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Fernando Filgueiras (archivo, setiembre de 2016).

Foto: Federico Gutiérrez

Fernando Filgueira le envió una carta a Javier Miranda para ratificar su respaldo al FA y en particular al sector de Álvaro García

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El ex subsecretario del MEC considera que pese a la falta de avances en educación y a sus “discrepancias” es necesario apostar a un cuarto gobierno de izquierda.

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Su renuncia a la subsecretaría del Ministerio de Educación y Cultura, a finales de octubre de 2015, fue uno de los hechos políticos más relevantes del arranque de la administración de Tabaré Vázquez. La salida de Fernando Filgueira, que había sido el principal referente en educación de Vázquez durante la campaña electoral, se concretó unos días después que la del director de Educación, Juan Pedro Mir, tras discrepancias con la ministra María Julia Muñoz.

Tras aquellos episodios Filgueira impulsó la creación de la plataforma educativa Eduy21, y no estaba claro cómo había quedado su relación política con el Frente Amplio. La situación cambió en las últimas horas: en una carta que le envió este lunes al presidente de la fuerza política, Javier Miranda, a la que accedió la diaria, Filgueira argumenta, en unas 2.000 palabras, por qué votará a Daniel Martínez el 27 de octubre, y en particular a la lista 982, liderada por Álvaro García y Cristina Lustemberg.

En la carta Filgueira señala que el FA ha desplegado desde el gobierno medidas con las que se siente “plenamente identificado”, y que “no hubieran sido impulsadas” por el bloque opositor. “No por la acusación de maldad o por la pretensión del monopolio de la moral que muchas veces desde la izquierda se pretende, sino por diferencias acerca de cuáles creen unos y otros que son los instrumentos que promueven mayor prosperidad e igualdad”, aclara Filgueira acerca de su apoyo.

Los temas en los que identifica diferencias: la reforma tributaria de 2007, el retorno de la negociación colectiva “que desde el gobierno [de Luis Alberto] Lacalle no se realizaba”, la reforma del sistema de asignaciones familiares, el avance en los derechos de los asalariados rurales y las trabajadoras domésticas, la despenalización del aborto y de la marihuana, el matrimonio igualitario y el esfuerzo fiscal en el área social, entre otros.

También destaca cómo este gobierno se ha parado frente a la desaceleración económica, combinando “adecuadamente la responsabilidad fiscal que caracterizó a la conducción económica y la protección de los sectores más vulnerables”. “Sin ser perfecto ni mucho menos, el accionar y los resultados de los gobiernos del FA, muestran, a mi juicio, que el ciclo que va de 2005 a la fecha, ha sido el mejor aprovechado y administrado desde la apertura democrática”, concluye .

Discrepancias, no matices

Al momento de explicar su apoyo al sector Plataforma, argumenta que Garcia y Lustemberg representan las “mejores tradiciones” del FA; del primero destaca la labor de prospectiva desarrollada por la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y de la diputada destaca su atención a la primera infancia. “Álvaro siempre me ha trasmitido que hay dos ecuaciones con las que él no comulga: los populismos sacrifican el futuro en pos del presente, pero el liberalismo económico dogmático sacrifica el presente en pos del futuro. Ninguna de estas opciones es aceptable”, señala Filgueira, quien identifica a García con una “izquierda democrática moderna”.

“¿Creo que el FA representa todos mis desvelos y mis preferencias? Claro que no. En sus filas hay entrañables compañeros y compañeras con quienes tengo profundas discrepancias. No matices, discrepancias. Sé que la correlación de fuerzas en el Frente Amplio no siempre arrojará decisiones que sean de mi agrado. Pero nuevamente, cuando paso raya, cuando comparo, cuando debo elegir, en este país, hoy, con estas ofertas partidarias y sus potenciales coaliciones, es esta la que prefiero y a la que adhiero”, concluye.

"Muy lejos" en educación

En materia educativa, el ex jerarca del Ministerio de Educación y Cultura sigue siendo muy crítico y considera que los gobiernos del FA “no han logrado avanzar en generar los cambios requeridos”. Puntos a favor: el aumento del gasto “absolutamente imprescindible pero no suficiente”, el plan Ceibal, la cobertura en educación inicial -una política de estado “inaugurada por el segundo gobierno de [Julio María] Sanguinetti y sostenida hasta el presente”-, el aumento de la cobertura en la educación media y las mejoras “importantes, aunque insuficientes” en primaria.

“Pero también debemos reconocer que estamos muy lejos de lo que se requiere para lograr resultados adecuados en educación. En particular, estamos ante una crisis estructural de la educación media, con tasas de egreso absolutamente inaceptables, de la autoridad y gobernanza del sistema –nuevamente especialmente en media- y de la calidad y pertinencia de los aprendizajes en todo el sistema”, sintetiza Filgueira.

En su opinión, “equivocamos el camino con la Ley de Educación” –con la excepción del “acierto” de la creación del INEED-, no mejoró la “gestión básica” del sistema, se insistió con un paradigma “contenidista y asignaturista” en la educación media, y “extenso y poco profundo” en primaria, casi se duplicó el ausentismo docente en casi el doble, y aumentó la carga de horas y docentes “sin lograr mejoras sustantivas de egreso y aprendizaje y con mejoras modestas en términos comparados en cobertura media”.

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