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Enrique Iglesias y Fernando Lorenzo, ayer, en la apertura de las XXV Jornadas de Economía en el BCU.

Foto: Victoria Rodríguez

La década infame

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Enrique Iglesias piensa que los golpes de la crisis dolerán más de diez años.

Aunque con diferentes énfasis, tanto el ministro de Economía, Fernando Lorenzo, como el titular de la Secretaría General Iberoamericana, Enrique Iglesias, coincidieron en que América Latina y Uruguay tienen una importante oportunidad de crecimiento por delante, aunque no deberían caer en el triunfalismo.

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Nublado

“No debemos creernos que porque hemos crecido 10% estamos tocando el cielo con las manos”, afirmó el presidente José Mujica al retirarse del BCU. “En el mundo hay una gran incertidumbre: no se ha superado en un 100% la crisis, y esa crisis afecta a gran parte de la economía mundial. Nosotros somos pequeños y nuestra economía está expuesta”, redondeó. El mandatario remarcó que para evitar sorpresas hay que seguir apostando a la integración regional: “Nuestros vecinos no son perfectos, pero son nuestros vecinos, y tenemos que tener en cuenta que en el mundo de hoy para poder incidir tenemos que tener unidades más grandes”.

Lorenzo mostró una visión más optimista sobre el futuro de la economía, mientras que Iglesias, un tanto más cauto, explicó que la crisis internacional fue “profunda e impactante” y que sus efectos se sentirán por “más de una década”.

Ambos expusieron sus opiniones ayer, en la mesa redonda titulada “Diálogos sobre crecimiento”, una de las primeras instancias de las XXV Jornadas Anuales de Economía del Banco Central (BCU), que concluirán esta tarde.

La crisis aún le resulta preocupante a Iglesias, para quien ha sido más “profunda e impactante” que las anteriores. “Los efectos siguen y van a seguir”, y los golpes recibidos se sentirán durante “más de una década”, pronosticó. La coyuntura que desató la debacle fue totalmente impredecible, aun para el más pesimista, consideró. “Sabemos que la crisis va a terminar. Lo que no sabemos es cuándo ni cómo”, dijo Iglesias.

El funcionario internacional destacó las incertidumbres que persisten en el sector financiero, así como las que se ciernen sobre la economía real a partir del “alto desempleo” que todavía sufren los países industrializados. “Esto es serio porque genera inquietud, inseguridad”, opinó. El andamiaje institucional mundial está “incapacitado para tomar decisiones importantes” para combatir la crisis, añadió. En ese sentido, mencionó que si bien los ministros de Finanzas del Grupo de los 20 acordaron el fin de semana una profunda reestructura del FMI, no lograron avances sustanciales en los demás puntos en discusión.

Temas centrales

El director del Banco Central de Brasil, Anthero de Moraes Meirelles, destacó que tanto su país como los demás emergentes “sufrieron mucho” el camino hacia la consolidación económica, atravesando crisis importantes, hiperinflación y desbalances. Lo hizo en una mesa redonda con representantes de los bancos centrales del Mercosur, moderada por el uruguayo Mario Bergara. Meirelles opinó que el principal desafío de la actualidad es consolidar el crecimiento, evitando la generación de “burbujas de crédito” en la economía. El G20 debe lograr acuerdos para evitar la aplicación de medidas proteccionistas que derivarían “en el peor mundo de todos”, alertó el disertante. Por su parte, el presidente del Banco Central de Paraguay, Jorge Corvalán, destacó que su país hace siete años que registra superávits fiscales, consolidando una política de Estado en la que “todos coinciden en que no se puede gastar más de lo que se tiene”. Sostuvo que la principal preocupación de las autoridades financieras de la región debe ser controlar de cerca el flujo de capitales procedentes del exterior. Mercedes Marcó del Pont, presidenta del Banco Central de Argentina, interpretó que contrariamente a lo que se están reclamando los organismos multilaterales de crédito como por ejemplo el FMI, “que exigen una actitud pasiva ante la entrada de capitales [...] y para no ajustar la moneda”, se debe mantener bajo control la volatilidad del tipo de cambio y evitar su excesiva apreciación. Sostuvo que la volatilidad del tipo de cambio genera problemas en el consumo, la producción, y deja más expuestos a los países a los “shocks externos”.

“Lo peor que podría pasar sería una guerra de divisas”, que daría origen a una nueva ola de proteccionismo comercial, la cual complicaría aun más la recuperación, dijo el secretario general iberoamericano. El mundo se encamina hacia una nueva economía basada en “la materia gris” y la inversión en investigación, desarrollo e innovación como forma de incrementar la productividad, apuntó.

En otro orden, subrayó que el mundo debe encaminarse hacia la reforma del sistema regulatorio y de supervisión del sector financiero, con “grandes transformaciones” en la agenda. También llamó a “repensar” la política de integración de Uruguay, pues “navegar en convoy es mejor que navegar solo”.

“Estamos ante una gran oportunidad por haber aprendido a manejar mejor la economía”, sostuvo. “Pero las oportunidades no son gratis, hay que hacer cosas para ganarlas. Hay que evitar el triunfalismo. No es cierto que tengamos comprado el futuro, porque pueden ocurrir cosas raras en el mundo. Puede ser que la economía mundial salga rápido, salga lento, puede ser que China tenga alguna involución en sus tasas de crecimiento, y todo eso nos puede afectar”, concluyó.

Ateo Menos pesimista que Iglesias, pero en la misma dirección, Lorenzo subrayó los avances alcanzados por la economía uruguaya, pero la reducción de vulnerabilidades no es un permiso para dormirse en los laureles, advirtió. “Hace no mucho tiempo nuestros problemas eran reducir vulnerabilidades, mientras que hoy las preocupaciones son otras, y podemos plantear una agenda enfocada en otros aspectos”, destacó. En particular, mencionó varios desafíos nacionales: el manejo y preservación de los recursos naturales, el desarrollo de infraestructura para consolidar el crecimiento y el manejo de los recursos humanos para evitar “cuellos de botella”.

“Si no actuamos, esto se puede convertir en un obstáculo para el crecimiento”, enfatizó. En mención al riesgo de “autocomplacencia” en los países de la región señalado por Iglesias, Lorenzo destacó: “Uruguay tiene en el punto de partida un buen desarrollo institucional”, pero aclaró: “El peor error en el que podemos incurrir es creer que la obra está terminada, que no hay reformas pendientes y que no hay que asentar prácticas políticas y costumbres que sean absolutamente el soporte de las posibilidades de expansión de la economía y de desarrollo del país”.

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