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Luis Alberto Lacalle y Jorge Larrañaga, anoche, en el acto de la 2004, en el Prado

Foto: Javier Calvelo

A luchar por la justicia

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Mujica habló contra el encarcelamiento de represores y los blancos lo acusan de reivindicar la violencia.

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Cuando el periodista Ricardo Carpena, del diario argentino La Nación, transcribió la frase del escándalo puso: “Yo quiero saber la verdad, pero en la Justicia no creo un carajo”. La mayúscula en “Justicia” remite a la institución del Poder Judicial, pero parece claro que José Mujica estaba hablando de otra cosa.

“Verdad y justicia” es un reclamo planteado desde hace décadas por una parte de la izquierda en relación con el terrorismo de Estado. No hay que ser muy vivo para entender de qué habla un político frenteamplista si usa las palabras “verdad” y “justicia” en una misma frase, cuando le están preguntando sobre derechos humanos, represores presos y la alternativa entre una “revisión a fondo” y un “punto final”. Sobre todo si ese político viene de la dirección de un sector que decidió no presentar denuncias por las graves violaciones de los derechos humanos que sufrieron muchos de sus integrantes, entre ellos el propio Mujica.

En plena campaña es entendible, aunque no sea justificable, que los adversarios traten de aprovechar cualquier oportunidad para desprestigiarse mutuamente, pero con seguridad los doctores Luis Lacalle, Jorge Larrañaga y Pedro Bordaberry entendieron que Mujica no estaba opinando acerca del sistema judicial uruguayo.

Es una lástima que las críticas de blancos y colorados, deliberadamente desenfocadas, distraigan la atención de otro asunto que valdría más la pena discutir. Mujica dijo, una vez más, que no considera prioritario que los represores sean juzgados y condenados. Que ni siquiera desea que eso ocurra. Lo que él y otros ex guerrilleros parecen no entender es que la opinión de quienes intercambiaron disparos no tiene ninguna importancia especial en este asunto. Que no se trata de que “los combatientes” decidan si quieren venganza o perdón. Que la impunidad es mala para la sociedad entera, incluyendo a cientos de miles de personas que nunca empuñaron un arma y que ni siquiera habían nacido cuando aquellos enfrentamientos terminaron.

Eso sí tiene que ver con la posibilidad de creer en la justicia, que, como Mujica dijo ayer para responder a las críticas, “es una construcción humana”. Si la construimos mejor que ayer, mañana podremos creer más que hoy. (Ver nota “Se lo dijo nomás”)

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