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El pecado original

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Bordaberry condenado a 30 años de prisión en la casa de su hijo.

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El acto que se le imputó fue la firma del decreto que “truncó la vida institucional del país”, tal como lo había solicitado la fiscal Ana María Tellechea. Es decir que se lo condenó por ser responsable del golpe de Estado. Penalmente, la figura recogida en su sentencia definitiva por la jueza Mariana Motta es “atentado a la Constitución”. También se cerró el caso en torno a nueve crímenes de desaparición forzada y dos homicidios políticos, por los cuales también recibió los 30 años de cárcel, el máximo previsto en Uruguay para un delincuente.

Ayer en la puerta de los juzgados de la calle Misiones, a uno de los cuales debió concurrir el dictador para ser notificado del fallo, se oyeron varios comentarios acerca de lo dispuesto por la magistrada. De celebración, la mayoría y algunos irónicos del estilo “le dieron cadena perpetua”, en alusión a los 81 años de Juan María Bordaberry y a su estado de salud. Padece, entre otras anomalías corporales, asma bronquial severa, enfisema pulmonar, fibrosis pulmonar y carcinoma de vejiga. Por eso ayer el procesado llegó en ambulancia, en silla de ruedas y con un tubo de oxígeno. También estaba acompañado por sus hijos, incluido Pedro, que se sumó al séquito luego de participar en una reunión con el PIT-CNT.

En realidad no pudo verse el rostro de ninguno de los Bordaberry, ya que la ambulancia tenía los vidrios oscuros, había vallas que impedían acercarse y el móvil ingresó directamente al estacionamiento del juzgado. Distintas versiones indican que la jueza Motta tuvo que salir de su despacho (reducido, como todos los de la calle Misiones) porque la silla de ruedas no pasaba por la puerta. Tras la condena, Bordaberry volvió a la ambulancia de regreso a su lugar de encierro: la casa de uno de sus hijos en Carrasco, ya que goza del beneficio de la prisión domiciliaria.

La causa había iniciado hace ocho años por parte de los abogados Walter de León y Hebe Martínez Burlé, quien en la tarde consideró que de ahora en más “cuando alguien quiera dar un golpe de Estado, piense un poco; quizá tal vez da un golpe de Estado hoy pero mañana puede estar, como Bordaberry, terminando sus días en la cárcel, denigrado”.

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