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José Villar, ayer, cuando ingresaba a la casa del Partido Colorado

Foto: Agustín Fernández

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Ney Castillo y José Villar son los candidatos colorados a la Intendencia de Montevideo.

Que la candidatura impulsada por una parte de Propuesta Batllista (Proba) y el sector de Alberto Iglesias prosperara dependía de que la ausencia de convencionales hiciera disminuir el número necesario para habilitarla. El ex ministro José Villar obtuvo 71 adhesiones, bastantes más que las 52 previstas hace unos días, y aunque no llegó a la mitad de los 146 votos de Luis Alberto Ney Castillo, le alcanzó.

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Hacía tiempo que en la casa del Partido Colorado (PC) no coincidían tantos convencionales. La previa fue tensa. Quienes impulsaban la postulación de Villar se tenían fe, pero se mantenían informados con la mesa receptora acerca de cuántos integrantes del organismo habían llegado. Y luego hacían reglas de tres para saber cuántos votos se convertían en necesarios. Ninguno de los dirigentes se animó a decir el número de adhesiones con las que contaban. “Esto sólo se va a saber en la votación”, alegaban. Especulaban con las faltas por las licencias laborales y por el mal tiempo.

Vamos Uruguay (VU) y la agrupación de Óscar Magurno, que apoyaron a Villar y querían candidatura única, reconocieron que en los días previos exhortaron a sus convencionales a estar presentes aunque lloviera o tronara. También estaban confiados en hacer número para que su candidato fuera “el candidato del partido”, y vaticinaban una “fractura” de Proba. “Los convencionales de Tabaré Viera [senador electo] son los únicos foristas que apoyan a Villar. El resto del Foro Batllista va a acompañar a Ney. Eso quiere decir que la otra mitad de Proba, la de José Amorín [también senador electo], va a votar separada”.

Este razonamiento era compartido por los pedristas, quienes recordaban que en la primera decisión orgánica de Proba “ya estaban divididos”. “Esto demuestra que fue sólo una alianza electoral”, concluían. Por otra parte, se reiteraba el argumento económico-financiero de que hacer campaña de un solo candidato cuesta menos.

Tras apagones y otros problemas técnicos, la ansiada sesión comenzó una hora más tarde de lo previsto, pero la votación comenzó mucho después. Antes, para “elogiar la tradición” colorada y dando cumplimiento a una resolución del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), se hizo un homenaje por el aniversario de la batalla de Monte Caseros, que significó “el fin de la dictadura” de Juan Manuel de Rosas. También se leyó una breve biografía de Castillo y de cada uno de sus cuatro suplentes. Luego comenzó la votación nominal.

La mayoría de los convencionales tenía un papel y una lapicera para anotar, como si fueran puntos del truco, cada uno de los votos.

La campana para llamar al orden sonó cuatro veces durante la votación. La primera fue después del voto ochenta y pico, y de que Diego Fau dijera “Pese a que esto es un circo y no una convención…”, sin poder terminar la idea debido a las reacciones de otros convencionales. Luego de ser llamado al orden expresó su respaldo a Villar. Retomó la palabra cuando llegó la etapa de fundamentar los votos, y antes de que comenzara su intervención lo mandaron a “hablar” con el presidente electo, José Mujica, entre otras cosas. Dio un discurso sobre la intolerancia “con los que pensamos distinto” y criticó los procedimientos de cúpula para designar candidaturas. “¡Por favor, es lo que criticábamos de [Julio María] Sanguinetti cuando estaba dirigiendo el partido. Esta votación debe ser secreta, no nominal”, disparó. El diputado electo Fernando Amado (Vamos Uruguay), que estaba en su rol de secretario general de Montevideo, se encargó de la respuesta: “Acá no se veta ni se le hace la cama a nadie como sucede en estos días en otros partidos”, aludió. Y añadió que “todos deberían irse a sus casas felices” por las dos candidaturas. “Nada mejor para un colorado que otro colorado”, dijo, para calmar las turbulencias.

Un convencional generó suspenso antes de expresar a quién votaba y todos empezaron a gritar al mismo tiempo. Eso provocó el segundo llamado al orden. El tercero se debió al lapsus de un convencional que primero votó por Castillo y después por Villar. Al final se decidió por este último. La cuarta campana fue consecuencia de los festejos del voto número 55 para Villar.

Cuando la funcionaria de la Corte Electoral que controlaba el procedimiento proclamó los resultados, Amorín ya estaba en la puerta de la casa partidaria calmando a sus militantes, que gritaban “¡Estamos vivos!”, y esperando a Villar, a quien dio un abrazo de oso cuando llegó. Castillo nunca llegó, y no podía llegar porque está de viaje en Italia. Por esa razón se definió que recién el lunes el CEN realizará una ceremonia en la que participarán ambos candidatos.

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