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Por la portera grande

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Acuerdo en Dinatra reintegra a trabajador rural despedido por sindicalizarse, tras marcha atrás del empleador.

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El estanciero Diego Ortiz, propietario del establecimiento La Tortuga, ubicado en Pueblo del Barro, departamento de Tacuarembó, aceptó ayer reintegrar al trabajador rural que había despedido el 3 de diciembre, un día después de participar en una reunión del Sindicato de Peones de Estancias, una organización de base que nuclea a asalariados rurales de establecimientos ganaderos extensivos, y que funciona vinculado a la Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines (Unatra).

El asalariado y la Unatra denunciaron al estanciero ante la Dirección Nacional de Trabajo (Dinatra) por persecución sindical y pidieron su reintegro.

Este mes se llevaron a cabo varias audiencias en las que Ortiz negó haber despedido al trabajador por su sindicalización. Planteó en cambio, que el motivo de la medida se debió a que se dio cuenta que el peón no estaba “capacitado para la tarea”. Sin embargo, en la primera audiencia, cuando el estanciero hizo sus descargos contra el trabajador, no se dio cuenta de que éste estaba sentado frente a él. Cuando le informaron de la presencia del asalariado en la reunión, Ortiz “tuvo que cambiar la argumentación y quedó en evidencia”, explicó el abogado de Unatra, Antonio Ramauro.

El 11 de diciembre, las autoridades entendieron que el estanciero “no había puesto ningún elemento” para evitar “la presunción” de que el despido fue una “actitud antisindical” y propusieron el reintegro del trabajador con el mismo salario que ganaba cuando fue despedido, agregó Ramauro. Este miércoles, agotado el plazo otorgado por la Dinatra al empleador, se realizó la última audiencia formal, pero sin un acuerdo. Incluso, se redactó un acta para dejar constancia del fracaso de la negociación tripartita. Pero ayer en la mañana Ortiz concurrió a Dinatra dispuesto a reabrir la negociación y tras una reunión con representantes del gobierno y sindicales se firmó un acuerdo que establece el reintegro del trabajador a partir del 2 enero con un sueldo equivalente al que tenía, aunque con el aumento de enero incluido y en las mismas condiciones laborales previas al despido.

Como la mayoría de los participantes de las anteriores instancias, incluido el trabajador despedido, ya no estaban en Montevideo, se negoció en las oficinas de la Dinatra y por vía telefónica hasta que se acordó una fórmula.

Un punto controvertido fue el reclamo del trabajador del pago de los días desde que se efectivizó el despido, pero se consiguió acordar el pago de una “partida especial por única vez” de 8.500 pesos, sin que figurara en el acta como “jornales caídos”, explicó Ramauro.

Se tuvo especial cuidado en la redacción del acuerdo para que no se desprendiera que “había algún culpable”. Incluso, se dejó constancia que las partes “se disculpan una con la otra por si fueron ofensivas en algún momento de la negociación”, agregó el abogado. “No se documentó que fue un caso de despido antisindical”, pero tampoco la versión del estanciero de que el “trabajador no tenía las facultades para desempeñarse en la tarea”, dijo Ramauro. Lo importante es que “el trabajador se reintegra al establecimiento donde se desempeñaba para hacer las mismas tareas, con el salario que ganaba y con la seguridad de poder continuar con la actividad sindical”, concluyó Ramauro. Hoy el director Nacional de Trabajo, Luis Romero, se trasladará a Tacuarembó para que el trabajador, que le dio el visto bueno a la fórmula por vía telefónica, firme el acta personalmente.

Ortiz, propietario de unas 14 estancias en diferentes departamentos del centro del país y del frigorífico Frigocerro SA de Durazno, se quejó en las audiencias por la notoriedad que había tomado la situación, que “se había transformado en un tema político”. Consultado ayer por la diaria, el empresario no quiso hacer declaraciones.

César Rodríguez, delegado del Sindicato de Peones de Estancias, evaluó que el reintegro implica “una gran satisfacción” y un ejemplo de que “las cosas cuando se hacen prolijamente, no fracasan”. A partir de este caso, recibimos “infinidad de llamados de trabajadores que están en situaciones irregulares y eso nos pone en el gran desafío de continuar creciendo para sanearlas”.

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