Este artículo trata de dos islas bien diferentes pero hermanadas entre sí: Martín García y Timoteo Domínguez. Entre ellas se encuentra la única frontera terrestre entre Argentina y Uruguay. Límite que es una muestra simbólica del sentimiento de hermandad entre argentinos y uruguayos.
El Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo, celebrado en 1973, tuvo como propósito esencial dar una solución definitiva a la jurisdicción del río y aceptar que este era, es y será parte esencial de ambos pueblos. En una de sus cláusulas principales se definió la jurisdicción de las islas del río. Estas estarían en una u otra según se hallaren al este (Uruguay) o al oeste (Argentina) de la línea trazada entre distintos puntos geográficos establecida en el propio tratado. Sin embargo, a la isla Martín García se le otorga un tratamiento diferenciado en el acuerdo binacional.
No fue casualidad, ya que la isla tenía una histórica ubicación estratégica que permitía el control del Río de la Plata, y por ende los ríos afluentes del Paraná, Paraguay y el Uruguay. Desde el inicio de la exploración, conquista y colonización del Río de la Plata, la isla estuvo en el epicentro de la lucha por la dominación del medio marítimo.
La isla fue denominada por el explorador Juan Díaz de Solís por haber sido enterrado allí su despensero. Alcanza una extensión aproximada de unas 200 hectáreas y una conformación rocosa que la distingue en el entorno. Es evidente que su ubicación geográfica es más cercana a la costa oriental, a pocos metros de la proa de Martín Chico, en el departamento de Colonia.
La Martín García fue disputada por todas las fuerzas que ocuparon la política y la guerra en la región: realistas, independentistas, brasileños, franceses, argentinos y orientales, unitarios bajo el mando de Giuseppe Garibaldi y fuerzas federales. Finalmente, las fuerzas argentinas consolidaron una presencia fáctica desde la mitad del siglo XIX. La actitud de Uruguay siempre fue de contestar y resistir la ocupación de hecho por parte de las fuerzas argentinas desde su ocupación efectiva en 1853. La posición argentina, por el contrario, sostenía que la continuidad en la ocupación efectiva y títulos del virreinato le daba derechos sobre el territorio.
Más allá de la cuestión jurídica, Argentina le fue dando diferentes usos: prisión, leprosario, espacio de cuarentena, base militar. A la fecha del tratado, en 1973, se había convertido en una parte importante de la logística de la Armada argentina y disponía allí de un fuerte contingente.
La resolución sobre qué hacer con la isla Martín García fue, sin duda, el aspecto más polémico del tratado. La solución fue dejar la jurisdicción argentina sobre la isla, pero con restricciones establecidas por el propio tratado: reserva natural para la conservación de la fauna y flora autóctona, sede de la Comisión Administradora del Río de la Plata (CARP), incluido el parque de homenaje a los héroes comunes.
Asimismo, en el texto del tratado se previeron dos posibles situaciones futuras: se protege el límite de la Martín García si esta se uniera a otra y se prevé que, si por aumento de la isla por vía aluvional se afectara el acceso natural a los canales Martín García y el llamado del Infierno, estos se mantengan.
Era obvio que en el primer caso se trataba de la lógica previsión del crecimiento de la isla Timoteo Domínguez. Esta fue denominada por el último representante del estado oriental en ejercer soberanía en la isla Martín García. A él se le atribuye la frase “la bandera oriental ni se arría ni se entrega”, al talar en 1853 el mástil para llevárselo en la goleta que lo transportaría a Carmelo.
En la década del 60 del siglo pasado se trataba de un pequeño islote casi invisible pero que con el paso del tiempo fue creciendo de tal forma que hoy tiene una superficie aproximada de unas 200 hectáreas de origen aluvional, con arenas blancas en su extremo noroeste. La naturaleza ha tenido un significativo papel nada despreciable al hacerla crecer, y que además ha abrazado a la isla Martín García. Ambas islas conforman la única frontera terrestre entre Argentina y Uruguay, y la última a ser demarcada.
Más temprano que tarde, sin prisa pero con determinación, llegará el momento de concretar la demarcación. Seremos protagonistas de un acto de unión y de hermandad entre nuestros pueblos.
A casi 50 años del tratado, mucha agua ha pasado por las costas de ambos márgenes. Nuestros países atravesaron una larga noche autoritaria, recuperación democrática, momentos de prosperidad, crisis económicas, sociales y políticas, y gobiernos de todos los colores. A su vez, la revolución de las tecnologías de la información y comunicación, con sus drones y satélites, ha determinado que la importancia de la Martín García como elemento estratégico haya perdido valor. A su vez, no es menor que haya concluido la histórica rivalidad militar entre Argentina y Brasil a partir de 1985. Ello ha tenido como consecuencia positiva que el Río de la Plata no es más un objetivo militar y, por ende, ha dejado al costado el valor estratégico de la isla Martín García.
Por otra parte, en la actualidad la peculiar historia de la isla Martín García es apreciada de manera diferente. En su destino se fueron construyendo diferentes edificios, que en conjunto tienen un valor patrimonial y un valor simbólico porque allí estuvieron recluidos cuatro presidentes constitucionales de la República Argentina: Hipólito Yrigoyen, Marcelo Torcuato de Alvear, Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi. Asimismo, fue reclusión de prisioneros de los pueblos originarios de Argentina luego de la “conquista del desierto”. Siempre se tiene presente la presencia de Rubén Darío y Jorge Luis Borges en la isla. Todo ello hace que sus edificios e instalaciones hayan sido revalorizadas desde la perspectiva del patrimonio histórico y cultural.
Existe consenso en que es necesario demarcar la frontera terrestre entre Uruguay y Argentina, de poca extensión. Ante tal constatación, en mayo del año pasado los cancilleres de Argentina, Jorge Faurie, y de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa, dictaron instrucciones a la CARP para llevar a cabo los estudios técnicos que permitirán demarcarla. Ello se cumplió satisfactoriamente en junio de este año.
Falta muy poco para terminar de demarcar y se está trabajando intensamente. Una vez realizada la demarcación, se podrá darle valor a la isla Timoteo Domínguez y seguramente será posible desarrollar en forma combinada con la Martín García proyectos de carácter turístico, siempre respetando el tratado y preservando el medioambiente. Esto sin perjuicio de seguir optimizando el potencial de la sede de la CARP en la isla Martín García, en la que se han desarrollado en este período reuniones de ministros, de parlamentarios de ambos países y visitas de estudio por parte de Uruguay de su Armada Nacional, del Instituto Artigas del Servicio Exterior y de la Universidad del Trabajo.
Ayer parecía imposible estar siquiera cerca de concretar la demarcación y pensar en proyectos entre ambos países aprovechando esta única frontera terrestre y la última por demarcar. Más temprano que tarde, sin prisa pero con determinación, llegará el momento de concretar la demarcación. Seremos protagonistas de un acto de unión y de hermandad entre nuestros pueblos. Es también una oportunidad para que los uruguayos nos tomemos el tiempo para plantearnos qué hacer con las otras 255 islas de Uruguay tanto en el río Uruguay como en el Río de la Plata, las lagunas, los ríos interiores y el océano Atlántico. Pero eso será motivo de otra reflexión.
Felipe Michelini es presidente de la delegación de Uruguay ante la Comisión Administradora del Río de la Plata.