Los diputados del Frente Amplio (FA) que integran la Comisión de Tenencia Responsable y Bienestar Animal trancaron la semana pasada los dos proyectos de ley que planteaban prohibir las carreras de galgos. Javier Umpiérrez (FA) dijo a la diaria que la postura del oficialismo nunca fue prohibicionista, por considerar que no da “ningún resultado” y que hay “ejemplos de sobra en ese sentido”. El representante aseguró que el FA elaborará un proyecto alternativo para regular la actividad. Umpiérrez adelantó que la idea es perfeccionar el artículo 11 de la ley de protección, bienestar y tenencia de animales (Nº 18.471), que dice que “aquellos espectáculos públicos en que se utilicen animales que por las actividades, demostraciones o habilidades que efectúen, corran peligro de sufrir accidentes arriesgando su integridad, deberán contar con servicio de médico veterinario”.
Umpiérrez afirmó que en la comisión “no han podido demostrar” el maltrato que denuncian los activistas. “Algunas de las protectoras dicen que para entrenar a un perro lo atan a un auto y lo hacen correr; eso es insostenible”, porque “nadie que tenga un animal para competir lo va a someter a actividades contraproducentes”. Según el diputado del FA, los galgueros contaron cómo eran los entrenamientos y “ahí no hay maltrato, hay bienestar animal”.
El 1º de agosto, representantes de la Asociación Uruguaya de Galgueros Unidos (AUGU) aseguraron que existen 17 canódromos, en diferentes departamentos, que están registrados en la asociación. Según lo que contaron, la AUGU les exige la presencia de un veterinario durante todo el evento. “Nos gustaría que hubiera normativas, regulaciones, porque prohibir esta actividad sería el peor error; enviarían la actividad a la clandestinidad y ahí se iría en contra de los animales que se pretende defender”, dijo Jacqueline dos Santos, según consta en la versión taquigráfica.
Dos Santos aseguró que en 2016 se contactaron con la Comisión de Tenencia Responsable y Bienestar Animal (Cotryba), que les pidió que conformaran la asociación e iniciaran un proceso de autorregulación. “En ese momento, los galgueros registraron los canes en un formulario que nos emitió la Cotryba. Se necesitaba la patente, las vacunas y hacer un control veterinario, y ahí nos daban un número. Después, más adelante, salió el chip”, relató.
Heber Rodríguez, un galguero de AUGU, sostuvo que los perros corren entre 200 y 225 metros en pistas de arena, de pasto o de tierra batida. “El animal se introduce en una gatera; ahí no hay un castigo ni nada parecido, es sólo colocarlo para que le abran la puerta y sale a correr si quiere, por voluntad propia, porque no se lo obliga en ningún momento. [...] El animal corre porque uno lo enseña desde chiquito. En realidad, no sólo un galgo puede correr atrás de una bolsa con un cebo: si lo enseñan desde chiquito, esto lo hace cualquier perro”, sostuvo.
Una de las denuncias de las asociaciones que defienden la prohibición es que los perros son dopados para optimizar su rendimiento; sobre esta práctica Umpiérrez dijo que “no pudo ser detectada”, y en todo caso el diputado sostiene que, para que esto no pase, las carreras tienen que estar reguladas, como lo están las competencias de caballos. Hoy existe un reglamento de la Federación Ecuestre Uruguaya, que exige que en los raid hípicos esté presente un veterinario.
El veterinario Pablo Sehabiaga dijo a la diaria que si se prohíben las carreras de galgos con el argumento de que se trata de un espectáculo que usa a animales para el entretenimiento, también se deberían prohibir los raides, “ya que también se exige al animal más de la cuenta, se utilizan drogas y los caballos también tienen una vida útil que muchas veces es demasiado corta”. “Se argumenta que el raid es un deporte y las carreras de galgos no, pero no hay una razón académica, sino más bien filosófica”. Al estar reglamentadas, en las competencias de caballos “se usan ciertas drogas y un veterinario habilita o inhabilita a un equino”. El especialista explicó que en una carrera de este tipo se tiene que esperar 24 horas para dar el premio al caballo, porque en ese lapso puede morir. Sehabiaga se mostró más favorable a la reglamentación que a la prohibición, porque “los perros van a sufrir más porque se van a seguir haciendo las carreras sin un respaldo profesional que asegure la salud del animal”. El veterinario aseguró que es evidente que hay más galgos, porque se ven, con sus dueños, por la calle. Explicó que “antes estaban en las estancias”, pero ahora se ven en zonas más urbanas.
Diputados contra las carreras
Varias organizaciones animalistas piden que se apruebe una ley que prohíba las carreras, algo que es respaldado por los diputados Gastón Cossia, del Partido Nacional, y Walter Verri, del Partido Colorado. Verri, redactor de uno de los proyectos que planteaban la prohibición, dijo a la diaria que el fenómeno de las carreras explotó en Uruguay a raíz de la prohibición en Argentina, en diciembre de 2016. “Los galgueros terminaron viniendo a Uruguay, sobre todo a Fray Bentos, pero están tratando de entrar a otros departamentos”, excepto en Paysandú, donde un decreto departamental las prohibió. El representante aseguró que existe un maltrato “muy severo, desde la selección de los animales hasta el entrenamiento”.
Carreras en el mundo
Integrantes de la Asociación por el Trato Ético hacia los Animales dijeron en comisión que actualmente existen cinco países con marcos regulatorios para la detección de drogas en galgos: Australia, Irlanda, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos. “En Australia, desde el año 2008 se han reportado cientos de resultados positivos en galgos de carrera para un amplio espectro de drogas, entre ellas anfetaminas, barbitúricos, morfinas y compuestos derivados. Además, varios galgos en Australia han mostrado pruebas positivas para drogas inusuales. Las asociaciones irlandesas han reportado 122 resultados positivos de drogas en galgos de carrera desde 2013, incluyendo cocaína, anfetaminas y pentobarbital. En Nueva Zelanda se encontraron 23 resultados positivos de 2014 a 2016. En Reino Unido se han publicado cientos de resultados positivos desde 2009, y en Estados Unidos se han documentado más de 400 pruebas positivas. [...] Estos datos demuestran que la regulación no es un aspecto relevante como para evitar que se utilicen drogas; se siguen utilizando, sólo que en algunos casos queda registrado y en otros, no”.