El anuncio de un acuerdo para interrumpir los ataques de Israel en Gaza, realizado el jueves por Donald Trump, fue sin duda una gran noticia, pero es larga la lista de ceses del fuego en la región que no se mantuvieron, y debemos considerar qué probabilidades hay de que este resulte sustentable. Los aspectos no aclarados o por definir del acuerdo son muchos, y de varios de ellos depende su viabilidad.
Más del 80% de los estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas, incluyendo a cuatro de los cinco integrantes permanentes del Consejo de Seguridad, reconocen a Palestina como un Estado. Es difícil definir cuál es el territorio de ese Estado, quiénes son sus autoridades y en qué medida puede ejercer algo parecido a la soberanía.
La Autoridad Nacional Palestina (ANP) no gobierna gran parte de Cisjordania, ocupada en forma ilegal por Israel. Hamas tomó el poder en Gaza hace 18 años, y ahora el plan anunciado por Trump divide esa franja en dos zonas de superficie similar: una bajo control militar israelí y otra que presuntamente será administrada por una comisión palestina “tecnocrática y apolítica”, bajo supervisión de una “Junta de Paz”.
De esta última sólo se sabe que será presidida por el propio Trump y que uno de sus integrantes será Tony Blair, ex primer ministro de Reino Unido. La ANP no estuvo representada en la negociación del acuerdo, ni lo estará en las decisiones económicas y políticas sobre el proceso de “reconstrucción” de Gaza. Estos hechos y muchos otros configuran una situación muy distinta de la de un Estado; lo que no está claro es si quienes le reconocen esa condición a Palestina van a hacer algo al respecto.
El acuerdo prevé que Hamas se desarme y quede excluido del futuro gobierno de Gaza, a fin de convertir a la franja en “una zona libre de terrorismo que no represente una amenaza para sus vecinos”. Nada dice sobre las acciones terroristas y otros crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno israelí encabezado por Benjamin Netanyahu, que sin duda es una terrible amenaza para sus vecinos.
Ese gobierno afirmó que atacaba Gaza para destruir a Hamas y liberar a los rehenes que capturó en el ataque terrorista contra Israel del 7 de octubre de 2023. Dos años después, Hamas está debilitado pero no derrotado, y sólo ocho de los 251 rehenes fueron rescatados por las fuerzas israelíes. Los objetivos reales de Netanyahu pueden identificarse en lo que sí logró: exterminio y desplazamiento forzado de población civil gazatí, mientras él se mantenía en el poder.
Estos dos años le han hecho un daño inmenso al presente y al futuro del Estado de Israel, cuya ciudadanía tiene en sus manos la posibilidad de empezar a revertir esa situación. Si no lo hace, atraerá sobre sí más daño.
Las movilizaciones sociales y la presión desde gobiernos y organismos internacionales estuvieron entre las muchas causas del acuerdo anunciado por Trump. Si la matanza en Gaza realmente cesa, quizá esos vientos amainen, pero la paz y la solución de dos estados necesitan tanto apoyo como antes del jueves o más.