Ingresá

Rodrigo Arim y Álvaro Rico.

Foto: Javier Calvelo

La hora de los cambios

9 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Decanos de Humanidades y Economía coinciden en que reforma universitaria y actualización de Ley Orgánica son impostergables.

Hace menos de dos meses que el decano de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administación, Rodrigo Arim (38 años), y el de Humanidades y Ciencias de la Educación, Álvaro Rico (56 años), asumieron en esos cargos, en un período de proclamación de autoridades universitarias en el que se impuso la reelección. El complejo vínculo de los universitarios con la política, el papel de la enseñanza pública en la integración latinoamericana, los reclamos presupuestales de los gremios, las tasas de desempleo en ciertas profesiones y la reforma son temas que fueron abordados en esta larga conversación con la diaria.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

-Arocena ya fijó fechas, habló de la primavera de 2011 para tener una nueva Ley Orgánica (LO). ¿Coinciden en esa prioridad?

AR: -Internamente estamos en un buen momento para hacerlo. En el período precedente se discutió mucho sobre la actualización de la LO y se acumularon suficientes reflexiones y argumentaciones. Ahora llegó el momento de las decisiones, que deberán tomar los órdenes que componen el cogobierno. Desde el punto de vista del país también es un momento propicio porque la Udelar, además de acompañar el proceso de desarrollo de Uruguay, tiene que dar señales y es importante que la sociedad la vea como un ámbito capaz de autotransformarse, actualizarse y autocriticarse.

RA: -Desde hace algunos años hay un reconocimiento explícito de que la LO está desactualizada. Ese diseño institucional correspondía a otra Universidad y a otro país. Hoy el Consejo Directivo Central está integrado por delegados de los órdenes y los servicios, pero no todos tienen derecho a voto, porque la LO establecía en forma taxativa quiénes lo integraban. El segundo componente está relacionado a la gestión, porque cuanto más grande es la Udelar mayores son los desafíos en términos de gobernanza. En tercer lugar, como decía Álvaro, la sociedad le está pidiendo que se transforme y creo que en los últimos años la Universidad asumió un discurso menos autocomplaciente que el de los 90. Si bien hubo debate por aquellos años, los problemas siempre eran externos, ya sean presupuestales o por la calidad de la enseñanza previa al ingreso a la educación terciaria. Es el momento adecuado porque la sociedad le pide a la Udelar políticas tendientes a la descentralización, mejoras en la calidad académica en términos de investigación y que los estudiantes egresen, algo en lo que se ha mejorado a pesar de que seguimos teniendo tasas de egreso relativamente bajas.

-Cuando el Frente Amplio [FA] era oposición se decía que no era conveniente cambiar la LO porque los partidos tradicionales controlaban el Parlamento, un argumento similar al que utilizan ahora algunas corrientes universitarias que han pedido la postergación. ¿Qué ha pasado?

AR: -Hoy tenemos una voluntad interna mayoritaria que impulsa este proceso de actualización, que, sin ser ingenua, ubica de otra manera los eventuales costos políticos que la discusión pública de la reforma pueda implicar. Antes había una sobrevaloración de los costos políticos que podría generar poner en discusión la ley. Esta fuerte voluntad interna para actualizar no surge de ningún verticalazo ni de una figura rectoral que por sí misma defina las posiciones. De hecho, el proceso de discusión no comienza con el rectorado de Arocena. Además, hoy la Udelar es menos temerosa en cuanto a que no puede defender los principios constitutivos y estructurales de la LO -como la autonomía, el cogobierno y la libertad de cátedra- al ponerla a discusión.

RA: -Autonomía no es sinónimo de independencia y menos aun de autarquía. La autonomía implica sí el reconocimiento expreso de que la Udelar es la que está en mejores condiciones para definir en temas técnicos cuáles tienen que ser las orientaciones en la formación de grado o posgrado. Eso no quiere decir que el resto de la sociedad no esté en condiciones, o no tenga el derecho, de incidir sobre la Udelar. La Universidad pondrá a consideración un proyecto de ley ante los parlamentarios, que son los representantes de la sociedad, y eso implica que habrá un principio rector de la discusión que proviene de la Udelar. Pero eso no significa que se vaya a votar a tapas cerradas, y esperamos que el debate sirva para enriquecer los contenidos. La autonomía no implica un proceso de aislamiento en el que la Universidad pretenda que el marco normativo que la rija provenga exclusivamente de sus fueros. Podrán existir corrientes universitarias que no consideren oportuno este momento, pero hay una corriente mayoritaria que no sólo entiende que es el momento apropiado, sino que lo ve como algo impostergable.

-En el marco del debate reformista se ha subrayado la necesidad de facilitar el tránsito interuniversitario. ¿Qué ideas manejan?

