El viernes la senadora Lucía Topolansky insistió en que le “gustaría tener la certeza de saber” si Tabaré Vázquez estaba dispuesto a ser candidato a la presidencia en 2014, porque con él “las chances del FA son las mejores” y “las cosas que se construyen con más tiempo siempre salen más sólidas”. Si la senadora considera que, cuando faltan casi 45 meses para las próximas elecciones, es oportuno que se vayan conociendo los aspirantes, cabe preguntarse qué opina sobre la definición de la candidatura de su esposo, que se formalizó poco antes de que comenzara la campaña para las internas frenteamplistas de 2009, luego de que el interesado pasara años diciendo que no lo era.
¿Piensa Topolansky que la postulación de José Mujica fue “poco sólida”, o sabe que “se construyó con más tiempo”, pero sin anunciarla? Y si prefiere la segunda respuesta, ¿cómo justifica su pedido a Vázquez de que juegue desde ya con las cartas a la vista?
Sea como fuere, el interpelado dijo el lunes bastante más que lo necesario para que se lo tenga por aspirante, e incluso se refirió a Raúl Sendic como un posible compañero de fórmula suyo. Alcanza con que no descarte su candidatura para que los dirigentes del FA recuerden que no hay a la vista ninguna figura con posibilidades de disputársela, y aunque la hubiera descartado nadie habría pensado que estaba todo dicho.
Lo de Sendic hay que tomarlo con pinzas, y es muy prematuro concluir que “se cerró la fórmula”. En todo caso, el mensaje de Vázquez al Movimiento de Participación Popular (MPP) es que, a diferencia de lo que ocurrió en 1994, 1999 y 2004, admite la posibilidad de una negociación con el sector mayoritario del FA para definir el candidato a vice, pero adelanta que eso no significa aceptar a un dirigente emepepista.
Es probable que esta movida sea, en el MPP, un fuerte incentivo para tratar de avanzar hacia objetivos sectoriales durante el mandato de Mujica. Si asumen que no pueden ganar internas en 2014, les queda generar hechos consumados para el próximo período y apostar a perfilarse para 2019, con suerte desde la vicepresidencia.
Para los intereses astoristas el panorama se presenta aun menos propicio. Si Vázquez quiere un bis, se desvanece la posibilidad de que su ex ministro de Economía llegue alguna vez a la presidencia, y sería un magro consuelo que el MPP no gane por segunda vez las internas. Sin embargo, el astorismo no es el mayor damnificado: quedan en peor situación las esperanzas de recambio generacional en la cúpula frenteamplista. Pero eso, claro está, tiene otras causas.