Con 71 votos en 92 legisladores presentes, se aprobó anoche el proyecto de ley de Matrimonio Igualitario, que ahora deberá ser promulgado por el Poder Ejecutivo. Esta vez la expectativa era otra y se notaba. Al llegar al Palacio Legislativo, cerca de las 16.00, los alrededores lucían embanderados con los colores que caracterizan la defensa de la diversidad. En la plaza 1º de Mayo, un grupo de militantes luchaba con una enorme bandera que estaba enredada y que era movida de un lado para otro por el viento que a esa hora empezaba a ser más fuerte.
Adentro, las barras se fueron poblando de a poco, y mientras se instalaban los concurrentes en sus asientos, la sensación de ansiedad era evidente. La mayoría de quienes poblaban las barras hubiese querido una votación sin discursos, que fuera rápida. Pero no, la jornada se- ría larga, demasiado para aquellos que sólo esperaban el momento de festejar su conquista anhelada.
Esa ansiedad se acrecentó cuando la sesión se empezó a retrasar, más aún en la hora previa, en la que se abordaron temas variados: basquetbolistas fallecidos, el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay en Rivera y el ataque a un liceo. Sin embargo, en la última intervención el asunto empezó a tomar color para el público presente. El diputado nacionalista Jaime Trobo se quejó de las banderas colgadas en el edificio anexo del Palacio Legislativo y calificó el hecho como “falta de respeto”. Aclaró que había elevado su queja a las autoridades pertinentes pero que a esa hora “lamentablemente todavía un edificio público seguía embanderado con banderas que no son las oficiales”.
Le contestó el coordinador de bancada frenteamplista, Roque Arregui, quien sostuvo que “no hay una disposición reglamentaria al respecto aunque debería haberla” y mencionó el embanderamiento de los despachos como un ejemplo que lo demostraba. Finalizó el tema la diputada Daisy Tourné, quien sólo observó que la presencia de las cámaras de televisión en la sala provocó en algunos diputados resultados “bastante negativos”.
Más nervios
A esa altura las barras estaban casi colmadas y vibraron cuando el presidente de la cámara, Germán Cardoso, anunció que empezaba la discusión sobre el proyecto de ley. El primero en tomar la palabra fue el representante de la Vertiente Artiguista José Bayardi, quien se dedicó a mencionar los errores del proyecto enviado por la Cámara de Senadores, que fueron puestos de manifiesto de mañana en la Comisión de Constitución y Códigos. Bayardi considera que el proyecto “tiene debilidades desde el punto de vista legislativo y administrativo”, aunque de todas maneras manifestó su intención de votarlo y luego mejorarlo. Una vez finalizada la intervención de Bayardi, se empezaron a votar licencias y conformaciones de comisiones, lo que contribuía a poner nerviosos a quienes lo vivían desde las barras.
El nacionalista Gustavo Borsari retomó la discusión y confirmó que, al igual que en la votación anterior, realizada en diciembre, no iba a acompañar la propuesta. Insistió con su proyecto de “unión civil”, destacó el hecho de que “logramos convencer al senador [del Frente Amplio [FA], Carlos] Baráibar”, mencionó los tratados internacionales que a su entender defienden la idea de que el matrimonio es “una unión para procrear y mantener la especie” y puso sobre la mesa un tema que durante todo el debate volvería de manera recurrente: reunir a la Asamblea General para modificar los errores que se generaron en Senadores y no “legislar al galope”.
El siguiente orador, el colorado Gustavo Cersósimo, retomó el tema y solicitó que el proyecto pasara a la Asamblea General para volver a redactarlo. Eso generó malestar en las barras y un murmullo que arrojaba un manto de dudas, dada la posibilidad de que el proyecto no se aprobara ayer.
Pero el frenteamplista Jorge Orrico de inmediato descartó la idea de convocar a las dos cámaras por el hecho de que se trataba de “una propuesta de difícil fundamentación”. Señaló que al ser un proyecto prioritario para la bancada del FA debía ser aprobado cuanto antes y remarcó que si bien en el proyecto de Senadores existen errores, éstos “no afectan la esencia del proyecto”. En medio de su intervención, dijo que estaba escuchando “cacareos” que, en realidad, no eran más que críticas que venían desde el sector del Partido Nacional por su negativa a convocar a las cámaras.
