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Winter is coming... la ansiedad frente al “invierno demográfico”

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El censo ha terminado. Las cifras preliminares indican que somos 3.444.263 personas. El 16% son mayores de 65 años, mientras que los menores de 14 años llegan a su porcentaje más bajo desde que hay registros: 18% de la población. Por otro lado, la tasa de fecundidad se ubica en 1,3 niños y niñas por cada mujer, la más baja en la historia del país y muy lejos de los 2,1 hijos e hijas por mujer que se postula como tasa de reemplazo para que la población no disminuya. Estos datos llaman poderosamente la atención, ya que los sistemas de seguridad social podrán verse afectados ante el deterioro de la relación activos-pasivos. Como expresión más inmediata de este fenómeno podríamos rápidamente identificar un desajuste entre el sistema de salud y el mercado laboral: ¿cómo podrá operar el sistema de cuidados? ¿Qué sucederá en un mercado laboral en el que más personas se jubilan y menos ingresan como nuevas cohortes?

Esta visión apocalíptica es entendible, pero no debe nublarnos la vista. Sin obviar advertencias relevantes a considerar y brechas necesarias que atender, alentamos a un análisis complementario que destaque oportunidades emergentes y tendencias positivas a capitalizar.

Las buenas causas

La breve descripción que hemos hecho de la realidad demográfica de Uruguay alberga dos muy buenas razones explicativas. La primera es, obviamente, la longevidad. Envejecemos, en parte, porque vivimos más. La segunda es que casi la mitad de la caída de la fecundidad se explica por la disminución de la maternidad temprana y muy temprana (en niñas menores de 15 años y, muy especialmente, en el tramo de 15 a 19 años). Ello deriva de un mayor acceso a información, educación y anticoncepción y, entre los posibles métodos, la anticoncepción reversible de larga duración. Longevidad y mayor control de las mujeres sobre sus decisiones reproductivas son buenas y no malas noticias. Que ello traiga nuevos desafíos es otro tema.

Los malos remedios

No es ni suprimiendo los derechos reproductivos de las mujeres ni recortando el gasto en protección social a las personas adultas mayores que vamos a resolver los problemas y desafíos que el cambio en la estructura de edades nos plantea. Tampoco lo vamos a solucionar con una apelación voluntarista a que las mujeres tengan más hijos. Ni siquiera es mediante incentivos monetarios a la natalidad. La evidencia comparada muestra que estos no son los caminos. ¿Cuáles son entonces las alternativas?

La migración, una oportunidad

Entre 2012 y 2023 los registros censales constatan un aumento y dinamismo de los flujos migratorios. En general, las personas que llegan a Uruguay eligen el país como su lugar de permanencia. En ese contexto, el debate público en torno a la migración a menudo puede no basarse en estudios y evidencia empírica, lo cual habilita la instalación de narrativas que inducen a la discriminación e invisibilizan los efectos positivos generados ante estas tendencias.

Por sobre todas las cosas, cuidemos como un recurso precioso a cada niña y niño que nace y atraviesa su infancia, adolescencia y juventud. No perdamos a ninguno en la pobreza o la indigencia.

Al promover una migración segura, ordenada y regular, todas y todos ganamos. No sólo debemos prestar atención al aporte sociodemográfico que los números del censo nos arrojan; las personas migrantes, entre otras cosas, contribuyen a la estructura económica y estimulan el mercado local. Y ni que hablar de los aportes socioculturales que ya se sienten en el ámbito artístico, gastronómico y musical.

Del pavor al invierno a la idea de los años dorados

Vamos a ser una sociedad más envejecida, nuestras poblaciones jóvenes serán menos significativas en dimensión, o se mantendrán con leves variaciones en los valores actuales. Nuestras familias –un aspecto hasta ahora no mencionado– serán más fluidas y cambiantes. Empecemos por la parte necesaria y difícil. Es cierto que los sistemas de seguridad social y los sistemas de salud demandarán más recursos y habrá que otorgarlos. Debemos ser inteligentes en moderar dicha expansión, garantizando cobertura y calidad. Para ello es clave reflexionar sobre dónde se colocan los subsidios a las jubilaciones y a las prestaciones de salud. Hoy, una parte importante de esos subsidios van a cubrir poblaciones que ya tienen cobertura y calidad por la vía pública y privada. Habrá que barajar y dar de nuevo para el futuro.

Apostemos también a un envejecimiento activo. Nuestros adultos y adultas mayores tienen mucho que ofrecer en capital físico, humano y social a nuestro país. Encontremos los espacios, las regulaciones, las protecciones y los incentivos para que ello suceda. Integremos a toda la población migrante en nuestro tejido económico y social. Dadas la edades y perfiles de las personas migrantes, traen innovación, frescura y juventud, generando aportes económicos, sociales y culturales al país. Demos oportunidades a nuestras y nuestros jóvenes para retenerlos en el país. Liberemos el enorme potencial productivo e innovador de las mujeres. Para ello, redistribuyamos las cargas de trabajo no remunerado, especialmente de cuidados, entre hombres y mujeres, y entre familias, Estado y mercado. Y por sobre todas las cosas, cuidemos como un recurso precioso a cada niña y niño que nace y atraviesa su infancia, adolescencia y juventud. No perdamos a ninguno en la pobreza o la indigencia, que todos ellos tengan acceso a cuidados y estimulación temprana, no dejemos por el camino a nadie en su trayectoria escolar, mejoremos el aprendizaje y las tasas de egreso en nuestra educación media.

El martes 5 de diciembre, en el Parlamento desde las 9.00 y en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República a partir de las 14.30, en el marco de los Diálogos sobre el futuro de Uruguay abordaremos estas cuestiones. Legisladores, formadores de opinión, academia, sociedad civil, autoridades del gobierno y referentes de nuestro sistema político se harán presentes para escuchar, debatir e intercambiar sobre estos desafíos y las alternativas que como país queremos construir. Están todas y todos invitados. El futuro ya empezó, pongamos manos a la obra.

Fernando Filgueira es jefe de la Oficina Uruguay del Fondo de Población de las Naciones Unidas. Lucila Pizzarulli es jefa de la Oficina de la Organización Internacional para las Migraciones Uruguay.

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