La revisión de lo actuado, con el sinsabor de la derrota electoral en las nacionales de 2019, colocó al Frente Amplio ante el inevitable proceso de repensar lo que viene y, sobre todo, con quiénes vendrá. El tiempo actual empuja a recobrar lo perdido.
Durante varios años de trabajo social con el hoy reelecto intendente salteño Andrés Lima aprendimos esa relación de cercanía y contacto, de mano a mano con la gente de todos lados, de conocer y saber las dificultades del día a día, de ir a buscar las preocupaciones y concretar juntos la solución. Lima es un referente en gestión, político, aglutinador de masas, abierto, con profunda empatía social; un ser comunitario, vocacional y servicial desde el norte del país, con ansias de mover los cimientos con lo más simple que hay: hablar con la gente de aquí y de un poco más allá de Salto.
Detrás de él, a su lado y con consolidado posicionamiento arrancamos desde Quebracho, Paysandú. Salimos un poco del mismísimo terruño de los azahares con el perfume de los naranjales, del añorado río de las aguas del Salto Chico donde nació la ciudad a mediados del siglo XVIII. Vamos acompañando a quien ha alcanzado ribetes de líder político indiscutible de la izquierda salteña.
Esta corriente, que no tiene nombre pero siente la camiseta del interior, es parte integral de un escenario de revisión y reflexión de por qué el Frente Amplio se alejó de la gente y, en definitiva, de sus ideales más caros, que vienen de casi 50 años de imponente historia política e institucional.
Sabemos lo que debemos hacer para empezar a recomponer y volver a liderar los avances y transformaciones más importantes de las últimas décadas. No hay otro camino que volver a hablar con hombres y mujeres que quedaron decepcionados porque nos olvidamos de ellos.
Es momento de empezar a contribuir con la renovación generacional, la cual no se pensó ni se ejecutó; no hubo un proceso de recambio que impidiera la desorientación y fragmentación de la que adolece toda la fuerza política.
A una mala campaña y a decisiones desacertadas deben continuar el espíritu de volver a ser. Y el retorno al gobierno nacional será por ese camino de profundización de arraigo y coincidencias esparcidas tierra adentro.
A una mala campaña y a decisiones desacertadas debe continuar el espíritu de volver a ser. Y el retorno al gobierno nacional será por ese camino de profundización de arraigo y coincidencias esparcidas tierra adentro.
Lo otro es seguir deambulando y creyendo que desde la centralidad de la capital del país todo se pretende saber y conocer. Subestimar la capacidad y la idiosincrasia del interior es quedarla.
Nunca debió haber ocurrido de esa forma, pero la comodidad de gobernar nos hizo olvidar el deber de sostener una gestión con soporte político y militancia activa.
No estuvimos presentes y relegamos territorio al adversario, que nos quitó lo que tanto costó abrazar en casi 50 años de prodigación, esfuerzo, lucha, desalientos y alegrías.
Al final, uno cae en la cuenta de que si no se está siempre con la población de los 19 departamentos, seguiremos quedando lejos de ganar elecciones y lejos de nuestra condición política.
Dejar de temer a la orgánica y decir lo que pensamos por las vías y canales que corresponden, internamente y con altura, es la clave. Hacia afuera, nada que nos ponga en la escena de la farándula y la perniciosidad de acciones y maneras.
Fortalecer los liderazgos locales de nuestros referentes políticos sin dejar de apoyarlos ni radiarlos será una crucial tarea en orden a recuperar lo perdido.
Acá en el norte lo entendimos de esa manera, rápidamente. Andrés Lima se lo transmitió a Pepe Mujica en un encuentro reciente, y hubo más que sintonía.
Cada quien debe hacerse cargo de lo que no hizo; nosotros ya empezamos a expandir una manera de sentir y de hacer militancia. Hemos avisado, y además, con tiempo, para lograr crecer y aportarle al Frente Amplio pensando en 2024.
Álvaro Lima es diputado de Salto por el Frente Amplio.