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Sobre las formas de ejercer el poder: la recomposición autoritaria en San José

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Existen múltiples formas de abordar los temas y afrontar la realidad, incluso también de crearla. Algunos optan por posicionarse desde una visión absolutista construida mediante el dogma, de poseedores de una única verdad que excluye a voces diversas, desde un autoritarismo vertical.

Otros se posicionan desde un lugar que genera una visión de aparente contemplación de la diversidad –constructora de otros autoritarismos–, mediante una estrategia de incorporar aquellas visiones que, eventualmente, pueden ocasionar amenazas a la concepción autoritaria. No con el objetivo de complementar otras posiciones, sino para anularlas, ya que no hay mejor forma de excluir algo que realizando una falsa integración. Una ilusión dialoguista para silenciar y aparentar una forma alternativa que reafirma y encubre la condición autoritaria. Esto responde a una lógica de poder que no reconoce valor en otro, sino que se recompone y se reafirma en el poder mediante un acto de pseudo horizontalidad.

Pero existe también un abordaje crítico y contemplativo de las diversas miradas, uno que no se reconoce como portador de la verdad absoluta, sino que apuesta al diálogo colectivo, afirmando la capacidad de los integrantes de la comunidad como portavoces válidos. Una estructura de participación real que da lugar a todos quienes son parte de la estructura social.

A pesar de que no parezca, es posible, más allá de los altos muros metropolitanos, construir un lugar de real horizontalidad, de construcción colectiva, apostando a ser incluyente y contemplar la diversidad de la que está compuesto el tejido social. Pero no desde una lógica discursiva, sino desde un compromiso real posicionado desde lo ético y lo político.

Aproximación a la experiencia josefina

En San José, desde la dictadura, se reprodujo una lógica netamente autoritaria desde la difícil disociación entre dictadura y democracia. Entre la continuidad del chiruchismo y quienes lo han sucedido a lo largo del tiempo, lo que se perpetuó hasta hace muy poco tiempo. En realidad, no es que haya desaparecido esta perspectiva, sino que se recompuso en lo que explicitamos como falso integracionismo, que tiene origen con la impronta de la actual administración local.

Lo que actualmente se debe desplegar como condición estratégica responde a la consecuencia de la ausencia de diálogo en el sistema político de la anterior administración, liderada por el actual ministro de Transporte, José Luis Falero. Quizás por haberla vivido bien desde adentro o por una impronta de pasaje a una nueva etapa del capitalismo-criollo-josefino, la nueva administración ha impulsado espacios de aparente diálogo e infinidades de comisiones ampliadas, incorporando actores bien diversos.

Ha impulsado una ilusión de diálogo, a la que podríamos diagnosticar como comisionitis. En San José existen las comisiones de las comisiones para analizar comisiones que no funcionan, en definitiva, la burocratización de una puesta en escena. ¿El objetivo? Una falsa ilusión de inclusión y hacer responsable a todos los integrantes de estos espacios, sumando a las voces alternas al oficialismo.

Incluso se han dado casos de conformación de comisiones que, (in)oportunamente, sesionan sin convocar a todos los integrantes, que, naturalmente, responden a la oposición y, por tanto, dejan al descubierto su real objetivo.

En definitiva, en San José sí existe un cambio, pero lamentablemente no para mejorar y garantizar una mejor calidad a josefinos y josefinas. El cambio es para mantener a los mismos de siempre en el poder.

Esta lógica no responde a una visión crítica e integradora que contemple al otro como interlocutor válido. Es más un enfoque de comunicación, un bluff de marketing y no una transformación real de los modos de gobierno. Sin embargo, esto ha ocasionado la deslegitimación del ámbito de diálogo natural del sistema político, el legislativo departamental, ya que, constantemente, se han ignorado resoluciones de la Junta Departamental y, en ocasiones, se ha ocultado información a través de hechos que son verdaderamente escandalosos políticamente.

Si uno se pone a analizar los resultados de gestión, las problemáticas del departamento no han cambiado. La opacidad no sólo se perpetúa, sino que se agrava en una cultura instalada y reforzada a lo largo del tiempo.

San José sigue manejándose bajo la lógica de privilegio a las empresas y hasta se propone transformar el sistema productivo en pro de la forestación con cambios de las directrices departamentales. En San José se mantienen las cuotas de distribución de las direcciones no por los más capaces o preparados para el cargo, sino por los votos de sectores, teniendo al frente de reparticiones a personas con nula formación en las áreas. Y con debilidades de gestión que son inadmisibles en estas épocas. Cuna de linajes de intendentes que finalizan en ministerios o en el Senado, San José ha construido una secuencia de mutaciones del autoritarismo, que actualmente bordean el camino para llegar al mismo lugar. Guiados por una fetichización del poder con un ansia voraz, el Partido Nacional se recompone constantemente sobre sí. Incluso nutriéndose de múltiples dirigentes foráneos que, desesperados, se suman a un barco directo al naufragio, creyendo que logran la salvación.

Bien nos advertía Kafka (1924) en un fragmento cuasi premonitorio cuando nos decía: “El animal arrebata el látigo al amo y se azota a sí mismo para volverse amo. No se da cuenta de que sólo se trata de una fantasía creada por un nuevo nudo en la correa”.

Nos podríamos preguntar qué enseñanzas esta mutación nos deja a las izquierdas. El no sucumbir en el error del falso diálogo y comprender que no se puede ser parte del problema que se quiere combatir si se reproducen las lógicas que nos han llevado a la construcción de un sistema tan inequitativo en que se sustentan estos privilegios.

Porque, en definitiva, en San José sí existe un cambio, pero lamentablemente no para mejorar y garantizar una mejor calidad a josefinos y josefinas. El cambio es para mantener a los mismos de siempre en el poder, buscando reconvertir la lógica de gobierno en una que encubre sus métodos, pero logra los mismos resultados. Para revertir estos autoritarismos es necesario romper con los lazos que nos siguen atando a los que creen ser dueños y amos de las voluntades populares.

Damián Romero es edil de la lista 82 del Frente Amplio en San José e integrante de PAR.

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