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Planta en construcción de UPM (ex Botnia), en Fray Bentos. (archivo, julio de 2007)

Foto: Sandro Pereyra

La fábrica del intendente

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A cinco años de la instalación de UPM, Fray Bentos mantiene alto nivel de desempleo y la intendencia es el mayor empleador.

Lejos y atrás en el tiempo quedó el auge laboral de Fray Bentos durante el montaje de la planta de UPM (ex Botnia), que llegó a emplear a unas 5.000 personas. Un lustro después de aquella intensa actividad económica, los sindicatos fraybentinos afirman que la necesidad de fuentes de trabajo es la misma que existía antes de la inversión de la pastera y ponen un ejemplo que grafica esa realidad: el mayor empleador del departamento volvió a ser la intendencia.

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En la capital del departamento de Río Negro viven más de 25.000 habitantes. Según los datos primarios del censo de 2011, es el único de los 19 en el que hay más hombres que mujeres. A pesar de la expansión económica del país y de albergar a la planta de UPM con su producción de un millón de toneladas anuales de celulosa, mantiene uno de los índices de desocupación más altos del país.

En el período enero-abril de 2010 llegó a ser el departamento con más desocupación, con 13,1%. Al año siguiente, en el mismo período, la cifra bajó a 9,3%. Hoy, las fuentes de trabajo más importantes son la Intendencia de Río Negro (IRN), con 1.500 funcionarios, la pastera con unos 500 y el frigorífico Noblemar con 100. El resto de la población activa se desempeña en los servicios, que son fundamentalmente públicos, y en el comercio.

UPM tiene unos 200 empleados entre operarios de planta y cargos de gerencia y administración. El resto son trabajadores de empresas que le venden servicios y se encargan de la alimentación y comedor, limpieza y seguridad. Pero, además, sumando a los transportistas, la mayoría de los que entran y salen de la planta diariamente, no son de Fray Bentos. Solamente unos 100 fraybentinos trabajan en la planta de celulosa, según estiman en el plenario intersindical local.

El frigorífico Noblemar, cuya planta es arrendada a la empresa argentina que elabora los jugos Baggio, se dedica a la producción de corned beef, pero trabaja en forma intermitente. A veces está 15 días sin operar y los trabajadores permanecen con la incertidumbre de la continuidad de esta fuente de trabajo.

Apoyo social

El nuevo piso flotante de la cancha del Club Nacional de Básquetbol de Fray Bentos tiene estampado el escudo de UPM. Es que la empresa finlandesa participó en la financiación del moderno piso. Algunos fraybentinos dicen que cuando la firma era Botnia, el apoyo a la sociedad era mucho mayor y, cuando llegó UPM, algunos financiamientos se cortaron. El club de básquetbol Anastasia fue apoyado por Botnia, pero no por UPM, por ejemplo. Sin embargo, la forestal continúa apoyando diversas obras sociales como centros Caif y escuelas públicas. UPM financió también la compra del tomógrafo para el hospital local y la construcción del recientemente inaugurado edificio de la Teletón. Desde que se instaló la pastera, Fray Bentos tiene de nuevo cine, se construyó un barrio privado de última generación donde viven los cargos jerárquicos de la multinacional y aparecieron colegios privados costosos para sus hijos. También se instalaron cadenas comerciales que antes no estaban, aunque los fraybentinos, desde que se reabrió el puente siguen prefiriendo cruzar hasta Gualeguaychú a hacer el surtido de comestibles y comprar ropa. Los precios del otro lado son imbatibles.

En las afueras de la ciudad, la planta de M’bopicuá, en la que Ence iba a instalar otra pastera y llegó a funcionar una chipeadora, también quedó abandonada. La IRN, que sigue estando orientada por el nacionalista Omar Lafluf, adquirió el predio mediante un fideicomiso con el Banco República para crear un parque industrial que pueda atraer pequeñas industrias al departamento.

Pero “la primera industria del departamento” es la IRN, que emplea a 1.503 funcionarios, y “algunos más que no están en planilla”, dice Carlos Cichero, presidente de la Asociación de Empleados y Obreros Municipales (ADEOM) de Río Negro. “Hay gente trabajando sin aportar” en cargos técnicos o docentes en programas puntuales como “dictar clases en un club social”. De la plantilla de la IRN, sólo unos 450 son presupuestados y el resto son contratados y zafrales, “algunos con 15 años de antigüedad, pero firmando contratos todos los meses”, agrega.

La mayoría de los municipales gana unos 9.000 pesos mensuales, el sueldo básico del grado 1 del escalafón, y ha recibido aumentos correspondientes al 100% del IPC anual, pero sin incrementos por recuperación salarial. La inexistencia de una carrera funcional, la escasez de concursos (cuatro en 25 años), “las designaciones a dedo que han generado unos 120 cargos de confianza con sueldos de 30.000 pesos” y un déficit comunal acumulado que supera los 20 millones de dólares configuran una situación problemática que ha sido denunciada por el sindicato.

La Federación Nacional de Municipales ha planteado “la necesidad de la recuperación del salario, porque no todos los trabajadores cobramos igual en las diferentes intendencias, no hay un estatuto único del municipal y cada vez que intentamos negociar con el Congreso de Intendentes, nos dicen que no es prioridad”, dice Cichero. “Este tema es difícil que se resuelva fácilmente porque el trabajo en las intendencias sigue siendo un instrumento para generar clientelismo político”, expresa. Un ejemplo de la situación que viven muchos municipales es que pocos días después de cobrar, el sindicato entrega canastas de víveres a sus afiliados y actualmente se otorgan unas 500 por mes.

La promesa de la pastera

La mayoría de los fraybentinos defiende la instalación de la planta aunque poco a poco se reconoce que el prometedor futuro que venía de la mano con UPM no termina de concretarse. Durante el montaje de la planta, llegaron a trabajar unas 5.000 personas. En ese período, la situación de la ciudad cambió notoriamente. Gran parte de la población trabajó directa o indirectamente y recibió los beneficios de la inversión. Carlos Muñoz trabajó durante dos años en la planta y en algunas quincenas llegó a cobrar hasta 20.000 pesos. Cuando terminó “el montaje electromecánico que hizo Teyma, se me acabó el trabajo”, recuerda. De manera similar, durante esos años, muchos fraybentinos tuvieron ingresos muy superiores a los que tenían. Muñoz, que también trabaja en la IRN, dice que aprovechó el dinero para arreglar y amueblar su casa, pero “hubo gente que se llegó a comprar autos caros y después cuando se terminó Botnia, no los podían mantener y tuvieron que venderlos”. Si bien los fraybentinos reconocen que la ciudad se vio beneficiada por la intensa actividad económica que produjo el montaje de la planta, el reclamo actual por fuentes de trabajo “es el mismo que existía antes” de UPM, dice Muñoz.

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