La Sociedad Apícola Uruguaya (SAU) se está reuniendo con los precandidatos a la presidencia de los partidos políticos para entregarles una carta en la que resumen “los antecedentes de la apicultura nacional en los últimos decenios y la crítica situación” que afecta al sector desde hace cuatro años.
La SAU sostiene que en 2002 la apicultura se convirtió en el rubro del agro con mayor rentabilidad, generó “centenares de fuentes de trabajo familiar” y contribuyó “a la producción de diversidad de semillas, a la producción hortifrutícola, a la preservación de la naturaleza y al desarrollo de la apiterapia”, pero que a partir de 2005 el sector comenzó “un período de estancamiento o retroceso” que luego dio paso a “un franco retroceso”.
Para los apicultores, una de las causas es el aumento de los costos de producción, debido a la suba de los combustibles, la necesidad cada vez mayor “de suplementación nutricional (azúcares y proteínas)”, debido a “la escasez de néctar y la pérdida de la diversidad floral que ha implicado un modelo agroproductivo expansivo, intensivo, monofloral” y con “abuso de las aplicaciones de glifosato”, y al aumento de la mortandad en colmenas (de un promedio histórico de 10% a 15% se pasó a 30%), entre otros motivos. Además, señalan que hubo una caída progresiva del rendimiento de miel por colmena a partir de 2005 (el promedio de 2005 a 2015 fue 22 kilogramos por colmena, y ha ido disminuyendo hasta llegar a 16 kilogramos por colmena en la zafra 2017-2018). La SAU responsabiliza de esta baja al “combate masivo con herbicidas” contra las malezas, a la “pérdida de área de praderas productoras de néctar, tanto forrajeras como semilleras”, al “uso masivo, abusivo e incontrolado de insecticidas altamente tóxicos para las abejas e insectos silvestres”, al cambio climático y a la caída del precio internacional de la miel.
Otro de los temas que plantean es la pérdida de la capacidad exportadora, “debido a la alta residualidad de glifosato en las mieles uruguayas”. “En agosto de 2016, un laboratorio alemán difundió un documento en el que se revelaban los niveles de glifosato en las mieles extranjeras que ingresaban a Alemania. La miel uruguaya resultó ser la más contaminada: 70% de las mieles presentaron glifosato por encima de 50 partes por billón (0,05 mg/kg), lo que la inhabilitó para ingresar al mercado alemán”, explican. Por esta razón, indica la SAU, 3.800 toneladas de miel de las dos últimas zafras permanecen en depósitos de productores y exportadores. “El grueso de la miel que no ha podido ser exportada presenta altos valores de glifosato. Si pudiese ser vendida, el productor recibiría 1,1-1,2 dólares por kilogramo. Paralelamente, nuestro principal competidor en el mercado internacional, Argentina, logró exportar toda su miel”, afirman. La SAU denuncia que las medidas adoptadas por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) hasta la fecha “no han tenido ningún impacto positivo ni se avizora que lo tengan”.
Para comenzar a mitigar esta problemática, los apicultores proponen una rebaja del precio del gasoil, facilitar el acceso a vehículos aptos para los requerimientos actuales de la apicultura, y reforzar los recursos humanos del área de apicultura de la Dirección de Laboratorios Veterinarios del MGAP.
También apuntan que desde que la miel comenzó a contener glifosato, los análisis del producto han tenido que ser costeados por productores y exportadores, que no son responsables de la presencia del herbicida.
El presidente de la Comisión Directiva de la SAU, Ruben Riera, informó a la diaria que ya se han reunido con los precandidatos Pablo Mieres (Partido Independiente), Juan Sartori (Partido Nacional), Verónica Alonso (antes de que pasara a apoyar a Sartori), Gonzalo Abella (Unidad Popular), Óscar Andrade y Carolina Cosse (ambos del Frente Amplio). Están pendientes reuniones con los demás.
“Más allá de si salen electos o no, quedamos a las órdenes para trabajar en conjunto, independientemente del lugar en el que vayan a estar. Uno será presidente, otro ministro, otro senador, etcétera. Abrimos caminos de diálogo con todos los actores políticos. La carta es muy objetiva: denunciamos los hechos y planteamos algunas de las cosas que se pueden ir haciendo para mitigar el daño”, resumió Riera.