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Los hijos del rigor

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Columna de opinión.

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Parece que el rigor y la disciplina no siempre producen vidas dedicadas al estudio, al trabajo y al sano esparcimiento como vociferan ciertos apóstoles de la mano dura de verba inflamada. Porque resulta que por un lado se reunían en Montevideo el presidente José Mujica y el cantante Ricky Martin para hablar acerca del problema del abuso de menores y, por otro, en Haití, disciplinados soldados uruguayos abusaban de un casi menor durante un descanso de su actividad como misioneros de la paz.

¿Qué conclusiones se pueden sacar del tole-tole creado a partir de la difusión del video en que se ve a estos cascos azules vernáculos violando o simulando violar a un ciudadano haitiano?

Repasemos. Según las primeras versiones, cuando unos jóvenes intercambiaban música por bluetooth con un militar uruguayo, descubrieron en su celular la famosa filmación. La transfirieron a su propio teléfono móvil y posteriormente la difundieron e hicieron la denuncia en la ONU. Dicho sea de paso, no parece que estos ciudadanos haitianos estén muy en consonancia con la imagen racista de “negros brutos e ignorantes, incapaces de autogobernarse” que siempre se nos ha pretendido vender y con la que se intenta explicar la penosa situación que vive aquel país.

En primer lugar, llama la atención la diversidad de interpretaciones que ha provocado algo aparentemente tan objetivo como un documento visual. Desde que se trató de una “broma de mal gusto” hasta una simple y pura violación. Se lo ha llegado a comparar con una morta, esa especie de ritual primigenio practicado sobre todo entre adolescentes en que un cumpleañero es atrapado por varios congéneres que le propinan una golpiza con alguna connotación sexual opcional (la liturgia ha ido variando con el tiempo). Pero en una morta no se le bajan los pantalones a la víctima, mientras un pseudomacho desnudo se le arrima por detrás con intenciones de penetración o sin ellas. La morta, por otra parte, se realiza entre iguales (hoy por mí, mañana por vos), y no tiene sentido invocarla cuando la víctima es un miembro de la sociedad civil de un país al que los victimarios han ido a ayudar a reconstruir.

La hipótesis de la broma, sostenida sobre todo por jerarcas militares (y censurada posteriormente por el ministro de Defensa), no cuadra con el hecho de que la víctima pasó varios días encerrada en su cuarto sin querer hablar con nadie tras lo sucedido. Si de todos modos se trató de una broma, más se parece a los tristemente célebres “simulacros de fusilamiento” que, junto a violaciones nada simuladas y otras barbaries, se practicaron durante la dictadura.

Se menciona en tal sentido que el muchacho solía entrar en el recinto militar a buscar agua, y que en todos lados es común que los lugareños traten de sacar alguna ventaja de su relación con las tropas de la ONU. Sin decirlo, se está sugiriendo algo parecido a cuando, ante la violación de una mujer, se comenta al pasar que “ella iba de minifalda”.

Que la noticia haya sido publicada por la prensa de lugares tan lejanos como Inglaterra, Arabia o China, representa sin duda un papelón mayúsculo para Uruguay; aunque por fin se nos conozca por algo distinto a los goles de Suárez y Forlán.

Lo que sí resulta alarmante es la duda que se genera (suponiendo que ya no existía) acerca de qué clase de militares tenemos. Qué valores manejan, qué tan atrás han quedado las costumbres de tiempos dictatoriales arriba descritas y a qué distancia de aquellas mentes enfermas están las de hoy. Se supone que a algo tan delicado como una misión de paz se envía a lo más selecto de la tropa, pero si entre lo más selecto se dan esas prácticas, qué dejamos para el resto. Si los jerarcas pueden transformar la truculenta escena que cualquiera puede ver en internet en una “broma”, qué podemos esperar de la tropa. O qué pensar de los casos en que no hay documentos visuales a disposición del público.

Por último, no deja de llamar la atención la cantidad de gente que pone el grito en el cielo y habla de aplicar todo el rigor de la ley a esos cinco infelices que están hoy en la picota. Se mencionan “medidas ejemplarizantes en busca de evitar un mayor perjuicio a la imagen de Uruguay en el mundo”. Supongo que todas esas personas (entre las que hay integrantes de la oposición y del gobierno) habrán votado siempre en contra de la Ley de Caducidad, y militado consecuentemente en los meses previos a cada consulta popular al respecto. Digo, ¿no? Todos ésos que ahora se ocupan de exigir rigor y mano dura para tapar esta vergüenza nacional (y para todo), supongo que hace años que proponen soluciones serias para problemas como la superpoblación carcelaria, la inserción laboral de los ex presos, la educación. Me imagino que sí, porque el nuestro es un país que siempre se enorgulleció de sí mismo, y este episodio de Haití es un hecho aislado que pronto olvidaremos gracias a una hazaña deportiva, a un récord Guinness o a aparecer muy arriba en el ranking de algún indicador de cultura, civilización o europeísmo en general.

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