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Ilustración: Ramiro Alonso

¿Por qué una nueva carrera armamentista?

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Los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) abarcan a unos 950 millones de personas, alrededor del 12% de la población mundial, y sin embargo son responsables del 55% del gasto mundial en defensa (o militar), según los últimos datos del Sipri, una ONG financiada por el Estado sueco que hasta hace poco era un país “neutral”, pero que desde el año pasado es miembro pleno de la OTAN.

Ese grupo de países, que es responsable de un gasto militar tan elevado (en proporción a su población), sin embargo, ha aprobado la semana pasada, en su cumbre de La Haya, más que duplicar su gasto en defensa en los próximos diez años, planteándose como meta subirlo desde el actual 2,2% de su producto interno bruto (PIB) al 5% para 2035, aun cuando la mayoría de estos países presentan un muy alto nivel de endeudamiento.

La OTAN, que supuestamente es una alianza defensiva, está integrada por varios países con un fuerte pasado colonialista (Bélgica, España, Francia, Inglaterra, Holanda, Portugal, etcétera), varios de los cuales aún poseen territorios conquistados militarmente a lo largo del planeta (Malvinas y Guayana Francesa en nuestra América del Sur, por ejemplo); que han sido actores centrales de las dos grandes guerras mundiales en el siglo pasado, y que han participado activamente en varias guerras ofensivas (fuera de su territorio) en los últimos 30 años (Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia, Siria, etcétera). También se han destacado por el apoyo militar al país que está protagonizando un despiadado genocidio, el más importante de las últimas décadas: Israel en Gaza y Cisjordania. Al decir del actual canciller alemán, Friedrich Merz: “Israel hace el trabajo sucio por todos nosotros”.

Los miembros de la OTAN tienen tres de los cinco poderes de veto del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y son firmes opositores a una transformación democrática de la ONU que se base en porcentajes representativos de la población.

¿Cuál es el objetivo (no explícito, por cierto) de este aumento desmedido del gasto militar de este grupo de países con pasado tan guerrerista? ¿Imponer sus políticas mediante la violencia a la amplia mayoría del mundo?

Con la asunción de Donald Trump al gobierno/poder en Estados Unidos (el principal impulsor del fuertísimo incremento del gasto militar), se han debilitado los poderes de los organismos multinacionales (ONU, Organización Mundial de la Salud, Organización Mundial del Comercio, Acuerdo de París sobre cambio climático, etcétera), priorizando las acciones unilaterales de imposición desde posiciones de fuerza (económica, militar, tecnológica, etcétera), así como la disminución impositiva a los ultrarricos y a las multinacionales, parte importante de cuyos intereses claramente representa.

¿Cuál es el objetivo (no explícito, por cierto) de este aumento desmedido del gasto militar de este grupo de países con pasado tan guerrerista? ¿Imponer sus políticas mediante la violencia a la amplia mayoría del mundo, es decir, el 88% de la población restante?

Teniendo en cuenta que la posesión actual de bombas atómicas y misiles supersónicos determina una destrucción mutua asegurada en caso de guerra, ¿cuál es el sentido de alimentar una carrera armamentista a nivel planetario?

No hay una respuesta clara a estas interrogantes, aunque sí está claro que van en el sentido contrario a la solución pacífica y negociada de las controversias, a la autodeterminación de los pueblos, al deseable desarme planetario (sobre todo atómico), y que son contrarias al desarrollo de la libertad, la igualdad, la fraternidad y la solidaridad como principio rector de las relaciones entre las personas y los pueblos.

Este descomunal aumento del gasto militar genera un presagio muy triste y alarmante para el futuro de la humanidad.

Gustavo Scaron fue presidente de la Comisión Especial de Defensa Nacional del Frente Amplio.

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