“Somos un nuevo pueblo / soñando un mundo distinto, / los que en el amor creemos, / los que en el amor vivimos”. Son los primeros versos de la canción “El Dios de la vida”, que sonó este lunes de noche, a guitarras, teclado y coro, en la Basílica Nuestra Señora del Carmen, que queda a una cuadra del Palacio Legislativo, en una misa que tuvo como fin, justamente, que Dios “ilumine y bendiga” a los nuevos parlamentarios. Entre los presentes estaban Beatriz Argimón, vicepresidenta electa; Martín Lema, presidente de la Cámara de Diputados; el senador y líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, y su esposa, Irene Moreira, y el futuro encargado del Ministerio de Desarrollo Social, Pablo Bartol.
“Sean todos bienvenidos a esta casa de Dios, de todos los diversos partidos, representados en el Parlamento nacional”, fueron las primeras palabras de Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, que señaló que estaban ahí por una “feliz iniciativa” del párroco de esa basílica, Pablo Coimbra.
“A algunos les puede parecer medio extraño esto. De hecho, creo que es la primera vez que se hace, al menos en muchísimo tiempo, esta misa que tiene que ver con el comienzo de una nueva legislatura”, señaló Sturla. Agregó que en otros países de América “es lo más común” y que incluso vio capillas en los parlamentos de otros países, pero esto “obviamente tiene que ver con esa particular vivencia de la laicidad en Uruguay, con la que todos los uruguayos más o menos nos sentimos identificados”.
Sturla sostuvo que Uruguay “en tantas cosas tiene que dar frutos y mejorar”. “Lo podremos hacer pero, sin duda, el corazón tiene que estar con aquellos que son más desvalidos, que han tenido menos oportunidades, que quizás han recibido menos talentos, pero que también tienen que fructificar por ellos mismos. Estamos invitados a ayudar y a hacer un esfuerzo para ellos”, señaló. Agregó que para “tanta gente” se puede lograr “la posibilidad de salir”, pero no con una “dádiva”, sino de “hacerlos, como hoy se dice, empoderarse de su misma vida para poder salir por sí mismos, obviamente con la ayuda de una sociedad que pone su corazón en esto”.
“Ofrecemos al Señor un mundo nuevo, / el futuro de su pueblo”, decía otra de las canciones que sonaron en la misa. Al final, unas señoras pasearon un palo con una bolsa color granate en la punta. Manini depositó un billete y a los pocos minutos se comió la hostia.