Las transformaciones que ha sufrido la cultura del consumo han generado que en las últimas décadas la visión nacional e internacional sobre el uso de drogas y la problematización del concepto varíen.
La droga ha sido uno de los sujetos de la historia que ha estado ligado al paradigma prohibicionista y al paradigma sanitario. Este sistema de creencias busca detener el consumo y la adicción de drogas mediante prácticas radicales y moralistas, que etiquetan al sujeto como consumidor, enfermo o criminal, lo cual conlleva –en ocasiones– a su exclusión social. En nuestra tesis de grado investigamos acerca de las experiencias en tratamientos y trayectorias de vida asociadas a las recaídas y el fenómeno de puerta giratoria1, otorgando centralidad a la percepción de los diferentes usuarios de diversos centros de atención en drogas, intentando comprender el fenómeno en cuestión a través de su discurso.
Actualmente, gran parte de las prestaciones de salud –tanto públicas como privadas– se organizan a partir de las consideraciones de las instituciones de salud. Lo hacen olvidando las percepciones que los usuarios tienen de su propia situación y necesidades, instaurando –muchas veces– como única óptica “verdadera” o “real” la apreciación impuesta por el personal del centro de atención, en un ejercicio de violencia institucional y simbólica.
Es así que el análisis de las percepciones permite entender –al menos en parte– la lógica social que rige el relacionamiento entre las organizaciones que proveen la atención y los usuarios.
Debemos destacar que en Uruguay encontramos diferentes centros de atención a problemas de drogas que pueden dividirse en dos grandes categorías: por un lado, los profesionalizados, que responden al modelo médico, y, por otro, los no profesionalizados, que persiguen una filosofía dogmática basada en la fe.
En cuanto a los principales hallazgos de la investigación, debemos destacar que al reconstruir relatos de la infancia de los diferentes actores se desprenden episodios de sobreprotección, violencia física, verbal, simbólica o de género hacia ellos o terceros, o consumo por parte de al menos algún adulto referente, lo que lleva al individuo a querer integrarse a un grupo secundario de pares –amigos del barrio o establecimiento educativo– en el cual la droga entra en juego como objeto de pertenencia.
Al plantear la temática desde la variable de género se observó una masculinización de los tratamientos –los tiempos están pensados a partir de dicha concepción–, al igual que una carencia de centros femeninos. A las mujeres les cuesta más hablar del tema, debido a la inviabilidad del consumo, por los diferentes roles que estas desarrollan socialmente.
En lo que respecta al acercamiento al consumo de la población trans y bisexual, este puede resultar de la segregación recibida por su orientación sexual, así como las recaídas y el abandono del centro pueden estar ligados a instancias de discriminación, por lo tanto, deberíamos pensar en poner el foco en eliminar el androcentrismo de los tratamientos –barreras de acceso hacia mujeres y personas trans–, fomentando la formación de los equipos de atención en género y diversidad sexual.
Por otra parte, debemos destacar que varios de los entrevistados manifestaron que la adicción es una enfermedad crónica. En este sentido, el individuo ajusta su conducta a la definición de situación, por lo que el sujeto, una vez etiquetado, debe estar a la vanguardia de su tratamiento eternamente. Esto hace que se visualice la internación como único medio posible para evitar recaídas y el fenómeno de puerta giratoria.
Otro aspecto interesante expuesto en el relato de los actores refiere a que en ocasiones no son admitidos o informados en las puertas de emergencias si llegan por consumo como única causa de consulta. Consideramos que se debería replantear la capacitación de todo el personal en derechos humanos –independientemente de su ubicación en el organigrama institucional–, con el fin de eliminar instancias de discriminación, malos tratos, esperas, abuso de medicalización, entre otros aspectos.
En lo que respecta a los centros no profesionalizados, se desprende que se busca evitar el consumo mediante la dominación de la fe. Los entrevistados identifican la figura de un sujeto con un rol destacado dentro de la institución, que es quien se encarga de manejar los tiempos del usuario. Se refleja que varias de las personas vuelven a residir en dichas comunidades debido a que el acceso es más rápido y por la empatía que manifiestan hacia el referente o la figura religiosa.
En resumen, profundizando en una de las causantes de las recaídas, se percibió que el individuo debe intentar sanar situaciones que intervinieron de forma negativa en su infancia, para prevenir el consumo postratamiento. Para ello se deben respetar –desde la institución– los tiempos individuales de recuperación. Sin embargo, encontramos que algunos tratamientos están orientados a generar herramientas enfocadas a una estructura que ayude al usuario a mantenerse sin consumo, desde una perspectiva más biologicista que psicosocial.
Continuando en esta misma línea, se cuestiona el hecho de que cuando hay un adicto existe algún disfuncionamiento familiar. Por lo tanto, concierne centrar nuestra atención en el factor contextual al cual el usuario se va a enfrentar al momento de culminar el tratamiento, por eso la importancia del acompañamiento familiar durante el proceso institucional, para intentar solventar el todo y no únicamente la parte del conflicto.
Por último, al consultar acerca de qué es una recaída, nos encontramos con que no se considera recaída el consumo de marihuana; sin embargo, sí se considera la ingesta de cualquier bebida alcohólica, de un gramo de cocaína o de una pipa de pasta base. Podemos decir entonces que queda sin validez la dicotomía legal e ilegal al momento de definir dicho fenómeno por parte de los entrevistados.
Para finalizar, queremos dejar abierta la propuesta a futuras investigaciones dirigidas a interpretar el para qué y no el porqué se consume, así como la implementación de pesquisas orientadas a los discursos de los usuarios, para generar mayor literatura académica en materia de salud y drogas.
Paola Boschnakoff es licenciada en Sociología.
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Tránsito del sujeto por más de un centro de atención en drogas. ↩