“Todos estos locales han sido y son centros de represión y tortura por los que han pasado miles de uruguayos. Muchos de ellos fueron reconocidos por los propios presos. Otros, por informaciones de ex integrantes de los servicios de inteligencia”. El texto está acompañado por fotos en blanco y negro de algunos centros clandestinos de detención, como el “300 Carlos” y el edificio de La Tablada. El registro fue publicado en un número de la revista clandestina Compañero, del Partido por la Victoria del Pueblo, en 1981, y es uno de los primeros intentos de sistematización de los centros de tortura y detención durante la dictadura.
Con la intención de recolectar la información sobre estos lugares, el colectivo Sitios de Memoria Uruguay desarrolló una página web en la que se pueden identificar estos sitios y trazar un recorrido por el mapa de la represión que operó desde 1968 a 1985. Mariana Risso y Rodrigo Barbano, coordinadores del proyecto, conversaron con la diaria sobre esta iniciativa, que es sostenida por voluntarios y cuenta con el apoyo de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos y de la agrupación de ex presos políticos de Uruguay, Crysol.
Campaña
El 20 de mayo, con motivo de la Marcha del Silencio, el colectivo Sitios de la Memoria convocó a marcar con margaritas los 141 lugares identificados como lugares de represión.
El disparador del trabajo fue un dato de la realidad: existe una carencia en la sistematización de los sitios en donde operó el terrorismo de Estado. En un primer momento la idea del colectivo fue georreferenciar los lugares que funcionaron entre 1968-1985 por el territorio nacional. También analizar cuáles estaban señalizados por iniciativa de municipios o colectivos sociales, la Comisión Especial de Reparación del Ministerio de Educación y Cultura o la Ley de Sitios de Memoria. “Después la página se nos fue de las manos”, bromea Risso. Según explica Barbano, el sitio fue creciendo y se le incorporaron los datos de las víctimas, información de los organismos represivos, de las causas judiciales, el listado de represores, y antecedentes de la temática. “Notábamos que hacía falta una sistematización de información dispersa y una conexión entre la información”, acota.
Desde la vuelta a la democracia, varios trabajos académicos han avanzado en la identificación de estos lugares. El colectivo tomó como base la Investigación histórica sobre detenidos desaparecidos, de la Universidad de la República, el libro Huellas de la represión, publicado por el Centro Municipal de Fotografía, informes de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente de Presidencia, entre otros recursos. A su vez, para completar el listado de procesos judiciales -que están vinculados a los lugares y a las personas asesinadas o desaparecidas asociadas a la causa- el Observatorio Luz Ibarburu proporcionó la información del estado actual de las causas.
A diferencia de otros países de la región, como Argentina o Chile, Uruguay ha avanzado muy poco en el desarrollo de una política pública de memoria, especialmente en el reconocimiento y apertura de sus sitios de memoria. Risso pone de ejemplo a Chile, un país que tiene sitios de memoria hace más de 20 años, y cuenta que, en algunos casos, fueron recuperados por la comunidad. La aprobación en 2018 de la Ley de Sitios de Memoria en Uruguay fue un primer mojón. “Se han empezado a señalar esos lugares, pero Uruguay tiene un rezago impresionante en recobrarlos”, explica, y sostiene que el proyecto apunta a avanzar en su reconocimiento: “El objetivo de georreferenciar y hacer disponible en un sitio web la posibilidad de ver esos lugares es casi como señalizarlos. Esta iniciativa busca posicionar el tema desde un punto de vista que no sólo tiene que ver con la recuperación de la memoria, sino con la reivindicación de verdad y justicia”.
La red represiva fue construida por la Policía y las Fuerzas Armadas, afirma Risso. Según explica, en muchos casos todavía está en las manos de las mismas instituciones. “En ese sentido el sitio web pone el tema sobre la mesa: cómo este mismo territorio que seguimos habitando tiene las marcas de ese despliegue represivo”, sostiene.
El sitio
El sitio fue realizado con una “estructura trasladable”, explica Barbano, para que se pueda replicar la página si algún colectivo de otro país tiene interés en continuar con el proyecto. Además, los contenidos fotográficos son de licencia libre y los datos del sitio son descargables.
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