“¿Pero por qué no se van a controlar a sus señoras esposas a ver dónde andan en lugar de andar controlando estas pavadas?”. Éstos son los dichos del presidente José Mujica ante las críticas realizadas por el Partido Nacional en relación al desempeño del presidente del Banco República, Fernando Calloia, en el caso Pluna.
El presidente José Mujica es uno de los principales referentes del Frente Amplio (FA), coalición de partidos de izquierda fundada en 1971 como alternativa programática a los partidos tradicionales. Actualmente el FA continúa siendo la mayor fuerza de izquierda del país, más allá del corrimiento hacia el centro procesado en los últimos años.
Mujica integró el Movimiento de Liberación Nacional- Tupamaros, una organización armada protagonista a fines de los 60, que pretendía, mediante una estrategia foquista, desarrollar una revolución armada y transformar de forma radical las condiciones socioproductivas del país. Una organización que pretendía cambiar la estructura productiva pero también transformar los valores de la moral burguesa. En el documento “Valores ideológicos básicos”, los tupamaros establecían ciertas coordenadas en relación a la moral revolucionaria; rechazaban el egoísmo, la competencia y el individualismo de la vida burguesa.
Quienes revisan estos antecedentes y escuchan a José Mujica desde el prisma de la izquierda quedan asombrados ante los dichos pronunciados el sábado 8 de diciembre. Sin embargo, tal vez no es desde esta mirada que tenemos que preguntarnos por qué Mujica dice lo que dice. ¿Qué es lo que hace posible que Mujica pronuncie tales opiniones? O ¿qué es lo que no hace imposible que las pronuncie?
Pensemos en consignas similares cambiando la frase: “Vayan a controlar a sus empleados a ver dónde andan”. En esta simulación provocadora, lo único que se propone como ensayo es sustituir un sujeto subalterno por otro. Esposas por empleados; mujeres por trabajadores.
Pero esta frase Mujica no la pronunció, seguramente porque no estaba dentro de su esquema de posibilidades, no era posible pensarlo, ni decirlo, ni que fuera escuchado. No podía, ni se le ocurría poner en duda la honestidad de los trabajadores para agraviar a los dirigentes de la oposición. Sí podía dudar de la honestidad de “las señoras esposas” y utilizar esta sospecha.
¿Qué es lo que hace posible que las mujeres continúen siendo ubicadas en un lugar subordinado que debe ser controlado por los hombres? ¿Por qué esto sucede dentro de la izquierda o en el discurso de José Mujica?
Ensayo algunas respuestas.
Porque “la izquierda” aún hoy en día -Ley de Identidad de Género, Ley de Salud Sexual y Reproductiva, proyecto de matrimonio igualitario mediante- no logra otorgar el mismo estatus de importancia a la desigualdad de género que a la desigualdad socioeconómica.
Porque sigue pensando desde un esquema binario y desigual: dominantes/dominados, controladores/controlados, varones/ mujeres.
Porque existe una izquierda a la que le cuesta mucho más aceptar la idea de lo plural y lo diverso. Ésta es la izquierda del “igualitarismo para abajo”, de la cultura del pobrismo. Y en esta cultura del pobrismo no se comulga con valores “posmaterialistas”, sino todo lo contrario. En esta cultura el presidente Mujica se siente cómodo y cree que puede ser escuchado, y posiblemente lo sea. Es en esta cultura en la que se pueden articular los mismos enunciados que en una cancha de fútbol cuando se le dice al juez: “Andá a controlar a tu mujer”.
¿Cuándo será el momento en que las mujeres dejen de ser ubicadas en un lugar subalterno? ¿Cuándo estarán “protegidas” en términos de valores como lo están los trabajadores? Cuando la izquierda se vuelva a sentar a discutir seriamente sobre la igualdad y la libertad.
Si continuamos con el esquema sesentista continuaremos reproduciendo consignas asociadas a la “burguesía acomodada con señoras esposas en las casas”, olvidando que no sólo estamos agraviando a las mujeres “de” sino también a las mujeres, al género humano; una forma de pensar que a muchas y muchos nos parece impertinente.