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Lucía Ubal y Lucía Zapata. Foto: Pablo Vignali

Piden cancha

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El 28 de noviembre el Comité Central de la UJC eligió a Lucía Ubal (LU) como secretaria general de la organización. Si bien no fue la primera mujer a su frente –las hubo durante la dictadura, cuando se funcionaba en la clandestinidad–, es la primera desde la recuperación de la democracia. Pocos días después, el 17 de diciembre, la Dirección Nacional de la JSU eligió como su dirigente máxima a Lucía Zapata (LZ), la primera secretaria general en 70 años. Por todo lo que tienen en común, dialogamos con ambas.

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Fueron elegidas con diferencias de días para dirigir las organizaciones juveniles del Partido Comunista y del Partido Socialista, los partidos más viejos de la izquierda uruguaya. ¿Piensan que fue una casualidad, o la decisión tiene que ver con algo que está cambiando en el Frente Amplio (FA) y en el país?

LU: Hay un clima en todo el continente, donde se ha visibilizado el problema de la mujer desde todos los ámbitos; el sindical, el del acceso al mercado de trabajo, el cultural. Se ha generado un movimiento fundamentalmente de mujeres jóvenes que han hecho visible ese tema y han entrado en un gran debate con la sociedad, con la izquierda. Eso también hace que muchos jóvenes que entran hoy a la militancia, en general en las juventudes políticas, lo tengan incorporado. Entonces hay determinados obstáculos y prejuicios que ya no se dan, por lo menos en los jóvenes militantes, y eso permite la promoción de mujeres. Pero en realidad tenemos responsabilidades que muchas veces no son reconocidas. No es que salimos electas porque somos mujeres; yo era secretaria de organización en la UJC, milito hace muchos años y ahora asumo este rol, ahora se reconoce y se animaron también.

LZ: Más allá de la casualidad linda de llamarnos igual y de haber sido electas con pocos días de diferencia, esto tiene que ver con un momento histórico mundial, nacional y también de la izquierda. Las mujeres hace un tiempo que venimos de a poco ocupando más y más cargos de dirección. Yo también milito desde los 14 años y hace varios que tengo responsabilidades en la organización, pero sin duda también es un hecho simbólico. Para empezar, la JSU primero aprobó la cuota [para las mujeres] y después la paridad en los cargos, y esas cosas hacen que este momento no sea una casualidad, porque hay una trayectoria, un esfuerzo de muchos compañeros que empezaron este camino bastante antes que nosotras. El partido aprobó también la paridad después que la Juventud y tuvimos la primera secretaria general mujer [Mónica Xavier].

Pero además de mujeres son también jóvenes. ¿Qué pasa con la discriminación a los jóvenes, cómo se sienten como militantes en relación con sus partidos?

LU: Está bueno militar, cuando empezás a hacer tu experiencia. Hay muchos espacios donde hay jóvenes militando y participando, no sólo políticos, también sociales. Los jóvenes participan muchísimo. Obviamente se dan contradicciones etarias, pero la idea es tratar de resolver. A veces es difícil porque no tenemos ámbitos en común con los militantes más veteranos de forma sistemática y muchas veces hay ideas que generan un gran rechazo. Pero creo que los jóvenes han establecido un diálogo social importante que les permite trabajar con otras generaciones, por ejemplo, en el debate por el tema de la marihuana, los derechos sobre nuestros cuerpos, que eran muy difíciles de aceptar por la formación religiosa, la formación que tienen otras generaciones que va más allá de ser de izquierda o de derecha. A veces te recontra quemás porque hay cosas que no podés hacerles entender, pero a medida que vas trabajando en colectivo con compañeros que son de otras épocas, te das cuenta de que también ellos de jóvenes militaron y tuvieron dificultades y que todo es una construcción colectiva. El rol que tenemos en la izquierda es resolver esas contradicciones, porque hay otras mucho más profundas en la sociedad, que si no trabajamos colectivamente, no vamos a poder resolver. Hay que comprender que esas generaciones se criaron en otra época, en la que no sólo estaba el prejuicio por el género sino la violencia, la dictadura, muchos traumas, que hacen que algunos puedan tener mucha presión. Era toda una lógica militarista en la que fueron formadas esas generaciones, y creo que los jóvenes podemos aportar a que se vayan liberando. Hoy la lucha continúa. Nos quieren dividir pero no van a poder [risas].

LZ: Cuando empecé, el tema de la legalización de la marihuana era el que teníamos como bandera, y en Tacuarembó no es tan fácil. Me acuerdo lo difícil que era sentarse frente al Ejecutivo departamental, sola, con 14 años, a discutir ese tema con gente que te ganaba en discusiones por militancia, por formación, y hoy los compañeros se convencieron. Sin duda, ser joven en este país no es fácil, no por lo partidos en particular, sino porque Uruguay tiene una población envejecida. Es la cultura de que hoy, cuando hablamos de recambio generacional en la política, estamos hablando de gente que tiene 50 años. A nuestra generación le faltan como 30 años para ser pensados como recambio. Hay que repensar un montón de cosas, algunas son disruptivas de cuestiones culturales, pero deben ser en diálogo, en consenso y en construcción colectiva.

LU: Los jóvenes del FA tienen la necesidad de tener un espacio concreto de trabajo y ser reconocidos dentro de la fuerza política como actores en la renovación, la renovación desde abajo y no desde arriba. Porque a veces se seleccionan determinados compañeros, pero no tenemos espacios colectivos de construcción a nivel juvenil. Queremos que los jóvenes, sean del partido que sean, tengan ideología, tengan un espacio de participación política y que incidan en lo que hace el Estado. Ahora desde la unidad programática del FA estamos con el resto de las juventudes [políticas] y con independientes empezando a hablar de llevar adelante ese debate programático y crear una plataforma común a nivel de los barrios; primero en Montevideo y después en el interior.

¿Ustedes piensan que existe una problemática juvenil en particular? ¿Qué se debería hacer, además de lo hecho, para actuar sobre esos problemas?

LU: Los jóvenes podemos compartir con otros sectores de la población determinados problemas, pero nos afectan de forma distinta y muchas veces somos los mas afectados. Uno es el tema de la vivienda. Generalmente los jóvenes somos los que ganamos menos y la mayor parte de nuestro salario se va en el alquiler. La comida también está muy cara; esto afecta a todos los hogares uruguayos, pero más a los jóvenes. Ahora mismo en América Latina se están aplicando políticas sumamente represivas contra los jóvenes, en particular contra los pobres, y se están impulsando determinadas reformas, como las laborales, que van a afectar a los jóvenes fundamentalmente y a las mujeres, que son las que tienen el mayor nivel de desempleo.

LZ: Los jóvenes tenemos problemas, pero si a la dimensión juventud le agregás vulnerabilidad socioeconómica, la situación empeora exponencialmente; si además le agregás la cuestión de género, vuelve a empeorar; ni qué hablar si llegamos a pensar en cuestiones étnicas. Cada una de las variables que uno va agregando empeora más la situación y se va haciendo cada vez más complejo atacar los problemas medulares. Tenemos los mismos problemas que los demás, pero tenemos cosas concretas que nos afectan más a nosotros por ser jóvenes. El desempleo es más alto en los jóvenes, esas cosas son las que hay que cambiar. Pero eso no quiere decir que no pongamos otros temas. Hoy tenemos que poner sobre la mesa el debate del desarrollo sustentable, que está muy incipiente en el país y es re importante darlo, porque somos nosotros los que vamos a convivir en unos años con las consecuencias de los modos de producción que hoy deseamos tener.

La ley de regulación del consumo de cannabis salió y se aplica, pero hay aspectos que están pendientes. ¿Eso preocupa a los jóvenes?

LU: No sé si los jóvenes están tan preocupados en comparación con otras épocas, donde te re perseguías si salías a fumar un porro. Hoy tenés flor en las farmacias, aunque tendría que verse la regularidad, que llegue a las farmacias para el consumidor y también el ataque constante por parte del sistema financiero internacional. Pero mas allá del cannabis, tenemos que seguir discutiendo el tema de las drogas, el mercado ilegal que afecta a los jóvenes, fundamentalmente de los barrios pobres, que son los que después terminan muertos por la policía o los que tienen que tener una boca en la casa porque no tienen empleo. No hay políticas específicas para eso y se sigue afectando a los más pobres de toda esa cadena de comercio, y no efectivamente a los que la generan. Se necesitan más medidas concretas y no es con más policía. Se necesitan centros de rehabilitación en todos los barrios, porque el problema no es el cannabis, es la pasta base, las drogas fuertes, hay un mercado que claramente tiene impunidad. Y no hay una política social, o no tenemos los recursos para eso; entonces, los jóvenes tenemos que apostar a eso y no a meter más milicos en los barrios pobres, porque eso termina en muerte. En el tema del cannabis, más regularidad en farmacias, desde mi punto de vista, un poquito más en el THC [se ríe], y también el uso del cannabis medicinal, que se empiece a investigar.

LZ: Hay que seguir profundizando en la reglamentación, coordinando mejor algunas cosas que faltan. Y seguir profundizando en la lucha contra el narcotráfico, que no puede ser desde el lado punitivo o represivo. Tiene que ser con políticas sociales y teniendo en cuenta a los sectores más vulnerables. Hay que pensar en los más afectados y los que se ven que sufren más con este tema, tener una visión integral del asunto, y tiene que haber voces desde muchos sectores, porque si lo atacamos desde un solo lado es imposible.

¿Una posibilidad puede ser legalizar todas las drogas?

LZ: Es un debate súper interesante, lo he escuchado en muchos lados. Nosotros hoy no tenemos definiciones concretas sobre eso, pero me parece que es un debate en el que quizás estemos más listos que antes para darlo.Lo tenemos que pensar.

LU: No sé si todas las drogas tienen que ser legales. Pero las drogas están en la calle. El tema es que están en manos privadas. Deberíamos discutir sin hipocresía y sin moralina un problema que tenemos hace muchos años y que ha sido parte de una política concreta; la pasta base, por ejemplo, hacia los sectores más pobres, junto con otras políticas como el desempleo, la marginación y la discriminación, que son una bomba de tiempo.

El FA resolvió paridad de género para sus listas electivas, pero hay un debate sobre si eso alcanza a la fórmula presidencial. ¿Creen que tiene que haber una mujer?

LU: Me encantaría que hubiera una mujer, pero también me gustaría que los dos compañeros que estén en la fórmula pudieran plantear un desarrollo estratégico del país con mayor claridad y pudieran profundizar el rumbo de izquierda con el que el FA llega al gobierno. Llega con un discurso que plantee cambiar radicalmente la sociedad; parte de ese cambio es el tema del género, pero no solamente. Muchas veces el tema del género se banaliza, entonces resolvemos por lo políticamente correcto: que haya una mujer en la fórmula, que haya una mujer en la foto, tiene que haber una mujer en tal cargo, pero el poder después sigue siendo el mismo. Tenemos que cambiar, sí, pero no solamente la forma, sino también el contenido. Espero que haya una mujer en la fórmula, pero que haya una mujer que plantee un cambio radical.

LZ: Sí, las luchas por el recambio generacional o por cuestiones de género quizás a veces terminan banalizándose o no teniendo un mensaje profundo atrás. Quiero que haya más jóvenes en la política en general y quiero que haya más mujeres; ahora, también está bueno que esos jóvenes no tengan cabezas conservadoras, y lo mismo sobre las mujeres. Estaría buenísimo que hubiera una mujer en la fórmula, pero que venga del resultado de un debate de la fuerza política de la misma forma que un hombre. A las mujeres se las mira más, se las pone más en la lupa, se debate mucho más lo que hacen bien y lo que hacen mal. Entonces, que no tenga que pasar por más filtros, pero que venga acompañada de propuestas, de continuar profundizando los cambios; que el cambio en la paridad de la fórmula venga acompañado de un cambio de mentalidad, y no porque es lo políticamente correcto.

¿Qué mensaje darían para el 8 de marzo?

LZ: Son varios mensajes. Primero, que dejen de matarnos por nuestra condición de género. Ese es un mensaje absolutamente urgente. Después, continuar empoderándonos, en política, pero en muchos otros sectores de la sociedad. Esperemos que este 8 de marzo la marcha sea igual o más grande que la del año pasado. Hay muchos feminismos y cada vez más, y están en debate, pero empoderémonos, tomemos las calles, porque aún falta muchísimo y hay mucho cambio cultural por hacer.

LU: Les diría a las mujeres que tienen que seguir organizándose, que tenemos que estar en alerta porque hay un discurso generalizado que apela a la militarización, a la violencia, y en cualquier circunstancia de violencia la mujer es un sujeto vulnerable. Que sigamos exigiendo políticas públicas del Estado, que atienda nuestra situación en concreto: la cara de la pobreza es la cara de la mujer y de los niños. Falta un montón. Que tratemos de generar una alianza con el movimiento social y popular, que tratemos de generar una alianza con nuestros compañeros que militan, porque también pueden ser machistas y víctimas del patriarcado, igual que nosotras. Tratemos de generar esa unidad, porque se viene todo un proyecto de reforma laboral que nos va a afectar principalmente a nosotras, y se viene un proyecto en el que se quiere profundizar la violencia en general, agregando la del Estado, y eso también nos afecta a nosotras. Y no basta con marchar sólo el 8 de marzo y hacer charlas y trabajar con determinados sectores de mujeres. Es necesario ir y hacer talleres y charlas en todos los barrios periféricos, en el interior, porque nosotras tenemos que lograr que las personas comunes entiendan lo que estamos planteando y no entiendan que feminismo es lo contrario a machismo, sino que es una cosa de sentido común. Que no quede sólo en el 8 de marzo: movilizaciones constantes.

LZ: Tenemos que tener bien claro que la izquierda y la derecha no tienen los mismos planteos en lo que tiene que ver con el empoderamiento de las mujeres. El movimiento conservador que existe está avanzando y tiene ideas muy claras de cuál es el rol que debe tener la mujer. Es bueno tener eso en cuenta a la hora de pensar qué proyecto de país queremos.

Respuestas espontáneas

Música - LZ: guitarra. LU: placer | Libros - LZ: pensar. LU: vacaciones | Cine - LZ: cultura. LU: escuchar música, leer, ir al cine... todo lo que se puede hacer en el socialismo... [risas] | Carnaval - LU: pueblo. LZ: manifestación popular | Referente - LZ: Reinaldo Gargano. LU: Tengo muchos | Mate - LU: indispensable. LZ: no dormirme | Pasión - LZ: ¡Defensor! LU: La militancia [“respuesta políticamente correcta”, dicen las dos, y se ríen]

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