RA: -La Udelar está en proceso de construir un mecanismo de creditización de las carreras para que el traspaso sea más fluido. Si un estudiante de Humanidades con dos años aprobados llega a Economía tenemos problemas para aprobar las reválidas por las restricciones que tiene el plan de estudio vigente, que no es muy flexible. Es un problema que no favorece la circulación horizontal y provoca que la decisión que se toma a los 18 años sea casi irreversible. No es sencillo porque implica rediscutir todos los planes de estudio, pero hay que hacerlo.

AR: -Es algo de vida o muerte si pensamos en un sistema de enseñanza pública terciaria. Un escalón interesante consiste en avanzar hacia las áreas de conocimiento, en el caso nuestro el área social, junto con Derecho, Ciencias Económicas, Comunicación y Bibliotecología, para facilitar ese tránsito y horizontalizarlo.

-Algunas gremiales reclaman 6% del Producto Interno Bruto [PIB] para la educación y muchas veces queda la impresión de que en estos debates presupuestales está ausente la discusión sobre cómo se gastan los recursos. ¿Qué opinan?

RA: -Uruguay tenía hasta hace poco un gasto educativo muy sumergido. Eso mejoró pero a partir de niveles muy bajos, porque la crisis de 2002 dejó a la Udelar con un presupuesto que la ponía al borde de no cumplir funciones elementales. Este presupuesto que la Udelar eleva al Parlamento está dividido por programas, para dejar claro que no es un pedido de aumento sin justificación y objetivos. La Udelar asume el compromiso de transformarse para establecer líneas de acción estratégicas para el desarrollo del país. En este presupuesto hay un rubro destinado a la descentralización, para que la enseñanza superior llegue mejor a todo el país, y eso tiene costos objetivos. Otro punto es cómo mejoramos la capacidad de acceso de los jóvenes a la Udelar, para que ingresen y permanezcan, algo que requiere diferentes dispositivos, entre ellos la descentralización. También es imprescindible un plan de obras de mediano y largo plazo, que permita contar con la infraestructura adecuada para atender contingentes de universitarios cada vez mayores. Doy clase en primer año de facultad y los grupos teóricos comienzan con 600 alumnos, y ése claramente es un contexto que fomenta la deserción. Estos temas hay que enmarcarlos en si el país quiere volver a ocupar lugares de privilegio en el continente en términos de la cantidad de jóvenes que reciben educación superior, algo que hemos perdido (Chile y Argentina están por encima de nosotros). En cuanto al reclamo gremial, no estoy muy convencido de parametrizar toda la vida presupuestal del país, pero en este contexto no me parece que 6% sea un guarismo descabellado.

AR: -Un punto importante, y por eso la Udelar reclama un porcentaje desagregado de 1% del PIB global, es que para este quinquenio está contemplada la creación de una nueva institucionalidad en el sistema público de enseñanza terciaria. La Udelar resume en este pedido presupuestal una discusión de mucho tiempo, con participación de los servicios, los órdenes y las gremiales. Eso contra lo que muchas veces puede pensarse, que la Udelar es una lucha de feudos interesados sólo en tajadas porcentuales. Otro punto importante, como decía Rodrigo, es la división por programas, que permite fijar mejor en qué se va a gastar y facilita las rendiciones. En este rectorado se jerarquizó la rendición social de cuentas, no al final del quinquenio sino todos los años, lo cual es un instrumento importante para el relacionamiento hacia la sociedad, el sistema político y los contribuyentes. El presupuesto combina necesidades y estrategias de desarrollo, que no siempre son coincidentes. Un pedido basado en las necesidades sería sin fondo, porque hay muchas y también hay disparidades entre los servicios, pero la Udelar también pide este aumento en función de una estrategia de desarrollo como país, que incluye la universalización de la enseñanza terciaria, la constitución de un sistema nacional y el pilar de la descentralización.

-Las universidades privadas han generado oferta educativa en áreas como turismo, logística y telecomunicaciones para atender las demandas de mano de obra del mercado. ¿La Udelar ha logrado adaptarse a esta realidad?

AR: -A veces las universidades privadas crean carreras a partir de estudios de mercado, lo cual no siempre implica tener una acumulación de conocimiento en esa línea. Y muchas veces las ofrecen con recursos formados en la Udelar. Me da la impresión de que la Udelar ha hecho un esfuerzo en estos últimos años por adaptarse a las nuevas demandas del mercado y también de la sociedad, que no se incluyen en la lógica de la oferta universitaria tradicional. En Humanidades, que podría definirse como tradicional y que seguramente necesite renovar aun más sus ofertas de enseñanza y educación, se ha logrado ciertos modestos logros en áreas de conocimiento. Por ejemplo, con el desarrollo que ha adquirido el área arqueológica, muy vinculado a la Ley de Patrimonio y a la necesidad de una evolución arqueológica de emprendimientos empresariales. Lo mismo sucede con el patrimonio subacuático y el desarrollo de una rama que hace un tiempo no existía, o la puesta en marcha de una licenciatura en Turismo en Humanidades, en la regional norte y en Maldonado.

