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Mariana Zaffaroni y María Esther Gatti, ayer, durante la inauguración de la biblioteca que donó María Esther al Residencial donde vive.

Foto: Javier Calvelo

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María Ester Gatti había organizado una donación y fue sorprendida con un homenaje a su trayectoria.

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A sus 92 años, María Ester Gatti recibió ayer una sorpresa. Había organizado todo para inaugurar, en el residencial donde vive, una biblioteca que viene armando hace un tiempo con sus propios libros y otros que reunió especialmente. Pero la inauguración se convirtió en un homenaje a su historia, a su lucha, musicalizado por Daniel Viglietti, y en la celebración del cumpleaños número 35 de Mariana Zaffaroni, su nieta.

“Estoy contenta de haberme dado cuenta a tiempo y de haber podido disfrutarla. Gracias a Dios que no me di cuenta tarde”, expresó Mariana a la diaria. La hija de María Ester, María Emilia Islas, y su esposo, Jorge Zaffaroni, desaparecieron en Buenos Aires el 27 de setiembre de 1976, luego de haber sido enviados al centro de torturas Automotores Orletti. Entonces Mariana Zaffaroni, de 18 meses de edad, fue secuestrada y adoptada por un agente de la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side).

María Ester inició enseguida lo que se convertiría en 16 años de búsqueda de su nieta, recuperada, en junio de 1992, tras innumerables idas y venidas y con la ayuda de las Abuelas de Plaza de Mayo de Buenos Aires, donde hasta ahora vive Mariana. Su primera aparición pública en nuestro país tuvo lugar en mayo de 2009, cuando se declaró ciudadanos y visitantes ilustres a hijos y nietos que recuperaron su identidad. A Mariana le costó procesar su historia, pero ayer señaló que estaba “muy contenta”. “Iban a hacer el homenaje el fin de semana. Yo no podía llegar hasta hoy y pedí que lo corrieran para poder estar. Estoy agradecida y muy contenta, fue todo muy lindo”, expresó.

La primera vez que Mariana vio a su abuela fue a los 18 años, en la sede judicial donde el juez federal de San Isidro, Roberto Marquevich, ordenó el arresto de su padre y madre adoptivos, quienes posteriormente serían procesados y condenados a siete y cuatro años de prisión, respectivamente, “por apropiación de una menor, sustitución de su identidad y falsificación de documento público”. Con el fallo, el juez restituyó la identidad de Mariana, quien en marzo de 1993 solicitó al entonces presidente Carlos Menem el indulto a sus padres adoptivos, que finalmente fue concedido.

Anoche, Mariana señaló como uno de los momentos más significativos con su abuela el de la última marcha por la anulación de la Ley de Caducidad, cuatro días antes del plebiscito rosado del 25 de octubre de 2009. “Ese momento me resultó emocionante. La marcha, el que nos encontremos las dos ahí, sosteniendo los carteles con las fotos de mis padres”, contó. María Ester agradeció las sorpresas y reclamó que Uruguay vuelva a ser “vanguardia en derechos humanos”.

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