De los 98 años que vivió, 42 fueron de búsqueda ininterrumpida. Luisa Cuesta murió el miércoles sin encontrar a su hijo Nebio Melo, desaparecido desde 1976. Su lucha inclaudicable y su compromiso con los derechos humanos fueron destacados una y otra vez en los recuerdos de sus compañeros de militancia. Óscar Urtasun, integrante de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, recuerda que en 1978, mientras estaba exiliada, fundó en París la Agrupación de Familiares de Desaparecidos Uruguayos, y que cuando retornó a Uruguay, en 1985, se sumó a la lucha de Familiares y su aporte fue algo “impagable”. “No nos lo decíamos, pero ella era como mi madre y yo como su hijo”, dice Urtasun al recordarla. Dos años después, se fueron a Chile a participar en una manifestación de los familiares chilenos contra el régimen dictatorial de Augusto Pinochet. Llegaron diez minutos antes de la convocatoria y no había nadie más. En un minuto, la calle se llenó de gente y también de militares. “La viejita miraba para arriba mientras nos llenaban de gas y resistía firme, parada ahí”. “Era una vieja divina y muy porfiada”, recalca Urtasun. También era una mujer “muy dura y tierna. Siempre tierna”.
Elena Zaffaroni, también de Familiares, la recuerda como una “mujer entrañable”, que tenía un “temperamento, una entrega y una fuerza impresionantes”. Se acuerda de que Cuesta repetía: “Yo quiero la verdad, la verdad, la verdad. La quiero toda”. Para Zaffaroni, los gobiernos que vinieron después de la dictadura hicieron “lo mínimo de lo mínimo” por la búsqueda de la verdad, y la muerte de Cuesta, que se fue sin saber el paradero de su hijo, es una evidencia de ello. “Para que no se repita lo que pasó tienen que encontrarlos, tienen que decir lo que pasó”, subrayó.
El diputado Gonzalo Civila, del Partido Socialista, considera que su muerte es una “fuerte interpelación” al sistema político y a la sociedad. Para él, es “razonable” que se exija al oficialismo que se movilice por la búsqueda de memoria, verdad y justicia. “A los partidos que fueron parte del esquema de impunidad no les vamos a pedir que luchen contra él”, dice, y agrega que “si bien nadie puede desconocer que el Frente Amplio [FA] logró avances”, también es “enorme” todo lo que la coalición de izquierda no logró conseguir. “Los que venimos de esa lucha sentimos que en ese plano estamos muy por debajo de lo que deberíamos estar. Tenemos que redoblar el compromiso con esa lucha, reconociendo que se lograron algunas cosas, pero no hay medias tintas en esto”, asevera.
Por su parte, el ex presidente José Mujica dijo ayer en una rueda de prensa que Cuesta “representa, sin propónerselo, a millones de madres que se han ido de este mundo sin saber el destino de sus hijos”. Agregó que “es muy negativo” y “muy doloroso”, pero que “a veces hay cosas que no tienen otra respuesta que la tortura para encontrar la verdad”. Sobre el papel del FA en la búsqueda de la verdad, la memoria y la justicia, manifestó que “siempre que no cumplimos con una expectativa, fallamos porque tenemos las limitaciones que nos imponen ciertos códigos. Hay un pacto de secreto que no se puede desentrañar, aunque uno lo quiera, si no usamos recursos que no podemos utilizar”.
Pero para el diputado Gerardo Núñez, del Partido Comunista, “hay otras herramientas”, como “impulsar” la búsqueda de detenidos desaparecidos y “construir nuevas sensibilidades”. Dijo que es evidente que “hay un pacto de silencio” que se ha generado y que ha impedido avanzar, y que los dos intentos fallidos de derogar la ley de caducidad, en 1989 y en 2009, consolidaron “la cultura de la impunidad”, que “obviamente atraviesa todos los sectores sociales y políticos y es parte de un reflejo que hay que derribar”.
Para Zaffaroni, el comentario de Mujica es “una vergüenza” y una “mezquindad” que ya había dicho Eleuterio Fernández Huidobro cuando era ministro de Defensa Nacional. “Esa lógica no es la nuestra. Convalida la tortura y es un camino que claramente no es el nuestro. Nosotros y las viejas, especialmente, no merecen esta respuesta”, enfatizó Zaffaroni. Agregó que hay que preguntarse “por qué esas viejitas” no consiguieron la verdad: “Esa es la pregunta de Luisa y esa es la pregunta que nos queda. Una inmensa mujer que siguió luchando siempre. Y muere siendo una gigante que los interpela”.