RA: -Es probable que a la Udelar le cueste más reaccionar sobre el momento de la demanda concreta y eso implica un proceso de discusión sobre la pertinencia de construir una currícula, que tiene un proceso de aprobación formal más complejo que en el ámbito privado. Pero no es cierto que la Udelar esté ajena a todos estos procesos. Además del caso de Turismo en Humanidades, se está abriendo este año una carrera de tecnólogo cárnico en Tacuarembó, está prevista una experiencia similar en Rivera para la madera y también hemos abierto posgrados, como la maestría de gestión en deporte. La Universidad está dando algunas respuestas, aunque es probable que los tiempos no sean tan veloces como uno desearía, pero es parte de un proceso. También deberíamos discutir si la Udelar debe estar constantemente respondiendo a demandas que en muchos casos pueden ser puntuales y cambiantes.

-Los niveles de desempleo en algunas profesiones son sensiblemente más bajos que en otras. ¿La Udelar no debería generar estímulos a los estudiantes que van a ingresar a partir de esa lectura de la realidad?

AR: -Es un problema muy complejo. En Humanidades tenemos cátedras de latín y griego, que evidentemente no son de consumo masivo y fomento multitudinario, pero desde el punto de vista cultural tienen un significado muy importante, no sólo a nivel universal sino en el país. Además, hay que verlo desde el punto de vista de la libertad del individuo, que, en determinado momento de su vida, en este caso cuando termina secundaria, hace la opción de inscribirse dentro de determinadas líneas de estudio. ¿Cómo combinar las opciones diversificadas de una sociedad cada vez más fragmentada en cuanto a sus intereses con aquello que es más redituable social y presupuestalmente? La Udelar puede definir líneas de desarrollo estratégico y darles difusión, pero ir más allá de eso significaría asumir una lógica de decisiones con ciertos rasgos autoritarios.

RA: -La Udelar no puede ser prescindente de la inserción laboral de sus egresados, pero su objetivo central sigue siendo la formación, generación y difusión del conocimiento en el sentido más amplio.

-¿Piensan que la izquierda ha perdido peso en la academia?

AR: -La política se ha reconfigurado en los últimos tiempos y hoy no se necesita del saber universitario para hacer política, en el sentido tradicional. La política sí necesita del saber universitario para la gestión, sobre todo de las políticas de Estado. La Udelar, bajo los gobiernos de los partidos tradicionales y del FA, ha aportado un caudal muy numeroso dentro del elenco gubernamental. En el período previo al golpe de Estado la participación de los universitarios en la política era justamente porque tenían una traducción calificada de las formas ideológicas en las que se pensaba y practicaba. En la actividad política posdictadura esas formas se han ido desideologizando, por lógicas propias y alguna que otra voluntad también, y la gestión ha ido cobrando mayor protagonismo. El papel de los universitarios en la reflexión sobre la política y su aporte en la lucha ideológica ha disminuido, mientras que su papel, en tanto saber técnico calificado, se ha ido incrementando en los elencos gubernamentales.

RA: -Me preocupan algunos diagnósticos que ponen el problema en que la política abandonó a los universitarios. Creo que hay una generación de jóvenes universitarios que tienen una forma de relacionarse con la política que es distinta a la que había en períodos anteriores y que generó nuevas formas de exigencia al sistema político. La respuesta del sistema político no debería ser que acá se perdió una batalla porque no se logró incorporar a nuevas generaciones de universitarios a una determinada forma de hacer política. ¿No será que el sistema político también está sufriendo un proceso de transformación que requiere repensar la política para que vuelva a entusiasmar a una nueva generación?

-El presidente, José Mujica, dijo recientemente que las universidades públicas no se involucraban lo suficiente con el proceso de integración latinoamericano. ¿Qué opinan? RA: -Estoy de acuerdo, porque a pesar de que hay espacios de articulación institucional entre las universidades del Mercosur, y de hecho algunas universidades han acreditado sus carreras en todo el bloque, hay que profundizar esos avances que se han logrado. Es un proceso complejo y seguramente en términos de integración tenemos un debe como sistema educativo en general.

AR: -A veces en ese proceso de integración, y no lo digo como excusa sino como un elemento a tener en cuenta, influye que en algunos países las formas de colegiación que tienen los profesionales dificultan las posibilidades de llegar a acuerdos, porque se defienden corporativamente frente al libre reconocimiento de títulos, y eso escapa a la voluntad de las universidades.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura