Después del encuentro, concretado a ocho días del dictamen de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), los mandatarios brindaron una conferencia conjunta en la que los periodistas no pudieron hacer preguntas, pero sí escuchar una exposición de cada una de las partes. Y es que en este proceso ambos prefieren no hacer agua y evitar que cualquier elemento enturbie el reencuentro definitivo, que Mujica y Fernández comenzaron a planificar cuando el uruguayo aún estaba en campaña.
Desde entonces, los presidentes intentan por todas las vías dejar atrás los tiempos en los que sus antecesores hablaban casi todos los días del tema, alimentando la distancia que llegó a congelar las relaciones bilaterales, al punto de que ella creyó necesario aclarar que “en este proceso de reencauzamiento [...] la próxima vez que nos volvamos a reunir no sea solamente por la cuestión que motivó el conflicto” sino para “reconstruir una agenda bilateral en la cual abordemos también todos los otros temas en los cuales tenemos la obligación de trabajar”, igual que Argentina lo hace “con otros países amigos, como Venezuela, como Brasil, como Chile”.
Él, que habló después de ella (por aquello de que primero las anfitrionas), se expresó de manera simétrica en cuanto a que se trata de “un proceso” que “va a llevar su tiempo”. “Pero no puede ser que un problema como éste nos obnubile de tener una agenda de problemas pendientes: la navegación del río, la cuestión del gas, el futuro de los puertos. Nuestra historia está embebida de conflictos portuarios. ¡Vaya que tenemos que aprender! Por eso mi pequeño país no se hace muy viable en conflictos con la Argentina”, dijo Mujica.
Herida abierta
En sus exposiciones, los presidentes evidenciaron que, además del perjuicio bilateral, cada uno tuvo sus marcas internas. La argentina hizo hincapié en la importancia del fallo y la relevancia que pasará a tener, ahora sí, como garantía de la relación, la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), mientras que el uruguayo, si bien también enfatizó lo de acatar el fallo, hizo hincapié en la importancia de respetar el medio ambiente. Y es que en el marco de la terapia de pareja que significó el juicio iniciado ante la CIJ hubo reproches hacia ambos lados.
En líneas generales, a Argentina el tribunal le dijo que no pudo demostrar que la pastera contamina por encima de los parámetros permitidos; a Uruguay, que no respetó las formas del Tratado del Río Uruguay. Horas después de conocido el dictamen, los dos países capitalizaron esa lectura, y ayer pasó algo parecido. Dijo Cristina: “Queríamos hacer una manifestación, ambos presidentes, en este sentido, de acatamiento del fallo, pero esencialmente por una convicción política” por “habernos apartado del Tratado, que definitivamente fue lo que motivó el conflicto. Esto no fue bueno y, por lo tanto, es lo que debemos, bajo todo punto de vista, evitar”.
Dijo José: “Esto no es una anécdota, esto es una lección de la historia para que los hombres no la olviden y podamos convivir, porque desafíos industriales van a ir in crescendo porque el Homo sapiens ha decidido consumir y consumir, y seguir consumiendo. Por lo tanto, habrá más energía, entonces estos problemas obligan al cuidado del medio ambiente, pero nos tenemos que dar reglas y garantías”, aunque reclamó “racionalidad científica, porque sólo los datos científicos pueden servir para convencerlo”. A pesar del mini paso de facturas, como novios que quieren volver pero están aún dolidos -por la puñalada en la espalda que dijo haber recibido Néstor
Kirchner de Tabaré Vázquez al habilitar a Botnia, y por el corte de rutas que Kirchner no hizo nada por remover y que impidió negociar a Tabaré-, los dos usaron palabras y conceptos comunes.
Hablaron de “la voluntad política” para retomar los temas comunes, del respeto al Tratado y de la utilidad de la CARU, por ejemplo, para monitorear de manera conjunta la calidad ambiental del río Uruguay en general, y no sólo en los que tiene que ver con la actividad de la pastera. Los presidentes se comprometieron a dotar a la comisión de los recursos económicos, humanos, financieros y materiales necesarios para su funcionamiento, al tiempo de mandatar a sus delegados en el organismo a elaborar un marco de referencia con el objetivo de cumplir la vigilancia continua de las condiciones ambientales de la planta UPM.
Te espero en casa
En Argentina, él tuvo el recato de no mencionar el tema del corte de rutas, algo a lo que ella tampoco se refirió. Pero al regresar a Uruguay, el canciller Luis Almagro -que ofició de testigo al igual que su par Jorge Taiana- dio una conferencia de prensa en la que sí reveló que Mujica y Fernández dialogaron sobre la necesidad de poner fin al piquete que desde noviembre de 2006 impide la comunicación terrestre entre Fray Bentos y Gualeguaychú. Contó Almagro que el corte de los puentes fue producto de conversaciones y que Uruguay pedirá a Argentina que haga lo que esté a su alcance, ya que es esencial que el levantamiento se produzca “tan pronto como sea posible”. No obstante, aclaró que Mujica no le puso plazos y que ambos coincidieron en que se apuesta a un proceso que conlleva distintas etapas.
El canciller remarcó que ambos mandatarios acordaron ser prudentes en las declaraciones y que no ahondaría en detalles que “podrían -en definitiva- perjudicar la solución al problema entre ambas naciones. También para Argentina es un tema prioritario”, destacó. En esto de las señales entre dos que quieren volver definitivamente, Cristina asumió que le toca a ella cruzar el charco: “La próxima reunión será en Anchorena, en la República Oriental del Uruguay, porque ya vamos 2 a 0: Olivos va ganando 2 a 0 en las reuniones, así que es bueno hacerlo ahora en Anchorena”, anunció.
Almagro precisó que esa instancia quedó para después del 25 de mayo, cuando la vecina orilla festeje el bicentenario de la independencia, día que aquí será declarado feriado, si es que Diputados culmina el proceso parlamentario de un proyecto de ley que el Senado ya sancionó a instancia de la bancada colorada.
El uruguayo había llegado a Olivos a las 15.45 y en helicóptero, igual que el 5 de abril. Antes de partir a la cita, y cuando los rumores de que la argentina le reclamaría que pidiera perdón por haber violado el tratado, había dicho que “las disculpas las piden los novios”. Parecía estar recordando aquella parte del discurso del 1º de marzo en el Parlamento, poco antes de que Vázquez le pasara la banda y sus consecuencias, en la que definía a la región como “nuestro hogar latinoamericano”, en el que “tenemos un dormitorio que compartimos y que se llama Mercosur”.
“¡Ay, Mercosur! ¡Cuánto amor y cuánto enojo nos suscita! Hoy estamos en público y no es el momento de hablar de los temas de alcoba. Sólo déjenme afirmar que para nosotros el Mercosur es ‘hasta que la muerte nos separe’ y que esperamos una actitud recíproca de nuestros socios mayores”. Por si quedaban dudas de que estaba pensando en aquella relación truncada, había dicho: “Deseamos que el bicentenario nos encuentre con un Río de la Plata más angosto, despejados todos los caminos que nos unen”, como si ya supiera que los dos estaban dispuestos a intentarlo de nuevo.