El nacionalista Pablo Iturralde tenía “la esperanza de que el Senado mejoraría el proyecto pero lo empeoró” al modificar aspectos del matrimonio heterosexual que a su criterio “funcionaban bien”. El diputado de Vamos Uruguay Fitzgerald Cantero propuso que el proyecto fuera aprobado y opinó que llamar a la Asamblea General era “correr un riesgo innecesario de que no se apruebe”. Además, sugirió que para otros proyectos, como la Ley de Adopción, también se aplique “un plazo máximo de 90 días para su aprobación”.
Fernando Amado (Vamos Uruguay) se salió de la discusión sobre la pertinencia de volver a estudiar el proyecto y expresó que “el símbolo de la palabra ‘matrimonio’ es lo que duele y lo que cuesta entregar” y que la familia es “unión en base al amor”. Luego Tourné, en lo que sería la intervención más encendida del debate, expresó: “No le concedo al Estado el derecho a la moralidad de afirmar que el matrimonio es exclusivamente entre un hombre y una mujer”. “Quien quiera defender una opción patriarcal y conservadora que lo haga en esta cámara; eso es la democracia. Yo vengo a defender lo que represento, y los errores del Senado no modifican lo que vengo a defender”, agregó.
Momento histórico
El nacionalista Gerardo Amarilla retomó aspectos del debate de diciembre al mencionar nuevamente el artículo 40 de la Constitución, sobre “la defensa de la unión entre el hombre y la mujer para la procreación”. Mencionó que, a su entender, el matrimonio igualitario “desnaturaliza el matrimonio y crea graves problemas jurídicos sobre el tema de la filiación”. Antes de que terminara, desde la barra le hicieron unos gestos de cuernitos que motivaron que Cardoso dijera que no era su intención, pero que si pasaba de nuevo tendría que desalojar las barras. Martha Montaner aclaró que no había estudiado las modificaciones del Senado porque no había tenido tiempo pero que como batllista iba a votar. El emepepista Aníbal Pereyra volvió a traer el tema de la Asamblea General; dijo que “volver a enviar el proyecto a estudio es correr el riesgo de que nos ganen los miedos” y reafirmó la idea de aprobar el proyecto y modificarlo en los 90 días posteriores.
Daniela Payssé (Asamblea Uruguay) calificó esa concepción de “disparate”. Pablo Abdala volvió a mencionar los errores del proyecto del Senado y pidió respeto a la posibilidad de “otras soluciones al mismo problema”, en clara alusión al proyecto de “unión civil” de Borsari. Valeria Rubino, de la CAP-L afirmó que estas parejas “siempre han formado familias, sea cual sea nuestro marco jurídico”. Criticó a aquellos que “necesitan casi obsesivamente que sus parejas e hijos se llamen distinto de los nuestros”.
Luego la discusión continuó por los mismos carriles, siempre con la mención a los errores del Senado y la posibilidad de la Asamblea General, hasta que se llevó adelante la votación, que si bien parecía tener un resultado cantado, dejó a todos los presentes expectantes. Finalmente, fue aprobado el matrimonio igualitario por 71 votos en 92 y la platea explotó en un aplauso y un cántico que repetía la palabra “igualdad”.
Las barras fueron desalojadas, Trobo se enojó porque los presentes no le dejaron justificar su voto negativo, pero la atención estaba puesta en uno de los salones contiguos a la sala, donde representantes de Ovejas Negras daban una conferencia de prensa. Federico Graña repasó la historia de los movimientos por la diversidad sexual y los logros obtenidos, proceso que “hoy se cierra con la aprobación del matrimonio igualitario”.
Michelle Suárez aclaró que el ordenamiento constitucional uruguayo respeta la pluralidad; sin embargo, se utilizó con “la lógica del premio y el castigo ante la moral dominante”. Afirmó que el objetivo de esta ley fue “no excluir a los incluidos sino incluir a los hasta ahora excluidos”. Según Suárez, “cualquier Estado de derecho que se base en la igualdad y el respeto al pluralismo parte de la idea de que justamente somos heterogéneos y que esa heterogeneidad debe ser celebrada”.
Ya con lágrimas en los ojos, los integrantes de la mesa reconocieron a todos quienes posibilitaron este logro y plantearon que es sólo el primer paso. La conferencia terminó con una frase de Michelle Suárez: “En lo personal se trataba de buscar una manera de manejar mi dolor. Este proyecto es el hijo de mi dolor”. La emoción le impidió seguir hablando, la conferencia terminó y el largo proceso de la ley también. Algún día, a los presentes nos caerá la ficha de la real dimensión de lo que vivimos. Por lo pronto, afuera era una fiesta y el viento seguía, insistente, moviendo la bandera de la plaza.