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Macarena Castro, Rodrigo Arocena y Tabaré Aguerre, ayer, en el acto inaugural del encuentro en el paraninfo de la Universidad de la República

Foto: Nicolás Celaya

The new campo

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Aguerre: es “estéril” contraponer agronegocio con agricultura familiar, y hay que evitar una “visión sesentista” del mundo rural.

El ministro de Ganadería, Tabaré Aguerre, rechazó ayer que exista una dicotomía entre agronegocio y agricultura familiar. El país, según Aguerre, debe combinar el crecimiento con el fortalecimiento de políticas públicas que neutralicen la concentración y la extranjerización de la tierra.

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Lo dijo en la apertura del “II Seminario formación de formadores para el desarrollo rural”, organizado por el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca y el Ministerio de Desarrollo Social, y que se realiza en la Universidad de la República desde ayer y hasta mañana.

Aguerre detalló los “compromisos” de su gestión con las políticas diferenciadas señalando que “la creación de la Dirección de Desarrollo Rural es una definición política que significa la apuesta presupuestaria más grande de este ministerio”. El jerarca dijo que es tan importante resolver los problemas de acceso a la tierra como “lograr sostener a los que ya la tienen”. Según el ministro hay que fortalecer las acciones del Instituto Nacional de Colonización, pero hay que tener en cuenta “el equivalente a diez institutos, que es la tierra que está en manos de los productores familiares”.

En su intervención, Macarena Castro, de la Comisión Nacional de Fomento Rural, dijo que “el modelo del agronegocio nos está acorralando”. Aguerre le respondió luego que “la discusión antinómica del agronegocio y la agricultura familiar resulta un diagnóstico estéril” en momentos que hay que aprovechar “las políticas públicas que permitan recibir los beneficios de ese ambiente mundial de demanda” de los productos uruguayos “tratando de neutralizar la concentración, extranjerización de la tierra y la exclusión de los productores”.

“No podemos quedarnos en una visión sesentista de quedarse con una agricultura familiar de autoconsumo”, dijo Aguerre, quien defendió una apuesta al mercado pero combatiendo las “fallas y asimetrías de comercialización” con políticas públicas “en permanente rediseño y actualización”. El desafío para los pequeños productores pasa por incorporarse a las cadenas productivas “que son las que tienen inserción en los mercados internacionales”, dijo. Con respecto a los suelos, afirmó que “por primera vez en 200 años los productos agrícolas superaron en las exportaciones a los productos animales”, pero todavía no hay una formación adecuada en el tema del manejo de los suelos que hay que cuidar. Enzo Benech del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) dijo que “no es posible el desarrollo rural sin crecimiento económico”, pero “hay que buscar los equilibrios” entre la generación de tecnología de punta, la reducción de costos y la producción agropecuaria familiar. La intervención del director del Departamento de Educación Rural de ANEP, Limber Santos, estuvo dirigida a demostrar la importancia de las escuelas rurales en las políticas de desarrollo rural.

Hoy existen en el país 1.100 de estos centros, cifra que representa más de la mitad de las escuelas del país. Si bien atienden solo a 21.000 alumnos, el alcance territorial de esta institucionalidad convierte a las escuelas rurales en herramientas de las políticas públicas. La diversidad de instituciones que participan en este encuentro quieren demostrar que el desarrollo rural no es sólo políticas agrarias, sino que un conjunto de acciones interinstitucionales encabezadas por el Estado pero que incluyen a otras figuras como el INIA, el Instituto Nacional de Vitivinicultura, Instituto Plan Agropecuario y el Instituto Nacional de Semillas, además de empresas privadas.

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