta a este avance de la ultraderecha en la región?

Es una respuesta. La extrema derecha avanza donde hay falta de confianza en las instituciones. La participación ciudadana permite retomar la confianza en las instituciones cuando el gobierno está escuchando a las personas, cuando los ciudadanos ven que sus opiniones son tomadas en serio. Esa es una forma de fortalecer la democracia, haciendo que el gobierno esté más cerca de los ciudadanos.

¿Y qué papel juega la inteligencia artificial en todo esto?

La inteligencia artificial y las tecnologías son herramientas que pueden ser utilizadas para el bien y para el mal. Así como la participación digital puede ser usada para propagar fake news, también puede ser utilizada para producir buenas políticas públicas. La inteligencia artificial añade una capa más de complejidad, porque, a pesar de que genera muchas posibilidades positivas en las políticas públicas, también potencia, cuando no hay una regulación, el mal uso para la difusión de noticias falsas, los deepfakes.

Sabemos que las imágenes ya son muy manipuladas, pero en general la gente confía en los videos, y hoy no es posible ni siquiera confiar en ellos. Entonces, seguramente es una capa más de complejidad, con lo cual vamos a tener que potencializar sus usos buenos y reglamentar y limitar los malos.

En Brasil Participativo adoptamos algunas medidas de seguridad. La primera es por medio de una identidad digital única que el gobierno brasileño tiene para acceder a más de 5.000 servicios digitales. Con ello no hemos tenido casi casos de discursos de odio o fake news en la plataforma, con más de un millón y medio de personas participando.

¿Qué rol tienen las universidades en el tema de la participación digital?

En nuestro proyecto específico tienen un rol muy importante porque Brasil Participativo es una iniciativa del gobierno brasileño federal, pero el software es desarrollado en una plataforma digital.

La idea es que la universidad, después de que desarrollemos de forma total la plataforma, haga la transferencia de tecnología para dentro del gobierno brasileño. Entonces podemos decir que la universidad tiene un rol de desarrollo tecnológico, de difusión, de conocimiento, de formación de los estudiantes y de transferencia de esta tecnología.

¿Se puede pensar en transferir también esta tecnología a otros gobiernos de la región?

Sí, esa es una idea que tenemos. Uruguay ya la utiliza y en México ya es usada por algunos estados. En Colombia, en Chile también.

En nuestro caso, para el año próximo queremos ofrecer la experiencia de Brasil Participativo a los gobiernos subnacionales, pero también queremos que todo eso pueda ser utilizado por otros países en América Latina. Para ello, estamos organizando para fin de año un evento llamado América Abierta, que va a ocurrir en Brasilia. La idea es que tengamos un momento para discutir el uso de las tecnologías participativas en toda la región.

¿Qué desafíos cree que existen en este tema en el mediano y corto plazo?

Ya hablamos del desafío de la inclusión digital, del desafío de los discursos de ultraderechas antidemocráticos, pero también existe el reto de involucrar de verdad a los ciudadanos. No pueden convertirse en procesos en los que uno consulta y después nadie sabe lo que en verdad se ha decidido. Además, es importante que los gobiernos hagan una devolución, mostrando a los ciudadanos los resultados. Todo ese proceso de movilización, convencimiento, debe hacerse visibilizando que los ciudadanos están teniendo un poder real de influencia en la política.

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